jueves, 30 de octubre de 2014

Reseña | Némesis, de Philip Roth


Némesis es la historia del profesor Bucky Cantor, que no pudo participar en la IIª Guerra Mundial, como era su deseo, debido a un problema de visión. Lo que no sabía es que durante el verano de 1944 tendría que enfrentarse a otra guerra, también cruel, la de la polio. Un fuerte brote se extiende por Newark, acabando con la vida de varios niños.

Y Némesis era, en la mitología griega, la diosa de, entre otras cosas, la venganza. La que infringía un castigo a los hombres cuando hacían algo que no era correcto. La diosa de la justicia retributiva, la que buscaba el equilibrio. 

Empiezo a leer Némesis por la iniciativa de Rustis y Mustis, y en plena crisis del ébola en España, cuando estábamos todos muy susceptibles con el tema, especialmente por la ineficiente gestión política, con una ministra inepta y un consejero de sanidad madrileño responsabilizando a la víctima, por no hablar del tratamiento que han dado muchos medios de comunicación y el asesinato del perro. Esto ha propiciado que haya vivido la lectura con más intensidad, aunque, probablemente, la hubiera disfrutado igual (si es que un libro así se puede disfrutar) en otro contexto. Porque Philip Roth logra, a través de las palabras, una gran profundidad y precisión. 
 
 
Némesis es una novela durísima en la que se expone con maestría cómo el protagonista se cuestiona no la existencia de dios, pero sí su actuación cruel y despiadada, asesinando o dejando paralizados a niños sanos, deportistas, inocentes. Porque Bucky Castor es un buen judío y no puede entender que algo así esté ocurriendo. También es una novela sobre la culpa que se instala en las entrañas, que te paraliza el cuerpo como la misma polio. 

La trama avanza, sin prisa pero sin pausa, desplegando el desasosiego como la epidemia. Una novela intensa, escrita con maestría, con pulso firme de un escritor viejo y sabio.  Y con un final que destroza. Acercase a Roth es todo un acierto.

Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria

lunes, 27 de octubre de 2014

Crítica | 10.000 km, de Carlos Marqués-Marcet


Ganando tú me pierdo yo, y mira que te lo advertí... 

Esta película se inicia con una escena de sexo. Un polvo. Y a raíz de ahí, todo se desmonta. Porque el mundo puede desplomarse en un instante. A ella le han ofrecido un trabajo en Los Ángeles. Un año entero fuera. Algo que había deseado desde hace mucho tiempo, una oportunidad que no puede dejar escapar. Él, profesor, quería tener hijos. Los dos, parece ser, querían. Vente conmigo. ¿Cómo? No puedo dejar mi vida en Barcelona, el curso, los alumnos. 

Y la relación, sólida, se convierte en una relación a distancia. A 10.000 kilómetros. 

Carlos Marqués-Marcet ha rodado una historia demasiado común, cada día más común, un espejo de la realidad, del amor diluido en conversaciones de Skype, sin el tacto necesario, ni la densidad de los suspiros, ni más escenas de sexo, como esa del principio. Un retrato de la sociedad capitalista, cada vez más radicalizada, incompatible con cualquier proyecto común, con cualquier plan de vida estable. Un sistema cruel que despliega sus tentáculos. A Alex y Sergi les alcanzó la desdicha. La mala fortuna de vivir un año separados, quizás "una prueba de amor". 10.000 km es una película de verdad, que hiere, que hace mucho daño cuando el espectador  puede verse reflejado en ella. Por lo que pudo haber sido y nunca fue.

Pero el mayor logro, además, es refugiar el drama tras una capa de cotidianidad, de sonrisas y risas, de cercanía a través de la pantalla, la que separa el largometraje del espectador, fuera, y la que separa a los actores, dentro. Los actores. David Verdaguer y Natalia Tena. Sosteniendo la mirada, aguantando el alma prendida, a punto de caerse. Ambos realizan un trabajo actoral digno de todos los elogios, de dos vidas que eran una y se partió. Porque 10.000 km es la pelea de dos jóvenes que se aman contra el sistema, un sistema que les ha engullido. Y tiene muchas más lecturas esta película, que bucea en el patriarcalismo que sigue patente, que ha adquirido nuevas formas, pero sigue siendo patriarcalismo, a pesar de todo. Y en la dignidad de ella frente a cualquier imposición soterrada.  

