martes, 28 de junio de 2011

Crítica del álbum '4', de BEYONCÉ


Hoy sale a la venta, a pesar de que los rumores apuntaban que se retrasaría hasta septiembre después de haberse filtrado, el cuarto álbum de Beyoncé.

Tenía miedo de escuchar este álbum después del single de presentación, horroroso, Run the World (Girls) pero me avisaron que era bueno y que me iba a gustar. Y así ha sido. Beyoncé vuelve a demostrar por qué es Beyoncé: potencia vocal, carácter, melodías que equilibran la emoción y el ritmo.

4, este álbum con el que Beyoncé ya no tiene que demostrar nada a nadie, simplemente sirve para constatar lo que ya sabíamos: es la más grande del R&B contemporáneo, la artista más completa de su generación. El primero le sirvió como presentación de la artista en solitario, como un grito de “¡Aquí estoy yo!”, el segundo para demostrar que lo suyo no era cosa de un disco y el tercero para consolidarse en el trono del mundo musical, con el Single ladies que bailó hasta Barck Obama y Halo, una balada que triunfó en el mundo entero.

El álbum se abre con 1+1, una balada en la que la guitarra tiene un peso importante, una canción lenta que sirve como presentación de un álbum coherente pero incompleto, a la que sigue I care, donde el beat adquiere fuerza, y en I miss you, explora la musicalidad de su voz desde el susurro para elevarla después en un juego de dos voces apoyado, únicamente, por una base de música que se repite todo el rato. 


Me gusta bastante el corte Best thing I never had, que ha sido elegido como segundo single, un regalo para los que gustamos de la Beyoncé de siempre que evoluciona, sí, pero que no se aleja demasiado de su fuente musical.

Y después, en la segunda mitad del disco, adquiere algo más de fuerza: Start Over es el preludio del derroche que está por llegar al final. Y si el tema de pop Love on top (que me recuerda a la Mariah Carey de Dreamlover) nos da un respiro, Countdown tiene algunos bridge que se meten en la cabeza: oooh, killing me softly!

Y por fin, End of time llama al tarareo, pero sobre todo, I was here, un baladón en toda regla, la que debería poner el colofón final al álbum en vez de Run de World.

Con todo, y aunque el disco me gusta bastante, no le encuentro maravilloso, por faltarle, o por no encontrárselo yo, no lo sé, un sentido completo, un sentido que le lleve en una sola dirección, sino que más bien son una recopilación de temas, unos regulares, la mayoría buenos y alguno muy bueno. Pero carente de la sensibilidad que te atrapa, que te invita a escucharlo sin parar y es qos aseguro que cuando un disco me gusta, no paro de escucharlo una y otra vez y otra vez y otra vez, y 4, de Beyoncé, no me invita tanto a hacerlo. Bueno, sí, pero no es su mejor disco. 

domingo, 26 de junio de 2011

LOS 20 MEJORES CARTELES DE CINE (Parte 2)

10. Volver, de Pedro Almodóvar 
Este cartel que recuerda a La mujer en flor de Paul Gauguin y a la Marilyn Monroe de Andy Warwhol es uno de esos carteles que no se olvidan, por su fuerza y por su color.


9. One day, de Lone Scherfig
La nueva película de Lone Scherfig se estrenará a finales de año y contará con Anne Hathaway como protagonista. Espero que sea tan bonita como el cartel, con ese tono sepia rosado, el beso, la mano de él en la cara de ella, y los brazos de ella sobre el cuello de él. Y la frase: Twenty years, two people...one day, ¡me encanta!


8. El silencio de los corderos, de Jonathan Demme
Un cartel sobrio donde los haya, que inquieta desde la sencillez. 


7. Mapa de los sonidos de Tokio, de Isabel Coixet
Por lo visto, decían que este cartel era un plagio de otra fotografía. No lo sé. Lo cierto es que ese primerísimo plano de un ojo maquillado con colores tan fuertes es precioso.


