domingo, 30 de octubre de 2011

PELÍCULAS (francesas) PARA OLVIDAR #5#

Cena de amigos, de Danièle Thompson

El cuarto largometraje de Danièle Thompson es una película que intenta ser actual y no consigue más que ser ridícula, que intenta ser cómica y no hace gracia.

Un film en el que varios amigos (que no lo son) no hacen más que engañarse los unos a los otros, en un juego de romances patético y algunos puntos melodramáticos que no consiguen emocionar al espectador. 

Ni tan siquiera el elenco de actores consiguen salvarla de la quema, a pesar de la galantería de Patrick Bruel, tan guapo como siempre, de la efectividad de Emmanuelle Seigner, que aquí está  algo sosa, o de Dany Boon, un cómico con chispa que no consigue encender la llama. Absolutamente prescindible. 


À l'interieur (Inside), de Alexandre Bustillo y Julien Maury

Esta película de terror, que cuenta el asedio que sufre, en su propia casa, un mujer a punto de dar a luz que había perdido a su marido en un accidente de coche, es un espectáculo grotesco, una carnicería de mal gusto y sin miramientos en los que la sangre corre a borbotones, los asesinatos son sin piedad y las escenas de mal gusto se suceden. 

Desagradable y asquerosa, no repara en la mínima sensibilidad del espectador. Las películas de terror americanas quedan por los suelos, debido a la brutalidad de ésta, en la que no esperen ni un momento de descanso ni un final made in Hollywood.

Artificioso, con miles de errores de forma y de fondo, es una zancadilla en el cine francés de los últimos años que lo único que me ha provocado, y no es broma, son náuseas.  

De dioses y hombres, de Xavier Beauvois

Ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes, de tres premios César del cine francés, incluido el de Mejor Película, además de nominada al Bafta y alabada por críticos del mundo entero, la incluyo aquí porque una película que hace que me duerma a los veinte minutos, para mí, fracasa. Y digo más, si hago un segundo intento, empiezo a verla en el minuto veinte, donde me había dormido el día anterior, y en el cuarenta vuelvo a quedarme dormido... fracaso total.

Soy consciente de las buenas interpretaciones del grandísimo Lambert Wilson y del resto de los actores, no me cabe duda del mensaje certero que intenta transmitir, el de la tolerancia y la paciencia, pero chicos, está película ha podido con mi paciencia. 

jueves, 27 de octubre de 2011

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES, de Stieg Larrson


Tenía muchas ganas de leer esta novela, la primera de la trilogía Millennium, porque no son pocas las críticas que aseguraban que no se trataban de un best-seller más, sino que había una calidad literaria que no suelen tener los libros de masas. En mi opinión, creo que es mucho decir. 

Los hombres que no amaban a las mujeres es una novela que engancha, que engancha muchísimo. Desde que empieza, no puedes parar de leer. Se convierte en una obsesión. Eso, sin duda, es un logro del autor, conseguir despertar la curiosidad del lector desde el inicio y mantenerla hasta el final casi sin pestañear. Del argumento, para qué voy a hablar, son muchos los lectores que han caído en las redes de esta trilogía, y muchos también los que han visto las películas (ahora estoy esperando la versión hollywoodiense de David Fincher). Pero, por si hay algún despistado: los hombres que no amaban a las mujeres no son homosexuales, no, sino que esta es una novela negra en la que, Mikael Blomkvist, un periodista de investigación, recibe el encargo de descubrir una desaparición: la de Harriet Vanger. Sin quererlo, y a un ritmo trepidante, descubrirá una serie de asesinatos de mujeres cometidos con violencia sexual. Blomvikst contará con la ayuda de la detective Lisbeth Salander, inadaptada socialmente, ajena a las imposiciones de la moda, y la mejor haciendo su trabajo.

Aunque puede resultar complejo al principio situar en tu cabeza a los miembros de la familia Vanger (principales sospechosos de la desaparición de Harriet), Larrson engarza muy bien esa confusión con la que el propio protagonista siente, a ambos (lector y protagonista Blomkvist) se les va despejando el misterio a la vez, y poco a poco.

Los personajes están bien perfilados, aunque no son todo aciertos. A Mikael Blomkvist tienes la sensación de conocerle, pero es un personaje bastante tibio, no diré vacuo de vida, pero falto de emociones. Quizá sea por el frío de Suecia, que hiela la sangre de sus gentes, quizá... Lisbeth Salander mucho más conseguida, es un personaje más complejo y también con una serie de características (físicas y emocionales) que hacen que sea más fácil llenarla de matices. Ella está dotada de una fuerza literaria que él carece. 