Una de las mejores películas españolas de este 2014, que triunfó en el Festival de Málaga, que merece estar presente en los próximos Goya. Marqués-Marcet subirá a recoger el cabezón como Mejor Director Novel, y, si los académicos son justos, David Verdaguer debería hacer lo propio con el Goya al Mejor Actor Revelación, y no sucumbir a la mediocridad de los roviras o los niños mediáticos. Porque la suya es una interpretación madura, de animal herido. De hombre enamorado al que le ha tocado perder, y eso le pone en una situación de ventaja frente a ella, que es la que se ha marchado. Pero no por eso la situación de ella es más fácil, no vista desde dentro, porque a ella, al fin y al cabo, también le falta el cariño y la otra cabeza apoyada en el otro lado de la almohada. 

10.000 km es una película actual. Soy yo, son mis amigos. Es mi generación, una generación engañada, hastiada y harta. Y, ya lo dije, la película duele, pero merece tanto, tanto, la pena verla... Porque el cine, también es eso, esa profundidad en la que reconocerse. Me ha costado escribir esta reseña, porque la película, más de dos semanas después del visionado, me sigue haciendo daño.

Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria


martes, 21 de octubre de 2014

RESEÑA | LAS METÁFORAS DE AMÉRICA LATINA, de Maruja Torres


Un viaje, un viaje así, jamás lo devuelve a uno al lugar de procedencia en las mismas condiciones en que salió. 

Rebuscando en Amazon, encontré esta recopilación de artículos que escribió Maruja Torres en 1992 para El País. Se trata de un viaje en tren por América, por El Sur, de Chile a México, de sur a norte, hasta la frontera con Estados Unidos, donde los sueños cambian de forma (se deforman, diría yo). Fueron diez semanas. Diez semanas para impregnarse de un continente que entonces estaba devastado, saqueado constantemente, a veces por unos (España, siglo XV), a veces por otros (Estados Unidos, siglo XX), a veces por ellos mismos. E incluso devastado lucía hermoso, como no hay otro.  

La escritora relata la pobreza y la riqueza encontrada en muchos de esos países mientras peleaba por encontrar un tren en el que continuar su viaje. El ferrocarril decrépito que ya no existe. Todos mis viajes por Latinoamérica los he hecho en autobús, nunca en tren. Solo uno turístico para ir desde Cusco a Machu Picchu. El resto de trayectos, en bus. Y en Uyuni, en Bolivia, pude ver el cementerio de trenes, una fotografía de otro tiempo, una estampa de una decrepitud antigua, porque, por por suerte, muchos de esos países del continente supieron desasirse de esas cadenas para levantar el vuelo, para respirar de otra manera. O, al menos, están aprendiendo a hacerlo, a construir futuro. Parece que ganaron, por fin y afortunadamente, algunas revoluciones ciudadanas. 

Y lo más gracioso es que, curiosamente, la mayor parte de este libro, la leí en un tren, recorriendo Irán. Un viaje dentro de otro viaje, para rememorar recuerdos de Chile, de Bolivia, de mi Bolivia querida, de Perú y Ecuador. Para aumentar las ganas de sentir Argentina, de bañarme en las playas de Colombia y de caminar por Centroamérica. 

Es un libro breve, el germen de Amor América, un viaje sentimental por América Latina. Un relato de supervivencia, la supervivencia de la propia escritora, la de un continente y también la de la gente, la gente latinoamericana. Es un canto de amor por su dignidad, por su vitalidad pegada a la piel y por sus ojos a veces tristes. Estaba empezando a dolerme decir adiós a tanta gente a la que ya quería.