6. American Beauty, de Sam Mendes
Cartel mítico, que nos lleva a todos a pensar en la escena del baño en pétalos de rosa. Sugerente.

viernes, 24 de junio de 2011

LOS 20 MEJORES CARTELES DE CINE (Parte 1)

Os presento hoy una selección de mis carteles de cine favoritos, escogidos, independientemente de la valía de la película (de hecho, algunas de las películas ni siquiera las he visto), simplemente por la calidad artística de la fotografía o por lo que me trasmite. ¿Os gustan? ¿Qué os parecen? ¿Cuál añadiríais vosotros? Pasado mañana la segunda parte de mi selección, con el Top 10.


20. Carne trémula, de Pedro Almodóvar
Mítica fotografía de dos piernas, excesivamente sugerente y penetrante, tanto que, por mucho que pasa el tiempo, no puedo olvidarme de este cartel.


19. Casablanca, de Michael Curtiz
Uno de los carteles míticos en la historia del cine. Creo que fue el año pasado cuando repusieron esta película en los Cines Callao de Madrid y el cartel presidía la Gran Vía. ¡Increíble!


18. La vida es bella, de Roberto Benigni
Fotografía que capta el momento en el que los protagonistas, con ese niño de espaldas que es igual de protagonistas, están a punto de darse un beso, una imagen robada que captura un momento de felicidad, que prueba que realmente la vida es bella.


17. Desayuno con diamantes, de Blake Edwards
Si pensamos en Audrey Hepburn, lo hacemos vestida de negro, con una enorme boquilla que sostiene su cigarro y con esa corona. Por eso, este cartel merecía un espacio en esta selección.


16. Pulp Fiction, de Quentin Tarantino
El carácter de Uma Thurman en la fotografía, fumando, y con una pistola a su lado, es, simplemente, inolvidable.


miércoles, 22 de junio de 2011

RABBIT HOLE, de John Cameron Mitchell


Fue a mediados de abril cuando publiqué la crítica cinematográfica de Blue Valentine, quejándome de lo tarde y lo mal que llegan algunos estrenos a la cartelera española. Esa película, por la que Michelle Williams recibió una nominación en los últimos premios Oscar, aún no se ha estrenado en España. Igual que tampoco se ha estrenado, ni tiene previsión de hacerlo por el momento, Rabbit hole, el drama protagonizado por Nicole Kidman, que también estaba en la terna por ese Oscar a Mejor actriz que terminó ganando Natalie Portman. En fin, todo un despropósito el de las productoras en España.

Con todo, he decidido publicar la reseña ya, porque como siga esperando, las sensaciones que me produjo el filme se me van a diluir y la reseña quedará incompleta.

Rabbit hole es la historia de una madre que ha sufrido la pérdida de su hijo en un accidente. Un niño de cuatro años que murió atropellado por un vehículo cuando corría detrás de su perro. Rabbit hole es una película cruda desde la contención, y no sería más que un telefilme si no fuera por la interpretación de Nicole Kidman, un trabajo que me ha servido para reconciliarme con una actriz que realizó una serie de trabajos maravillosos a principios de la pasada década en películas como Los otros, Moulin Rouge y que alcanzó su cenit cinematográfico interpretando a Virginia Woolf en a maravillosa Las horas, de Stephen Daldry. 

Pero que, después, el bótox y la mala elección de sus papeles (véase Nine o La brújula dorada) amenazaban con desterrarla al olimpo de las viejas glorias olvidadas y mediocres. Pero no ha sido así, en Rabbit hole consigue un estado de angustia contenida que sabes que se desbordará, consigue un estado de rabia interior que necesita salir para no destruirla, y consigue realizar un camino en busca de la paz perdida, porque la felicidad, tras un acontecimiento así, es difícil que regrese a tu vida.

Kidman secundada por Aaron Eckhart en el papel del marido que intenta sobreponerse del trance a duras penas y que, más que una ayuda resulta un estorbo, porque ambos parten de puntos diferentes y paralelos y, el amor que les unía, parece lejano y destruído. Él también está notable. Dianne Wiest, en el papel de madre, que apoya el mensaje de superación al dolor que resume la película. Y tras ellos, Sandra Oh, una de las mujeres de la terapia hiriente a la que intentan acudir los padres, o Miles Teller, un jovencito que derrocha madurez y matices. Todo el elenco está digno, pero es que Kidman está sobresaliente, y su interpretación es tan dura que hace puede hacer pesada la película, tanto calibre de contención y dolor cuesta soportar, en contraposición a la perfección social que retrata el director John Cameron Mitchell, una limpieza narrativa que es como un estropajo que arranca la piel, llevándose lo bueno y lo malo.