A ellos, les siguen una gran cantidad de personajes secundarios, todos correctos pero ninguno de ellos alcanza la fuerza para colarse en el corazón del lector. Y es que Los hombres que no amaban a las mujeres es una novela fría, aguda, con un argumento trepidante y con una dosis de tensión bien dosificada, pero, tal y como si del alter ego del autor se tratara, Blomkvist publica un libro sin prestarle demasiada atención al estilo literario. Creo que a Larrson le pasa lo mismo: consciente de tener un argumento maravilloso entre sus manos (parece que incluso consciente de que no tendría tiempo para lirismos, puesto que falleció de un inesperado ataque al corazón poco tiempo después de entregar la tercera parte de la saga) decide escupirlo, despreocupándose de los sentimientos, de las emociones que podrían haber convertido a Los hombres que no amaban a las mujeres en una obra maestra de la literatura universal, cuando "sólo" es una gran novela negra, un perfecto producto de entretenimiento (gracias, querido Larrson) y un best-seller con todas las de la ley. 

martes, 25 de octubre de 2011

Crónica de mis días en la SEMINCI de Valladolid


Tres días de cine y ocho películas es el balance de estos días en la 56 Semana Internacional de Cine de Valladolid, la Seminci, uno de los festivales más prestigiosos de España (tras el de San Sebastián) y también uno de los más exigentes. De las ocho películas que he visto en estos días, siete pertenecen a la Sección oficial, por lo que espero que alguna de ellas esté entre las galardonadas. Un festival en el que la calidad es incuestionable y en la que el drama se impone de manera absoluta sobre la comedia. Pocas han sido las sonrisas que hemos vivido dentro de el Teatro Calderón, sin duda, ganan las lágrimas. 

A su debido turno, publicaré una crítica de cada una de las películas que he visto, casi todas me han gustado, unas más y otras menos, y tan sólo una de ellas me ha producido sopor, aunque he de reconocer algunos aspectos de esa que merece rescatar. 

Mucha menos suerte hemos tenido con los cortometrajes. He visto tres y los tres me han disgustado.

Mi Seminci comenzó el sábado por la noche, mientras tenía lugar la Gala inaugural, y acudía al Cine Casablanca (muy pequeño y muy cómodo) para ver, dentro del ciclo de Cine español, Todas las canciones hablan de mí, de Jonás Trueba.

La jornada siguiente, la del domingo, fueron cuatro (sí, cuatro) las películas que vimos: Habemus papam, del italiano Nanni Moretti. Uno de los grandes del cine europeo y, para mí, una de las grandes películas que he visto en este festival, la única que me ha despertado sonrisas dentro del drama (el resto son dramas en estado puro, desnudas por completo de humor). Al finalizar, aplaudieron el filme, aunque con tibieza.


Toni Bestard y el reparto de El perfecto desconocido
Siguió a lo último de Moretti El perfecto desconocido, la ópera prima de Toni Bestard. Los prensa de Valladolid decidió machacarla. Pero a mí me parece un producto más que digno para un realizador novel, consiguió mantener mi atención en todo momento y los actores me parecen naturales y acertados. La sala ovacionó el la cinta sin reparos. Aunque, como podéis ver en la foto, el reparto casi al completo estaba allí, así que supongo que gente del equipo aplaudiría y a otros, en caso de que les disgustara, decidirían abstenerse de abuchear ante los creadores de la cinta, ¿no?. 

Tras ella, siguió Profesor Lazhar, película de Philippe Falardeau que representará a Canadá en los Oscar e intentará repetir la hazaña del año pasado de Incendies, el filme fracófono de Denis Villeneuve que consiguió estar entre las cinco nominadas. Profesor Lazhar es un drama profundo y amable, con el humorista argelino Fellag en estado de gracia. A pesar de la ovación que le dedicó el público de la Seminci, yo confieso que no conseguí conectar del todo con la película.

Gustavo Taretto, Pilar López de Ayala y Javier Drolas
El último largometraje de la jornada fue Medianeras, una co-producción hispano-argentina (más argentina que española) dirigida por Gustavo Taretto y protagonizada por Pilar López de Ayala y Javier Drolas. Un película romántica sin amor, una tragicomedia sin risas con algunas escenas brillantes, que, durante el pase, hizo patalear a algunas personas de la sala, aunque los aplausos se escucharon más.