Y de repente, un par de frases llegan para punzarte el corazón. Que guardo en un lugar destacado al que volver a menudo cuando no sepa por donde seguir:  

Camino de Puno, para tomar el tren con destino a Cuzco, me prometí que alguna vez tendría que regresar a Bolivia. Y estas promesas forman parte de las argucias con que una se las arregla para tolerar la nostalgia.


Os dejo una de mis canciones favoritas, Canción con todos, para que suene mientras leéis a Maruja Torres. Siento al caminar toda la piel de América en pie y anda en mi sangre un río que libera en mi voz su caudal..

Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria

viernes, 17 de octubre de 2014

CRÍTICA | LA ISLA MÍNIMA, de Alberto Rodríguez



Un peliculón.

Esta reseña podría resumirse en esa única frase, porque Alberto Rodríguez ha realizado un ejercicio fantástico que conjuga la máxima tensión con la belleza visual. La isla mínima es un exponente del mejor cine español, del cine más oscuro y más sucio que controla hasta el mínimo detalle estético y narrativo. Un derroche de buenas interpretaciones y de precisión técnica. 

Desde ese primer plano cenital, La isla mínima engancha. Esas marismas del bajo Guadalquivir, en Isla Mayor, un pueblecito de la provincia de Sevilla, enamoran a cualquiera. Un entorno espectacular que el director (sevillano) no ha desaprovechado para que su película luciera hermosa. Para llenar de luz una trama oscura cargada de aristas y matices que van cubriéndose y descubriéndose poco a poco, sin prisa, a su debido tiempo, creando la atmósfera pertinente para que la tensión vaya adentrándose en el cuerpo lentamente hasta un final casi irrespirable. Y limpio, muy limpio, sin trampas ni juego sucio. 

Protagonizada por Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez, ambos, en las mejores interpretaciones de sus carreras. Arévalo siempre es efectivo y los años de experiencia le sientan bien. Javier Gutiérrez, con una dilatada carrera de secundario, consigue aquí perfilar a su personaje perfectamente, dotándole de una brutalidad que acongoja y capaz de aguantar la mirada en los momentos más duros de la cinta. Ambos tan contrapuestos y tan bien complementados. Ambos, acostumbrados a registros más cómicos, demuestran solidez apabullante para el drama. Detrás de ellos, Antonio de la Torre (siempre impecable, aunque aquí tenga un papel muy pequeño), Nerea Barros (que hace una buena labor, a excepción de alguna escena algo sobreactuada) y Jesús Castro, el niño, el guapo, con más carisma interpretativo aquí que en el largo que le ha dado la fama.

En definitiva, La isla mínima es el mejor retrato de la calidad cinematográfica del cine español, capaz de realizar un thriller en el que la identidad cultural queda patente, en el que no se renuncia a contextualizar la historia en nuestra Historia. Imprescindible. 

Un apunte extra (e intrépido):
Es la mejor película española que he visto en lo que va de 2014, y mejor que todas las que vi en 2013. El próximo Goya a la Mejor Película debería llevar grabado este título. De hecho, haciendo un repaso rápido de las categorías puede que La isla mínima sea la gran triunfadora y se alce con unos bien merecidos 8 cabezones.

martes, 14 de octubre de 2014

RESEÑA | FÁCIL DE MATAR, de Maruja Torres


Fácil de matar es una novela negra, y muy ácida, protagonizada por Diana Dial, el personaje que colma una buena parte de la producción literaria de Maruja Torres, protagonistadel mes en CAJÓN DE HISTORIAS.
La historia comienza con el asesinato en un atentado terrorista de Tony Asmat, miembro de una de las más familias cristianas más influyentes de Líbano –en realidad varios asesinatos, porque dos de sus empleadas fueron víctimas colaterales-. Pero a la protagonista, antigua periodista metida a detective, el asunto le parece turbio y se pone a investigar, lo que le llevará a situaciones complicadas, algunas muy cómicas y surrealistas, y entretenidas siempre.