Dura como pocas, tan dura que hasta cuesta llorar. Pero merece la pena verla, si es que llega a la pantalla en algún momento y, si no, queridos, no os queda más remedio que buscarla en Internet, pese a quien le pese (Sinde, esto va por ti). Merece la pena verla, sobre todo, por reconciliarse y abrazarse de nuevo a Nicole Kidman en todo su esplendor. 

Os dejo el trailer en ingles con subtítulos en español, un trailer bueno de verdad, para que os hagáis una idea de lo que hablo, de lo bien que está Kidman, sin desvelar nada de la trama. Como deberían ser todos los trailers: 

lunes, 20 de junio de 2011

TRANSAMERICA, de Duncan Tucker


Esta road movie comienza cuando Bree, una transexual a punto de operarse y culminar su proceso de cambio de sexo, recibe una llamada de un hijo adolescente (casi adulto) del que no tenía noticias de su existencia y que engendró antes de comenzar a ser "ella". En ese momento, se caerán los pilares de su mundo y decidirá ir a buscarle, emprendiendo un viaje que cambiará su vida y su destino. 

La encargada de dar vida a Bree, es la mujer desesperada Felicity Huffman, que por su papel se llevó el Globo de Oro como Mejor Actriz de Drama en 2006, además de competir por el Oscar, un premio que merecía pero que finalmente le arrebató Reese Witherspoon, en un ataque de conservadurismo de los académicos estadounidenses (una mujer de cantante country frente a una transexual, no hay color... ya sabéis). Pero Huffman está espléndida en su papel, con una ejecución sublime que no se acerca ni tan siquiera a lo esperpéntico a pesar de lo fácil que era deformar un papel, sí se aproxima más a lo histriónico con una gracia que no era fácil de conseguir, y es que las premisas eran "rizar el rizo": una mujer que interpreta a un hombre que quiere ser mujer. Excesivamente femenina en sus gestos, pero con una estela de masculinidad tapada y eliminada. Maravillosa en sus gestos, en sus matices, en su voz (mejor verla en Versión Original). Huffman consigue inundar de respeto y cariño a este personaje, bailando entre la comedia y el drama con exquisito gusto. Una de las mejores interpretaciones femeninas de la pasada década. 


Le secundan Kevin Zegers, el hijo de 17 años que no conocía, guapo hasta decir basta, que interpreta a un joven frustado, adicto a las drogas, que se ha visto obligado a robar para sobrevivir, como consecuencia de un "sin futuro" que le escupía en la cara y que le hace desear con ansia convertirse en actor de cine porno gay (Sí, habéis leído bien, el director Duncan Tucker, que además escribió el guión, no tiene reparos en llevar todo hasta el límite de lo creíble, pero, esta vez, la jugada le han salido bien, la verdad). El papel más importante, hasta la fecha, de este jovencito que ha participado en varias películas de terror adolescente, pero que no despega en el mundo interpretativo con solidez.

Y Fionnula Flanagan (a la que muchos recordaréis por ser el ama de llaves en Los otros) que es el auténtico esperpento de la película, un personaje prototípico americano que hasta los americanos odian. 

La película es muy entretenida, y la carga emocional, bajo esas situaciones tragicómicas, tiene mucho más peso de lo que parece, porque se consigue, con humor refinado y algún momento dramático en estad  puro, el fluir de una vida, la de una mujer que aspira, sencillamente, a ser feliz y serlo, además, con tranquilidad y absoluta dignidad. 

