Me enfrentaba a este clásico de la literatura universal con respeto. La primera obra que leí de Camus, El extranjero, no terminó de convencerme. La peste tampoco lo ha hecho. Quizá porque la he leído en francés y en esta lengua me cuesta más leer entre líneas. Quizá…
La cuestión es que el inicio de La peste me pareció realmente maravilloso y trepidante. Un inicio que prometía que estaba ante una de las grandes obras que leería este 2010. En estas primeras páginas es en las que se relata como empiezan a morir las ratas en Orán y después desaparecen. Justo en ese momento es cuando se dan los primeros casos de peste bubónica en humanos.
Camus hace una crónica de la enfermedad, de cómo se cierran las murallas de la ciudad, de lo doloroso de perder a los seres queridos, de la separación en todas sus formas y la dignidad. Una crónica certera, sin duda, pero que me ha dejado tibio. Me esperaba mucho más de un Nobel de Literatura.
De los personajes, el médico Rieux se desmarca por su protagonismo, pero ha sido Rambert el que más me ha convencido, por demostrar una evolución, por pasar del individualismo al existencialismo colectivo y solidario que nace con sinceridad.
Es cierto que los pequeños detalles heroicos de alguno de los personajes, reflejo de la exploración en el alma humana que realiza Camus, hacen que esta obra contenga algunas pequeñas perlas. Pero lo que espero, lo que necesito de una gran novela es que me agite el estómago y me oprima el pecho. Y La peste no lo ha conseguido.
La cuestión es que el inicio de La peste me pareció realmente maravilloso y trepidante. Un inicio que prometía que estaba ante una de las grandes obras que leería este 2010. En estas primeras páginas es en las que se relata como empiezan a morir las ratas en Orán y después desaparecen. Justo en ese momento es cuando se dan los primeros casos de peste bubónica en humanos.
Camus hace una crónica de la enfermedad, de cómo se cierran las murallas de la ciudad, de lo doloroso de perder a los seres queridos, de la separación en todas sus formas y la dignidad. Una crónica certera, sin duda, pero que me ha dejado tibio. Me esperaba mucho más de un Nobel de Literatura.
De los personajes, el médico Rieux se desmarca por su protagonismo, pero ha sido Rambert el que más me ha convencido, por demostrar una evolución, por pasar del individualismo al existencialismo colectivo y solidario que nace con sinceridad.
Es cierto que los pequeños detalles heroicos de alguno de los personajes, reflejo de la exploración en el alma humana que realiza Camus, hacen que esta obra contenga algunas pequeñas perlas. Pero lo que espero, lo que necesito de una gran novela es que me agite el estómago y me oprima el pecho. Y La peste no lo ha conseguido.