Porque Fácil de matar es un libro que se disfruta de principio a fin, que va creando una trama sin demasiados reveses pero lo suficientemente revoltosa como para mantener enganchado al lector. Además, Diana Dial se convierte en uno de esos personajes literarios memorables y deliciosos. Junto a ella desfilan toda una serie de secundarios, unos más protagónicos que otros, que van llenando la novela de pinceladas de frescor: especialmente memorables los capítulos en los que aparece la matriarca de la familia Asmat y el embajador español coleccionista de crucifijos.

En algún lugar leí (en Diez veces siete, si no me equivoco) que esta novela fue el resultado de recoger durante varios años las cosas malas de Beirut, donde vivió Maruja Torres durante una época. Las buenas, que eran la mayoría y las más importantes, se han quedado pegadas a su piel. Pero esas cosas malas hacen de Fácil de matar una excelente radiografía del Líbano actual, tan complejo y con tantos conflictos por resolver. Un caldo de cultivo de tensiones siempre a punto de explotar. Y explotando de vez en cuando para arrasar todo lo que encuentre a su paso. Un país de contrastes, de superficialidad extrema y, a la vez, de autenticidad enraizada.

Una novela ágil, fresca y recomendable. Y perfecta para conocer la producción literaria de Maruja Torres.

Las frases:

Locuacidad chillona, y el derroche de tinta agresiva son dos de las características principales del periodismo actual, se dice. Resultan más baratas que hacer un buen reportaje sobre lo que ocurre, y excitan más al público.

Inevitablemente siente la nostalgia que le producirá, en el futuro, tropezar con una persona o abrir un mapa o ver un informe del tiempo en la televisión; cualquier nadería le devolverá los aromas y las pasiones de los días aquí transcurridos.

En Europa tenemos estafadores, marrulleros, despiadados también, pero mediocres todos. 

Texto: Ismael Cruceta @Cajondehistoria

viernes, 10 de octubre de 2014

TEATRO | UN BUEN SAMARITANO


En una situación desesperada, un buen samaritano se ofrece a ayudarte. Lo que no sabes es que abrirle las puertas de tu casa puede hacer saltar por los aires el frágil equilibrio de tu vida.
Desde muy al comienzo, esta obra de teatro logra crear una atmósfera dramática en la sala: la protagonista fue torturada durante la dictadura y ahora la vida parece ponerle delante a la persona que estuvo a punto de quitársela. Una situación que, además, pone en peligro el proceso de paz, justo ahora que la clase política quiere pasar página, como si fuera así de fácil obviar el terror. Como si el fascismo se fuera por el desagüe de la ducha, se pudiera dejar guardado en un cajón. 
No se mencionan países. No hace falta. La historia está tan bien contextualizada que se sabe perfectamente de qué país se está hablando. Además, las dictaduras se parecen demasiado, podría ser España, incluso hoy, cuando aún no han querido devolver la dignidad a todos aquellos que fallecieron, a sus familias. Y es que en Un buen samaritano el espectador se convierte en un fisgón de la intimidad de un matrimonio marcado por una dictadura pasada, pero aún muy viva. 
Un buen samaritano es una obra pequeña pero muy grande: consigue contar mucho más de lo que dice el texto, consigue llegar a lugares profundos y, sobre todo, consigue que el espectador se plantee cuestiones relacionadas con el perdón, con los vínculos afectivos fortalecidos por la tragedia. ¿Sería capaz de perdonar a quién me marcó la vida para siempre? ¿a quién me rompió en dos? Pero la obra es también construcción y reconstrucción, es seguir adelante cuando las razones se difuminan. 
Tres actores que sacan adelante un texto inteligente, especialmente la actriz Marta Gago, en una descarga de intensidad que logra encauzar: es una de esas interpretaciones que no pueden llorar sobre las tablas, pero esas lágrimas tienen que salir una vez finalizada la obra. 
Un buen samaritano es una obra de las que duelen, de las que sales de la sala con un nudo el estómago pero con las terminaciones nerviosas henchidas de gratitud, porque hay historias que merecen ser contadas, perdones sobre los que merece la pena reflexionar. Absolutamente recomendable, por todo el corazón que hay en ella.