La jornada del lunes nos despertamos pronto para acudir, a las 8:30, a ver In darkness, una de las películas más potentes de esta edición de la Seminci y que peleará por la nominación al Oscar representando a Polonia. Y suena en todas las quinielas. Visualmente minuciosa, con una dirección magistral y unas interpretaciones sin peros, la única pega que le encuentro a esta película dramática es que trata un tema que ya se ha tratado mucho: la II Guerra Mundial, los judíos y los nazis. El publicó ovacionó.

Siguió la jornada con El niño de la bicicleta, de los hermanos Dardenne, viejos amigos del festival, puesto que en 1996 se llevaron la Espiga de oro con La promesa. El niño de la bicicleta es muy buena película, el niño Thomas Doret está en estado de gracia, y Cécile de France maravillosa. Igualmente, hubo ovación.

Y para despedirme de estas jornadas de cine, la última película que visioné fue Restauración, un drama israelí que intenta ser profundo, pero es espeso y me produjo un gran sopor. Tiene algunas cosas muy buenas, como la música, o la interpretación del protagonista principal. Fue acogida con muchísima frialdad, ni aplausos ni abucheos.

Como sabéis, en la mayoría de los festivales, hay un Premio del Público. En la Seminci, los asistentes dan de uno a cinco puntos a cada una de las películas. No desvelaré mis votos, pero sí os quiero informar cuál ha sido el veredicto general de las cinco personas que conformaban mi grupo en la Seminci, con los que he disfrutado de la ciudad de Valladolid, de sus noches, de sus claretes, de sus pinchos y, sobre todo de su cine:

1. Habemus Papam, de Nanni Moretti - 4,6/5
2. Profesor Lazhard, de Phillipe Falardeau - 3,8/5
3. In Darkness, de Agnieszka Holland y El niño de la bicicleta, de Jean Pierre y Luc Dardenne - 3,5/5 
4. El perfecto desconocido, de Toni Bestard - 3,4/5
5. Medianeras, de Gustavo Taretto - 2,8/5
6. Restauración, de Yossi Madmoni - 2/5


sábado, 22 de octubre de 2011

IRIS, de Richard Eyre


Iris es como una melodía triste, como una canción que te hace llorar. Una película tan hermosa y tan cruel que dan ganas de olvidar, que desearías no haber visto nunca para ahorrarte el sufrimiento. Y, a la vez, un film que hay que ver, puesto que todo es tan hermoso que no puede pasar desapercibido. Y olvidarlo es lo último que deseas hacer tras verlo. 

Es la historia de Iris Murdoch (Dublín, 1919-1999), la elocuente, carismática y temendamente respetada filósofa y escritora irlandesa, a la que el alzheimer borró los recuerdos, la voz... la vida. En las primeras escenas vemos como Iris, tomando una pinta en un bar con su marido, el también escritor John Bayley,  le repite dos veces que tiene que comprar chalecos. Y ella misma se asusta al darse cuenta de que lo ha repetido una segunda vez porque olvidó que lo acababa de decir. Desde ahí, la decadencia es rápida y fulminante. 

Aunque basada en la historia de la escritora, no es un biopic al uso, puesto que no se intenta dar una visión general de la vida de la escritora, sino que Richard Eyre, el director, se centra en el inicio de la historia de amor entre Murdoch y Bayley y más tarde en la enfermedad. Me parece todo un acierto, una historia muy bien contada, en la que los actores llevan todo el peso. ¡Y con qué elegancia lo llevan! Es gracias a ellos que la película consigue salvarse de la mediocridad, porque Richard Eyre (que volvió a contar con Judi Dench para Diario de un escándalo) es un director correcto y metódico, tan británico, tan adusto que carece del riesgo necesario para ser brillante. 

Decidí verla porque trabaja en ella Kate Winslet, la protagonista del mes en CAJÓN DE HISTORIAS. Ella interpreta a Iris en su juventud, a la intelectual, a la ardiente. Está espléndida, luminosa. Una gran interpretación por la que se anotó una nominación más al Oscar. 

Jim Broadbent interpreta al marido de Iris entrado en años, él no sólo fue nominado, sino que, además, se llevó la preciada estatuilla. Y es que hace un papel en el que combina a la perfección la ternura y el amor. Dicen que en la vida real, el matrimonio entre Murdoch y Bayley no fue así, cargado de ese cariño que se respira en el filme, sino que él jamás supo aceptar el éxito de su mujer. No lo sé, quizá sean habladurías, pero me da lo mismo, porque, ciñiéndome a la película, esa relación de amor entre ancianos es tan bella que no puedes más que llorarla y sonreír, y desear que un amor así colme tu vida, hasta que tu vida se apague. 

