Primer acercamiento a la obra de Orhan Pamuk, que recibió el Premio Nobel en 2006. El museo de la inocencia trata sobre un amor obsesivo que se prolonga a lo largo de los años, un amor que se inicia de una manera apasionante y por el que el protagonista, Kemal, renuncia a todo, incluso a una vida matrimonial que se preveía perfecta. Y tras la renuncia es rechazado, casi obviado, tal doloroso como una mutilación. Y durante ocho años hay un estancamiento argumentativo que ocupa las dos terceras partes de la novela, estancamiento similiar al que sufre Kemal, casi un paréntesis vital.
Este personaje explicará al lector (un lector que es en realidad el visitante del museo) cada uno de los objetos que en él se encuentran, en el museo de la inocencia, dedicado a su amada Füsum. Kemal es un personaje obsesivo, triste, pero no con esa tristeza hermosa, sino tristemente gris, borracho y al que Pamuk castiga sin relaciones sexuales durante los ocho años de estancamiento en su relación con Füsum, y eso resta credibilidad al conjunto (¿Qué hombre guapo, atractivo, rico y culto no mantiene relaciones sexuales durante ocho años, por muy enamorado que esté de alguien? Yo creo que ni uno entre un millón -¿debería decir billón?-, aunque Pamuk pretenda engañarnos y hacernos creer que ese uno es Kemal…). Es un personaje al que llegas a conocer perfectamente, pero no consigues entenderle (al menos yo no lo he conseguido) porque considero que el amor que él siente es absolutamente insano.
El personaje de Füsum tampoco ha terminado de convencerme, excéntrica desde el principio, pero igual que le pasa a Kemal, no goza de esa excentricidad que hace de alguien una persona atractiva, sino que es una de esas personas oscuras e hipócritas de las que más vale alejarse.
Mientras leía El museo de la inocencia sentía como me embargaba una sensación de desasosiego. Creo, intuyo, que esa sensación venía provocada por una evidente mala traducción, o eso o el propio Pamuk ha utilizado expresiones erróneas para provocar las sensaciones erróneas, ya que si pretendía ser una bonita historia de amor, no es más que la historia de una obsesión fatídica y espesa.
Diré a favor de la novela que no aburre en ningún momento, sino que a pesar de que sabía desde muy al principio que no me estaba gustando y que no me gustaría lo que iba a leer, porque es previsible y Pamuk no pretendía sorprender a nadie con el argumento, he seguido leyendo hasta el final, incluso en las páginas densas, extremadamente densas que me han hecho suspirar (que no bostezar) en las que durante hojas y hojas te puede relatar cómo Füsum apaga las cenizas de su cigarrillo, y ni tan siquiera el pretendido dinamismo que los capítulos cortos podrían conseguir liberan a la novela de su densidad.
A favor también que es todo un canto de amor a Estamul. Creo que a los estambulíes les habrá encantado, y a todos aquellos que conozcan la ciudad turca (que yo no conozco pero que tengo TANTÍSIMAS GANAS de conocer) les hará sentir el ambiente que allí se respira, y eso es hermoso.