La obra va a estar tres fines de semana en Madrid, en la Sala La Tirana Malas Artes. No os quedéis sin verla. Podéis encontrar entradas AQUÍ.

Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria 
Imagen: La Tirana Malas Artes

jueves, 9 de octubre de 2014

Los NOBEL DE LITERATURA en CAJÓN DE HISTORIAS


A las 13:00 horas de hoy jueves, 9 de octubre de 2014, se conocerá quién es el escritor o escritora galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Murakami suena en todas las apuestas, aunque es problable que, otro año más, se quede sin este reconocimiento. El único español que aparece en las quinielas es Javier Marías, digno merecedor del premio.

Repasamos alguna de las entradas que hemos dedicado en CAJÓN DE HISTORIAS a novelas de escritores que recibieron el Nobel de Literatura en años anteriores:
 

Es una novela en la que ser respira el ambiente opresor, la anulación de la dignidad humana. El miedo. El horror. Pero el estilo de Müller está cargado de bellas imágenes, de una prosa poética que recubre el texto. Una mezcla que parecía imposible y que rezuma maestría.

La casa verde, de Mario Vargas Llosa
La casa verde es una llamada de atención a determinadas prácticas de la iglesia católica en Latinoamérica, al genocidio contra los pueblos indígenas peruanos: los huambisas, los aguarunas, los mangaches. Y también es un retrato de lo cuesta arriba que se hace a veces la vida, quizá por los climas extremos del desierto o de la selva, quizá por la soledad.
 
Crónica de una muerte anunciada es un ejemplo, condensado, del virtuosismo narrativo de García Márquez, que mantiene al lector fascinado durante todo el libro, con esa capacidad mágica para mezclar aquello que puede parecer desnudo de artificios con la más pura fantasía, pero es que en Colombia, y en otros lugares de América Latina ese realismo mágico sigue vivo en cada calle. 
 
El señor de las moscas es una novela entretenida desde el punto de vista argumental, sencilla desde el punto de vista estilístico y cuyo valor reside en todo lo que entraña, en todo lo que no dice pero que sí cuenta, en esa pérdida de la inocencia, pero sobre todo, en el paralelismo con una sociedad que finge ser civilizada cuando la barbarie animal está pegada a su piel, el paralelismo con la decadencia organizativa de un primer mundo perdido en una isla desierta. 
 
Una novela imprescindible que habla de la soledad, del arrepentimiento, del tiempo. Del yugo de la religión, del autoritarismo febril que se apodera de las mentes huecas. Una novela ambiciosa, ambiciosísima, que consigue desasirse de las etiquetas mediocres para convertirse en una obra capital de la Literatura con mayúsculas.
 
Camus hace una crónica de la enfermedad, de cómo se cierran las murallas de la ciudad, de lo doloroso de perder a los seres queridos, de la separación en todas sus formas y la dignidad.
 
El museo de la inocencia trata sobre un amor obsesivo que se prolonga a lo largo de los años, un amor que se inicia de una manera apasionante y por el que el protagonista, Kemal, renuncia a todo, incluso a una vida matrimonial que se preveía perfecta 


martes, 7 de octubre de 2014

RESEÑA | DIEZ VECES SIETE, de Maruja Torres


Una chica de barrio que nunca se rinde. Así reza el titulillo de este libro de memorias que nos regala Maruja Torres por su 70 aniversario y su décima reinvención, porque la escritora cuenta que cada siete años se ha reinventado (un poco como Madonna, jaja). En realidad explica que los cambios han llegado a veces como un soplo de aire fresco a su vida, otras, en cambio, el proceso no fue fácil. 