Y quien interpreta a Murdoch en su declive es la GRANDÍSIMA Judi Dench, con una interpretación magistral y sublime, complejísima, en la que la decadencia es evidente, la tristeza se apodera de ella al principio para dejar después espacio al vacío más neutro, que llena todo de un blanco insoportable, y la angustia creciente te araña la piel, te la quema, y duele. 

Un drama elegante y lento, un canto al amor y a la memoria. 

miércoles, 19 de octubre de 2011

LUZ DE LIBERTAD en DEMESITA


Hoy vuelvo a escribir de mi primera novela, Luz de libertad, que esta vez ha viajado hasta Sevilla, puesto que Olga Olmedo, del blog literario Demesita, ha publicado una nueva reseña. Desde mi pequeño rincón de arte y literatura quiero darle las gracias por sus hermosas palabras. 

No os podéis ni imaginar la inmesa alegría que se siente cuando descubres un nuevo lector ha conectado con tu historia, que ha comprendido al protagonista, Julio Silva, incluso en los momentos en los que hacerlo resultaba más complicado. Estoy muy contento con el recorrido que ha tenido Luz de libertad, desde que, hace ya más de dos años, se presentara entre nervios e inocencia una tarde de septiembre. Estoy emocionado con todos los ánimos que me habéis dado en vuestras reseñas, y también a través de e-mails, de mensajes, de llamadas. Gracias por compartir conmigo las lágrimas que os ha producido, la excitación, los besos que os han nacido tras su lectura.

Olga Olmedo habla en su reseña de un sentimiento que hace que la vida merezca la pena:

Un relato seductor y un lenguaje puro atrapan al lector y le hablan de amistad, de lealtad, de libertad y de amor. Pero sobre todo habla el autor de pasión. Pasión por nuestro trabajo, por la calidad, por el éxito. Pasión carnal. Pasión en un sentido amplio y poderoso que nos magnifica y nos hace capaces de lo imposible. Sin ella el arte queda vacío y las ciencias mediocres.

La pasión hace que no nos desvanezcamos, que sigamos firmes a nosotros mismos y luchemos por quien queremos ser y por lo que queremos hacer. Aunque se nos plantea entonces una cuestión difícil, ¿debemos siempre seguir fieles a nuestra esencia sacrificando con ello todo lo demás o hay cosas por la que merece la pena olvidar parte de nosotros mismos?


Una vez más, mil gracias por este bonito regalo. Podéis leer la reseña completa haciendo click aquí.

lunes, 17 de octubre de 2011

JUEGOS SECRETOS, de Todd Field



Durante este mes en el que Kate Winslet es protagonista en CAJÓN DE HISTORIAS, además de reseñar su estreno más reciente en la cartelera española, Contagio, he visionado Juegos secretos (Little Children es su título original, mucho mejor que la traducción, que invita a un morbo que el director evita en todo momento), por la que la actriz recibió una nominación al Oscar. 

Se trata de una película íntima, en la que todo va gestándose poco a poco, una película increíblemente bien rodada y bien contada. Juegos secretos nos cuenta la historia de una Sarah, madre de una niña a tiempo completo, una mujer que no se presta a los convencionalismos de las otras amas de casa de su vecindario, cuya mayor preocupación en la vida parece que es comentar lo atractivo que es el nuevo papá que se acerca con su hijo al parque.

Sarah, en cambio, es una mujer luminosa que tiene inquietudes más allá de su papel de madre en la vida y, harta de la monotonía de su matrimonio y de su marido obsesionado con masturbarse viendo fotos en Internet, descubre, por casualidad, y por un beso, un nuevo ardor en su sangre. Una Madame Bovary (a la que se hacen claras alusiones en la película) del siglo XXI, una mujer insatisfecha, exigente con sus sentimientos, que bucea en las espesas aguas de la infidelidad. 

Precisamente ese “padre buenorro” (Patrick Wilson, al que recordamos de Hard Candy. Este chico lo vale, aunque su carrera no termina de despegar...) es el hombre que despierta en Sarah sensaciones olvidadas. Es un padre de familia sin trabajo, que se prepara una oposición, y tiene unos sentimientos similares a los de ella, vive encerrado en un matrimonio que parece perfecto, con una mujer perfecta (a la que da vida Jennifer Connelly, correcta, aunque insuficiente si la comparamos con el resto del reparto) pero en el que falla el pilar fundamental: el amor. 