sábado, 18 de junio de 2011

CAÍN, de José Saramago


Hoy hace un año que el mundo amanecía con la noticia del fallecimiento del nobel de literatura portugués, el gran josé saramago. un año en el que hemos vivido con la saudade de su lucidez, pero como ocurre siempre en estos casos, nos queda su obra. Caín, la que reseño hoy, fue precisamente la última novela que publicó en vida el escritor, en la que plantea una revisión de los hechos "históricos" que se presentan en la biblia. Tras matar a su hermano abel, (cuyo responsable, tal y como expone saramago, no sería caín, sino el mismo señor, por desmerecer las ofrendas que se le ofrecían) caín es castigado a errar por el mundo, pero protegido de la muerte gracias a una marca negra que el mismísimo señor graba sobre su frente. Caín, acompañado de su jumento, presenciará diferentes situaciones en distintos lugares: se topará con aquellos que construían la torre de babel, a los que dios castigó por intentar llegar al cielo, visitará sodoma, una ciudad destruída debido a la homosexualidad de sus habitantes, se topará con la infiel lilith y con noé, el del arca, y también con abraham, al que dios pidió que sacrificara a su hijo isaac como prueba de su fé. todos estos hechos le sirven a caín para constatar que dios es soberbio y no acepta que nadie intente llegar hasta donde él está, intolerante y entrometido por no aceptar la vida privada y sexual de las gentes de sodoma, la ciudad que destruyó (con gomorra ya de paso) con niños inocentes incluídos, y sobre todo, en sus propias palabras, un cretino "hijo de puta" por osar pedir a abraham que asesine a su hijo. En conclusión, un malvado al que hay que destruir, objetivo final de caín, que no es tan malo como lo pintan, ni tan bueno tampoco, simplemente un hombre sensato. Me ha parecido maravillosa la lucidez y la inteligencia con la que desmonta los absurdos y burdos argumentos con los que la iglesia ha intentado atemorizar a los ignorantes y los analfabetos durante siglos. Me ha parecido maravilloso el humor de saramago, su cinismo exquisito e imprescindible para dar en los morros a aquellos que se empeñan en ponerse vendas en los ojos, con argumentos que cualquier persona, sea cual sea la religión que profese, no tiene más remedio que aceptar como válidos. Por qué que clase de persona o ser sería capaz de matar a su propio hijo, o qué clase de persona (o ser) fomenta el desconocimiento del bien y del mal así, gratuitamente. Desde el principio es una obra maravillosa, que respira del personalísimo estilo del autor al que yo desde aquí deseo humildemente homenajear, que no deja respirar al lector con ese inicio en el que adán y eva son expulsados del jardín del edén. no han sido pocas las sonrisas, incluso las carcajadas nerviosas por leer frases de tal calibre que bien le hubieran costado a saramago morir abrasado en la hoguera en otros tiempos, como un hereje indigno. Afortunadamente esos tiempos oscuros quedaron atrás, y aunque estos que nos han tocado en suerte tampoco se presentan fáciles, sí tenemos la suerte, aún, de poder pensar y decir y escribir y narrar lo que deseemos, sin miedos ni tapujos. una vez más, toda mi gratitud hacia este gran escritor, incisivo, sabio y certero como pocos. 

jueves, 16 de junio de 2011

Entrevista al escritor MOIS BENARROCH



El marroquí reflexiona en su última novela sobre la inmigración y las relaciones de pareja.

Mois Benarroch, el escritor que exhala diversidad
ISMAEL CRUCETA
Mois Benarroch es marroquí de nacimiento, judío, vive en Jerusalén y su lengua materna es el español. Pero, por encima de todas estas cosas, es escritor. Se crió en Tetuán, le educaron en una escuela francesa de judíos en la que se estudiaba, además de la lengua francesa, el árabe, el hebreo y el inglés. “Pero todos hablábamos en español”, recuerda. 

De esa transmisión oral de la lengua viene que Benarroch, tras años de escribir en hebreo y en inglés, se decidiera finalmente por su lengua materna para sus libros. “Sentí la necesidad de escribir en español”, afirma. “No fue fácil, lo hablaba de forma natural pero no sabía escribirlo bien, puesto que nunca lo había estudiado”, añade.
Desde que sintió “esa necesidad”, han pasado ya más de diez años en los que no ha parado de leer literatura contemporánea en español, bebiendo de autores como Jorge Luis Borges, Antonio Muñoz Molina o Javier Marías. Y ahora, después de editar poemarios y novelas, ha publicado Amor y exilios, de la Editorial Escalera, el que define como su libro más ambicioso y que presenta ahora en la capital de España. 