Diez veces siete se inicia con el día en que puso un punto y aparte a una etapa de su vida: la que le vinculó durante tantos años a El País. El Químico (así llamaban al entonces director, que sucumbió más tarde a su propio método de disolución) la llamó a su despacho por última vez para ofrecerle algo inaceptable. No tuvo que ser fácil, no lo fue, y sin embargo, tal y como cuenta más adelante, logró más prestigio marchándose que quedándose en ese periódico que en otra década era lo más progre, y que ahora no es más que otro mecanismo rancio y servil a la casta política y financiera decrépita de España. Hizo bien Maruja en marcharse, para no ver morir lo que en otra época era el referente del periodismo en nuestro país. Y mira ahora, ya apenas ni país queda... 

Con el libro durante mis vacaciones en Irán. (Foto en Persépolis)
De ahí, Maruja enlaza con sus recuerdos de infancia humilde en el raval de Barcelona, rodeada de mujeres (alguna de ellas putas), sin apenas referentes masculinos, su padre se marchó para no volver, y eso marcó su vida. Luego llegamos, en un vaivén de anécdotas, a su época de periodista, de cómo fue ganándose la fidelidad de los lectores, de las decisiones que tuvo que tomar para conseguir ese prestigio que hoy posee, ese nombre, el suyo, vinculado a dignidad periodística. Con especial intensidad narra sus años de retiro voluntario en Líbano, que tanto le dio. De la amistad, tan importante en su vida. Tan hermosa. Y también habla de amores, pero siempre en un segundo plano, y el lector pronto se da cuenta de que ese es el lugar que han de ocupar.

Diez veces siete es un libro que contribuye a comprender mejor la producción literaria de Maruja Torres, protagonista del mes en CAJÓN DE HISTORIAS. Un libro que, como la vida misma, tiene momentos muy divertidos (hay una anécdota al final que es muy brutal pero que logra que estalle una carcajada en el lector), otros más duros, de embudo, de esos por los que cuesta pasar, pero que finalmente se quedan atrás. Pero por encima de todo eso, Diez veces siete se convierte en una especie de expiación que deja por escrito la escritora, un libro sobre la relación que mantuvo con su madre, haciendo de ella la mujer que es, reconociendo que era un espejo en el que no mirarse, y sobre la culpa tácita que hay veces que se instala en alguna parte del cuerpo. 

Diez veces siete es un libro necesario sobre la vida, sobre la libertad y sobre la perseverancia. Incluso si para seguir siendo uno mismo (una misma), es necesario cambiar de piel hasta una decena de veces. 

Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria

sábado, 4 de octubre de 2014

Mis canciones del mes de octubre



10.Malú: Deshazte de mí (-5)
Baja cinco puestos con respecto al mes anterior, pero es digno de elogiar todo lo que ha cosechado Malú con su álbum Sí tras 15 años de trabajo en la música.



9. Maroon 5: Maps (N)
¿Habéis escuchado ya el nuevo álbum de Maroon 5? Maps es uno de sus mejores temas, que crece en intensidad y que tiene un rollo muy especial.



8. Bebe y Los Deliqüentes: Después (-5)
Prometo rescatar esta canción si algún día aquello que hago deja de tener sentido para mí. Recordarme que "yo quiero vivir y comer jamón" y marcharme, donde sea, lejos o cerca, para tomar de nuevo las riendas.



7. Vanesa Martín: Sin saber por qué (-6)
El Número 1 del mes pasado baja 6 puestos en esta lista, mientras seguimos descrubiendo a fondo los temas de Crónica de un baile.



6. Calle 13: Así de grandes son las ideas (N) 
Una canción cargada de verdad en cada frase. Así de grandes son las ideas es el nuevo tema que nos presenta Calle 13, para escuchar con atención.



5. MAGIC!: Rude (N)
Rude es una canción a medio camino entre el reggae y el pop. Una de las revelaciones de este 2014.



4. Shy'm: La malice (N)
La francesa Shy'm regresa con La malice, single presentación del que será su quinto álbum. Un tema absolutamente pegadizo desde la primera escucha y una producción que pop en esencia que es digna de elogios.



3. Ismael Serrano: La llamada (-1)
El cantautor madrileño desciende una posición en esta lista, pero se mantiene sonando arriba con esta llamada, que musicalmente supone un viraje en su trayectoria hacia un estilo algo más comercial y con una mayor influencia de la música latina. En cuanto a la letra, eso sí, conserva su personalidad para contar estas historias tristes que han de rebelarse contra un sistema podrido.