Paralelamente, en la cinta se cuenta la historia de un hombre (Jackie Earle Haley, también nominado al Oscar por su fascinante trabajo aquí) que, después de haber cumplido condena por pedofilia, sufre un tremendo acoso por parte de sus vecinos cuando es puesto en libertad. 

Tres personajes cargados de una amargura latente. Varias vidas cruzadas que van y vienen entre el aburrido balanceo de un columpio y la pasión carnal más desgarrada.

Lo mejor de Juegos secretos es, sin duda, sus interpretaciones, tres personajes tan sencillos y tan atípicos a la vez, tan asombrosamente humanos, que convierten sus desgracias en las nuestras, en un camino perpetuo hacia la búsqueda de la felicidad, escondida entre sombras. Kate Winslet vuelve a demostrar qué es la mejor de su generación, transmitiendo tantísimo con sus miradas y con sus silencios. 

Una película triste que habla de la vida insatisfecha, de las mentiras que la llenan y que nos esforzamos en creer a ciegas, y que también habla de la luminosidad del amor, de los latidos que renacen y erizan el cuerpo. Muy buena.

sábado, 15 de octubre de 2011

LA VOZ DORMIDA, de Dulce Chacón


Quería leer esta novela antes de que se estrenara la película que dirige Benito Zambrano y que parece una de las principales favoritas de cara a los próximos premios Goya. 


Quería leerla desde hace mucho tiempo, pero ya sabéis cómo las novelas se cuelan de manera caprichosa… así que cuando  me enteré de que iban a estrenar la película fui a la biblioteca y la busqué, esperando que no estuviera ya en manos de otro lector debido a la actualidad renovada que el filme le ha dado. 


Es la segunda novela que leo de Dulce Chacón, tras Algún amor que no mate, que no me terminó de convencer. Y la última que publicó la autora antes de fallecer en 2003, víctima de un cáncer. Cuando se publicó, yo estaba trabajando en una librería, y recuerdo que fue todo un éxito en su momento. La vendí muchísimo. 


Reza la contraportada que es una de esas novelas imprescindibles que todos deberíamos leer, para saber qué papel ocuparon las mujeres durante la Guerra Civil y aquellos primeros años de la dictadura franquista, tan duros. No sé si imprescindible o no, pero a mí me ha encantado. Me ha encantado porque Chacón refleja con luminosa humanidad lo que muchas mujeres, muchos hombres también, tuvieron que pasar durante aquellos años, simplemente porque su forma de pensar, sus ideas políticas, estaban del lado de los perdedores.


Puede que esta sea otra historia de la Guerra Civil, pero está contada con una sencillez que va escarbando poco a poco en el corazón del lector, hasta instalarse en él y arrancarle unas lágrimas. Porque los corazones también lloran. 


Desde el principio tuve la sensación de no conectar con el estilo narrativo de la autora, con sus frases cortas, sus párrafos cortos. Una sensación que ha ido acompañándome durante todo el libro y por eso pensaba que la sensación final sería agridulce, por tener entre manos una historia que me encantaba escrita de una manera que me disgustaba profundamente, pero al final se me ha olvidado hasta el punto de no poder reprimir las lágrimas y enamorarme de este libro, a pesar de la narración, que no es que sea incorrecta, es algo puramente personal, soy más de párrafos largos, de polisíndeton y asíndeton usados sin miedo, de adjetivaciones en su justa medida, pero hermosas y necesarias. De un lirismo, en general, que me ha parecido ausente, lo que, por otro lado, facilita la lectura hasta tal punto que cualquier lector puede disfrutarla sin importar su amplitud léxica o incluso su nivel cultural.  


Ha sido una tarea complicada. Complicada porque deseaba que la historia de Hortensia, de Elvira, de Tomasa o de Reme, encarceladas en la cárcel madrileña de Ventas, estuviera contada de otra manera. Pero al final todas ellas, todas las historias de estas mujeres luchadoras, alegres, resignadas o tristes, me han parecido preciosas. 


Igual me ha pasado con la protagonista, con Pepita, una mujer que con una sencillez, alejada de todo el odio que es capaz de despertar una ferviente ideología política, consigue enamorar al lector con sus ojos azulísimos, con su modestia y su carácter bondadoso, humano. Igual que enamora a Paulino. Un amor que creció en la distancia, pero que se mantuvo vivo durante años a pesar de las circunstancias que amenazaban con destruirlo. Pepita, más buena que el pan.  Que cría a una sobrina suya como si fuera su propia hija, y es que lo es, aunque no la pariera. Pepita que destaca en esta novela coral por encima del resto de personajes gracias a su calidad humana, con un perfil psicológico conseguido de una manera ágil y con un carácter con el que resulta fácil empatizar, a pesar del tiempo y de la diferente situación política y social.


La voz dormida, en definitiva, una novela que merece la pena leer, hermosa, valiente y triste, a partes iguales, que hace que la voz despierte y grite, con el alma encogida, que toda aquella sinrazón, no volverá a repetirse nunca más.

jueves, 13 de octubre de 2011

CONTAGIO, de Steven Soderbergh


Mister Soderbergh vuelve a rodearse de un reparto de lujo en esta película coral no apta para hipocondríacos, que llega mañana viernes a los cines y que he tenido la oportunidad de ver en el pase de prensa organizado esta misma mañana por Warner gracias al equipo de Ponte en pie.

La película, clara y directa, empieza desde el día dos en el que un virus letal se propaga por el mundo, desde Hong Kong hasta Estados Unidos. Una de las primeras víctimas es Beth (Gwyneth Paltrow), una ejecutiva de una multinacional americana que viaja hasta la otra parte del mundo para poner la primera piedra de una nueva construcción de su empresa. Desde ahí, sin saber donde la ha contraído, la enfermedad se extiende de manera inevitable. El inicio es espectacular. Soderbergh consigue con una música taladrante y unos primeros planos de los objetos que entran en contacto con el virus (barras de autobús, vasos en el bar, objetos cotidianos que todos tocamos, en definitiva) un estado de tensión y agobio en el espectador que dan ganas incluso de taparse la boca si alguien tose en la sala.

Soderbergh no consigue, sin embargo, mantener tal nivel de tensión durante toda la proyección (creo que hubiera sido deliciosamente insoportable) y se centra en varias líneas argumentales que repasan como distintos personajes se enfrentan al virus: el marido de Beth (Matt Damon) que intenta proteger a su hija de la infección a toda costa, tres médicos que intentan encontrar una vacuna (Fishburne, Cotillard y Winslet) o un periodista que utiliza el virus para ganar dinero como sea, incluso a base de mentiras, sin ética ni moral. 

Lo malo de Contagio es que, a pesar de todas las estrellas que componen el cartel, ninguna de ellas consigue brillar especialmente. Todos están bien, eso sí. Gwyneth Paltrow tiene unos minutos iniciales muy intensos y traumáticos. Le he dicho, a mi hermana, literalmente: "A Gwyneth le da un chungo muy heavy". Merece la pena verlo. Kate Winslet y Marion Cotillard, dos de mis actrices favoritas, apenas tienen oportunidad de desplegar sus miradas y sus grandes dotes interpretativas, pero las dos están más que correctas. Jude Law aparece especialmente feo (no está envejeciendo bien...). Y, aunque al final vuelve a subir la tensión, jamás se vuelve a alcanzar el clímax inicial y terrorífico de los primeros minutos.

Contagio nos cuenta una historia que ya nos han contado antes, pero consigue inquietar sin efectos especiales, es bastante cruda y desvestida de sentimentalismos (no por completo, alguno hay...) en la que Soderbergh hace gala de su efectividad y en la que las tres estrellas, aunque por los pelos, se las merece.

miércoles, 12 de octubre de 2011

SUPER 8, de J.J. Abrams


Ha sido el blockbuster del verano. Para muchos, una gran película que tiene, incluso, posibilidades de colarse en los próximos premios Oscars (yo no lo creo, quitando, si acaso, alguna nominación técnica…). Otros, en cambio, la han detestado. Aunque, sinceramente, ni una cosa ni la otra. Ni amor ni odio. Ese es mi veredicto.

Super 8 es una película de entretenimiento, efectista, con un aire retro y un montón de guiños a las películas de Steven Spielberg (quien, de paso sea dicho, es el productor de la cinta). Trata sobre unos niños que quieren rodar una corto de zombies y, para hacerlo, tendrán que sortear las trabas e impedimentos que les ponen sus padres, escapándose incluso de casa por las noches. Una de esas noches, ruedan cerca de la estación y justo tiene lugar un (espectacular) accidente de tren. Desde ese momento empiezan a suceder unas cosas extrañas, parece que en ese tren viajaba “algo” que no provenía de este planeta. ¡Qué sorpresa para los niños cuando descubran que han recogido imágenes de ello con su cámara Super 8! 

La película tiene mucha acción, los niños actúan francamente bien (sobre todo Joel Courtney y Elle Fanning, hermana de Dakota), y no le pondría pegas como película de entretenimiento si no llega a ser porque muchos de los sucesos que acontecen ya los hemos visto en otras películas.  Para mí, más que un homenaje, es una falta de creatividad. ¿Dónde está la línea divisoria entre homenajear y copiar? No creo que Super 8 sea una copia de ET, pero hay demasiados elementos comunes que hacen que la de 2011 se convierta en una película previsible en exceso.

Tengo que reconocer que el principio me fascinó, que la pasión de los niños por grabar su película me parece grandiosa, pero después la película tira por otros derroteros y, la verdad, pierde la magia, aunque sigas sentado en la silla sin poder parpadear, debido, claro está, a los efectos especiales de primera calidad.

Con todo, la recomiendo, sí, porque es entretenida, la recomiendo por el principio que nos devuelve las ilusiones que teníamos de niños, que a veces se hacen realidad, aunque la mayoría de ellas se disuelven en el olvido, y dejamos de hacer lo que más nos gusta por un injustificable miedo de adulto, por estar demasiado ocupados o porque es un sueño demasiado ambicioso. Cuando explota el tren, la película decae y podemos desactivar el cerebro y ver desfilar las imágenes sin más, puesto que todo es demasiado sencillo, Super 8 para ver y olvidar, pero hay veces que, según las circunstancias, eso tampoco está mal, ¿no?

lunes, 10 de octubre de 2011

CARTA DE UNA DESCONOCIDA, de Stefan Zweig



Esta novela breve es una de las obras que, décadas después su publicación, sigue despertando el interés de los lectores, y no son pocas las reseñas que han aparecido en los últimos meses por la blogsofera. 

Se trata de una novela epistolar de una mujer en los albores de la muerte, desesperada tras el fallecimiento de su hijo, que escribe una carta larga y desgarrada a su único y gran amor, que no es tal. Y, cuando la muerte está a punto de llegar, está carta que nace como un ejercicio de amor se transforma sin quererlo –o quizá sí- en un llanto de odio y rencor, sin lágrimas y sin gritos y sin obscenidades, pero no es amor lo que me ha transmitido, sino todo lo contrario, envuelto en una capa sutil de amabilidad.

No me ha gustado, porque, tal y como he comentado en otras ocasiones, considero que la verosimilitud es muy importante y, en esta historia, desde mi subjetiva opinión, carece de ella. Puede que en otras novelas haya personajes que se eleven, que se comuniquen con espíritus o incluso que sean magos de prestigioso renombre, cosas totalmente fantásticas e increíbles, pero contadas tan bien que el lector es capaz de vivirlas. Aquí, sin embargo, todo lo que acontece es posible, pero no llegué, en ningún momento, a empatizar con la protagonista, y si hubiera tenido la oportunidad de tenerla delante, la habría llamado estúpida, estúpida por dejar escapar al que consideraba el amor de su vida sin ni siquiera apostar por ello, sin ni siquiera intentarlo. Además, el escritor, el hombre que recibe la carta, cuyo nombre desconocemos, tan sólo su inicial, R., parece aquejado de algún trastorno amnésico que le impide recordar rostros con los que se ha cruzado no pocas veces en su vida, rostros que ha visto en situaciones íntimas y sexuales.

En cuanto al estilo, me ha disgustado también. No porque considere que Zweig escriba mal, porque no lo hace, de hecho es capaz de describir cada situación de una manera sencilla y clara, y el lector es capaz de dibujar las imágenes y las situaciones en su cabeza, pero me ha disgustado simplemente porque su estilo no conecta conmigo, y la profundidad con la que quiere dotar a su obra es tan evidente que me produce rechazo. Todo está cargado de un ambiente plomizo pero carente de verdad, vacío de realidad.  La reiteración de la apelación “querido”, me parece excesiva e hipócrita. “¿Querido?, ¿Por qué después de tantísimos años amando en silencio decides escupir tus obsesiones cuando ya no hay solución para tu vida y para esa relación frustrada?” – le diría a la protagonista.

Sé que a muchos de vosotros os ha encantado, algunos incluso habéis derramado lágrimas. Sé de otros a los que ha disgustado. A los que no lo habéis leído, os lo recomiendo y son dos las razones para hacerlo: uno, por la brevedad; y dos, porque quizá comprendáis a la protagonista y su sentimiento, o quizá os pase como a mí, porque, os guste o no, no os dejará indiferentes, y eso es interesante.

domingo, 9 de octubre de 2011

LARRY CROWNE, NUNCA ES TARDE, de Tom Hanks


Dos pesos pesados del cine, Tom Hanks y Julia Roberts, que han puesto sus nombres con letras gigantes en el póster de esta película, no hacen más que evidenciar el (triste) paso de los años en Larry Crowne, un producto hollywoodiense con el típico mensaje hollywoodiense del American Dream que tanto apesta, sobre todo en estos tiempos.

Tom Hanks dirige, produce, escribe y protagoniza esta película sobre un hombre que, tras ser despedido del trabajo por no tener estudios (aunque es el mejor en lo suyo) decide volver a la universidad y se liga a su profesora (Julia Roberts). Me parece que lo malo de asumir tantas funciones en un proyecto es la pérdida de objetividad. ¿Nadie le ha dicho a Hanks que esta película se acercaba bastante a la basura? Él, que habría merecido por derecho propio ser el protagonista del mes en CAJÓN DE HISTORIAS, gracias a papeles como el de Forrest Gump, Philadelphia, Náufrago o Salvar al soldado Ryan, que volvía a la pantalla grande con otra grande, está en Larry Crowne flojísimo, pero flojísimo de verdad...

Julia Roberts, la novia y la sonrisa de América, la pretty woman, reina de la comedia romántica, vuelve a explotar aquí su sonrisa, que ya cansa un poco (veinte años de sonrisas son demasiados, quizás, si no vienen acompañadas de otras cualidades) pero he de reconocer que su interpretación es lo mejor de la película, su mal carácter, su personalidad desequilibrada, su acidez e incluso su histrionismo en algunas escenas. Si no fuera por ella, estaríamos ante la quinta entrega de Películas para olvidar.

Nos la quieren vender como una película de amor, pero no es eso. En realidad no es nada, sólo un producto que entretiene, a duras penas, durante dos horas, pero lo que pretende ser es la historia de una superación, con un mensaje moralista que queda desfasado en estos tiempos de crisis: estudia y llegarás lejos. Queridos diplomados, licenciados, aquellos que habéis estudiado másters, cursos de formación y especialización y que estáis sin trabajo, por favor, no vayáis a verla si no queréis indignaos más todavía, como me ocurrió a mí.

sábado, 8 de octubre de 2011

LA CARA OCULTA, de Andrés Baiz


La cara oculta es una producción hispano-colombiana que ha nacido como producto de entretenimiento y que, al menos, su cometido, lo consigue. Sin muchos aciertos, eso sí. Andrés Baiz, en su segundo largometraje, sigue demostrando unas carencias narrativas y cinematográficas demasiado grandes e imperdonables como para incluirle entre los directores que merecen atención. 

Mi relación con esta película ha sido desastrosa: vi el trailer, mi hermana pequeña me la recomendó (y me suelo fiar de su buen criterio), pero cuando entré en la sala y descubrí la forma en la que el director contaba la historia, casi me pongo a llorar. En el trailer descubren el pastel. Por eso no lo pondré aquí, de hecho, me estoy replanteando seguir viendo trailers. A mí, que siempre me han gustado, creo que todo se ha distorsionado y no son pocas las películas en las que revelan todo el argumento en el trailer, un craso error. Es como si en una crítica literaria os contara el argumento con principio, nudo y desenlace (hay blogs que lo hacen, por eso suelo ir con cuidado...) 

Para los que vayan a ver La cara oculta, incluso sin saber nada del argumento, os diré que es bastante floja, que los actores están bastante sosos: Quim Gutiérrez, que es un pedazo de actor, no da la talla aquí. Martina García, lo intenta, pero tiene limitaciones evidentes, y tan sólo Clara Lago (¡qué guapa es esta chica!) está aceptable, con algunas escenas brillantes.

Una trama sin sorpresas (al menos para mí, no las hubo), en la que el director parece que quiere decirnos: "Cuidado, las mujeres son unas hijas de puta" (perdón por la expresión, que conste que no es mía, por eso la entrecomillo), pero en la que, si ves un poco más allá, te das cuenta de que el verdadero "malo" de la historia es el personaje masculino, y toda la historia peca de machista. 

A pesar de los tropiezos del guión, La cara oculta es un producto entretenido que se deja ver, para olvidar inmediatamente después, con una vocación comercial (que funciona, de hecho), con demasiadas escenas sexuales innecesarias, perfecta para una tarde de cine sin pretensiones y que gustará, sobre todo, a adolescentes con acné que disfrutan de los placeres solitarios y de los thrillers piscológicos por igual.