El video -dirigido por el marido de la cantante, Nick Cannon- no es original ni excesivamente bueno, pero la artista sale guapa y muy bien acompañada por un "super cachas". Además, en los minutos finales se ve a Mariah derrochando voz y sentimiento.
Fernando Botero es uno de esos artistas que no pueden quedarse al margen de las cosas que suceden en la sociedad de su época. Aunque ha afirmado en varias ocasiones que el artista no debe meterse en temas políticos, sino que tiene que “mantenerse fiel a las ideas estéticas” vuelve a demostrar que sus obras pueden convertirse en todo un acto explícito de denuncia, lo que evidencia el poder del arte como medio de comunicación y expresión. En esta ocasión estamos ante 79 obras que muestran las torturas cometidas por soldados estadounidenses en la cárcel iraquí de Abu Ghraib, y en las que podemos observar la perspectiva de las víctimas y no la del torturador: prisioneros desnudos, maniatados, con los ojos vendados, colgados, unos encima de otros o incluso algunos atacados por un perro… figuras sangrantes atormentadas que transmiten el dolor mucho mejor de lo que podría hacerlo incluso una fotografía.
Botero, artista prestigioso y personal, tiene un estilo plenamente figurativo caracterizado por una técnica muy cuidada y una plástica que tenía sobre todo en sus inicios un cierto aire naïf –ingenuo en francés-, que él mismo reconoce heredera de Piero Della Francesca y que se define en lo temático por la representación de personas y animales siempre con una perspectiva agigantada, figuras corpulentas o incluso obesas, en lo que algunos críticos han querido denominar “Gordismo”. En cuanto a los colores, destacar que en la exposición que nos ocupa predominan los oscuros, el verde oscuro y el rojo oscuro de la sangre, pero en cada pintura aparece una pequeña ventana blanca que establece el contraste entre la luz de afuera, símbolo de la esperanza, y la tortura de la prisión.
A pesar de la potencia y del dolor que se transmite puede considerarse todo un canto a la libertad, libertad que les fue robada a estos hombres y que pone de manifiesto la degradación y la humillación que sufrieron, reclamando así una dignidad que no debería perderse jamás. Botero, tras “sacarse la rabia” tal y como ha afirmado durante la realización de la obra lanza en cada uno de los 79 lienzos una pregunta al mundo: ¿Qué país o que mandatario es capaz de permitir que ocurran semejantes atrocidades? Que cada cual saque sus propias respuestas.