2. Coldplay: A sky full of stars (+4)
Acariciando el Número 1 se queda el grupo británico con esta canción que combina la elegancia con la fuerza.


1. Coeur de pirate: Mistral Gagnant (N)
Coeur de pirate consigue su segundo Número 1 en CAJÓN DE HISTORIAS gracias a Mistral Gagnant, una mítica canción de Renaud que la artista de Québec ha versionado para el álbum La bande à Renaud. Mistral Gagnant es un tema sobre la infancia perdida, de la que se habla con produndo amor y nostalgia que daña, y que Coeur de pirate canta con la voz al borde de quebrarse siempre. Maravillosa. Te parler du bon temps qu'est mort et je m'en fous, te dire que les méchants c'est pas nous...

¿Con cuál te quedas?

Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria

miércoles, 1 de octubre de 2014

Protagonista del mes... Maruja Torres


No sé si os lo he dicho alguna vez, pero siento admiración pura por Maruja Torres. Seré sincero: por la Maruja periodista. Por la Maruja columnista, especialmente, la que no siente pudor al contar que desde que dimitió Gallardón hace unos días está sumida en una especie de "orgasmazo tántrico". Por la Maruja que reclamaba hace unos años que quería su polo de menta y, ella no lo sabe, obviamente, pero esas palabras llegaron en un momento en el que yo también quería, necesitaba, mi polo de menta, después de llevar unos meses horribles sufriendo laboralmente por culpa de unos buitres destructores que arrasaron un periódico e intentaron arrasar con los periodistas que allí estábamos. Eran otros tiempos y, fíjate tú, todo lo que vino después ha sido, a nivel profesional, mil veces mejor, más gratificante y humano: Ecuador, Bolivia, incluso ahora, Madrid de nuevo, buscando contar pequeñas historias humanas en las que están implícitas la ilusión y la vida de tantísima gente.

Pero lo mío con Maruja Torres no ha sido un amor a primera vista, no creáis, sino más bien un vínculo que ha ido creciendo progresivamente y que, en los últimos tiempos, se ha atenuado. Quizás hayan influido, no lo niego, sus tweets mordaces y descarados, incisivos y siempre, siempre, certeros.

Leía sus columnas en El País (reitero: eran otros tiempos...) y ahora hago lo propio con las que publica en eldiario.es. Pero no fue hasta hace poco más de un año cuando me estrené con la Maruja novelista, y lo hice con su libro más popular (con perdón de la expresión): Mientras vivimos. Una novela que tengo asociada a un momento concreto de mi vida: cuando volví de Bolivia. Era el libro que me acompañó durante ese viaje agridulce de vuelta a casa, dejando atrás al país que me había acogido durante todo ese 2013 con tanto cariño. Un viaje dulce por regresar y abrazar a mi gente de aquí, y triste a la vez por esa etapa que acababa, y yo partía soñando el regreso, como cantaba Mercedes Sosa.

Este año, cuando la barcelonesa publicaba Diez veces siete, un libro de memorias que se inicia el día en que dejaba El País, no me lo pensé dos veces y me lo llevé a mis vacaciones por Irán. Y fue todo un acierto. De ese libro os hablaré este mes en el que he decidido que Maruja Torres sea la protagonista en CAJÓN DE HISTORIAS. De ese y de otra de sus novelas protagonizada por Diana Dial. Y también de América Latina.

Maruja Torres ganó el Premio Nadal y el Premio Planeta. Pero si es protagonista del mes es por ser, para mí, todo un ejemplo de dignidad periodística, de valentía profesional, de mujer que rechazó los convencionalismos para abrir surcos en la tierra por los que pudieran caminar tantas otras mujeres después. Por eso y por, os lo dije al principio, la admiración pura.

Y vosotros ¿habéis leído alguna de sus obras? ¿os gusta también la Maruja periodista?


Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria