Albert Espinosa se mantiene fiel a sí mismo en su nueva novela: Brújulas que buscan sonrisas perdidas. Algo más triste, quizá. Porque desde el principio son demasiadas las cosas dramáticas que ha de conocer el lector, sin anestesia, sin preparación. Y ese aire trágico enturbia el aire. Esposas muertas, hermanos muertos, madres muertas. Demasiado horror contado entre la ligereza y la pedantería por el protagonista, Ekaitz.
Estamos ante la historia de un hombre que ha de enfrentarse al pasado y hacerse cargo de su padre enfermo en los que serán sus últimos días. Su padre con el que no ha tenido nunca un vínculo estrecho y con el que la relación es nula desde hace ya mucho tiempo. De toda la novela, es precisamente el encuentro con el padre el momento más fresco, el único que consiguió sacarme una sonrisa. Para el resto de sonrisas ciertamente me hubiera hecho falta el uso de la brújula del título.
Es un argumento que te va arrastrando, obligando a leer y leer sin descanso. Eso no quiere decir que sea maravilloso, simplemente que está construido para gustar, para devorar. El libro se lee muy fácilmente, rápido, porque Espinosa decide pasar por encima de los hechos, y en varias ocasiones he tenido la desagradable sensación de que el autor ha sido "flojo", como si tuviera prisa por no depurar demasiado esa historia que podría haber sido, si no magistral, sí mejor. Y esos párrafos -párrafos es demasiado, "frases" sería lo correcto- excesivamente cortos no me convencen en absoluto, por no mencionar ese uso deliberado de los puntos suspensivos... (guiño, guiño)
Y después está el "la esencia Espinosa". Los que han leído alguna otra de sus novelas, como Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo, lo saben bien: el autor gusta de crear bellas imágenes y de escribir frases sensibleras que son la delicia de las adolescentes para su perfil de Tuenti. Siento desmarcarme del torrente de reseñas positivas que pululan por la blogoesfera, pero esto es lo que siento. Quizás hasta le venga bien al autor una reseña así para que los nuevos lectores no tengan las expectativas tan altas y disfruten más de la novela.
A pesar de estas críticas no del todo positivas, a pesar de las premisas manidas del argumento y de su aproximación a los libros de "autoayuda" que a mí, por supuesto, me llevan a necesitar la ayuda de un profesional (tipo Saramago, ya saben), Brújulas que buscan sonrisas perdidas no es un mal libro, lo puedes leer, entretenerte (que no es poco), finalizarlo e incluso prestarlo, para que otros opinen y se pueda formar un debate. Un debate asegurado, porque no son pocos los seguidores incondicionales de este autor al que hay que reconocer una cosa muy positiva: la conexión con su público.