“Esta novela, más que ninguna otra, me dejó vacío, ha sido como llegar a una especie de cima”, explica. Amor y exilios es una novela formada por siete libros en los que trata el tema de la diáspora entre varias parejas en diferentes lugares, pero en la que abarca, además, los grandes temas de la literatura universal, como puede ser la religión, la muerte o la sexualidad, con una narración amena y dinámica que seduce al lector e invita a leer sin descanso cada uno de los volúmenes por los que está compuesto.
El viaje a Israel
El escritor lleva la diversidad en la sangre. “A los 13 años me emigraron a Israel”, afirma, para hacer hincapié en que la decisión de abandonar Marruecos no la tomó él, sino que fue algo que su familia casi se vio obligada a hacer, ya que, a principios de los años 70 del siglo XX, casi había desaparecido por completo la comunidad judía de Tetuán. Benarroch reconoce que estuvo diez años “con la cabeza agachada”, hasta que conoció a su esposa, lo que terminó de culminar su proceso de integración en la sociedad israelí.
“El amor lo puede casi todo”, reconoce entre risas. A pesar de este proceso migratorio satisfactorio, el escritor habla de un problema que pasa inadvertido a los ojos del mundo, y es que, más allá del conflicto palestino-israelí, señala que dentro de la comunidad judía hay un problema de integración. “Los judíos polacos, ucranianos y rusos son de una clase social más elevada que los judíos de orígenes árabes”, cuenta. El escritor reconoce que sus libros no son sociológicos, pero que estos temas resurgen y que sorprenden mucho a los lectores europeos que no conocen de la existencia de estos problemas internos.
Exilio y literatura
“Creo que si no hubiese emigrado escribiría cosas diferentes, quizá ni sería escritor”, afirma Mois Benarroch, que considera que vive dos vidas a la vez: la posible del que no emigró y la del inmigrante. “Mis personajes son marroquíes y la mayoría son judíos”, explica, marroquíes que viven en París, en Madrid, en Caracas, donde hay una comunidad importante de judíos que ahora, “por culpa de Chávez, está reemigrando a Miami”, dice sin pelos en la lengua. Benarroch se siente marroquí, aunque reconoce que su país es, para él, el Marruecos donde había una comunidad judía. “Creo que emigrar intensifica la relación con el país de origen, tanto para bien como para mal”, concluye.

Entrevista publicada en el periódico Sí, Se Puede. 

martes, 14 de junio de 2011

POR EL PLACER DE VOLVER A VERLA, de Michel Tremblay



Hasta el próximo 3 de Julio permanecerá en el Teatro Amaya de Madrid, tras dos años de éxito, Por el placer de volver a verla, una obra del novelista y dramaturgo Michel Tremblay, dirigida por Manuel González Gil y protagonizada por Miguel Ángel Solá y Blanca Oteyza.

Acudí al teatro sin saber lo que me iba a encontrar, sin conocer absolutamente nada del argumento, tan sólo algo encandilado por el título. Y me encontré con una obra que, escénicamente, derrocha sencillez, con un texto sublime y con dos interpretaciones que consiguen crecer en 90 minutos.

Por el placer de volver a verla es la historia de un dramaturgo (alter ego de Tremblay) que rememora la relación con su madre, desde que era un niño de once años travieso, después un adolescente curioso y adicto a la lectura, hasta que llega a la edad adulta. Su madre, una mujer maravillosa, una mujer exagerada “sin mesura”, como dicen en la obra, parlanchina hasta decir basta, alegre y entregada, una mujer graciosa que odia a su cuñada Gertrudis.

Me ha gustado mucho el vínculo que se crea con el espectador, el metateatro, y la manera en la que evoluciona la obra desde la risa al llanto. Me ha gustado mucho la música, una melodía que me recuerda a una canción triste que no consigo identificar. Me han gustado mucho las intepretaciones, Solá consigue que veamos sobre el escenario a un niño de 11 años, y Oteyza ejecuta con maestría ese texto tan larguísimo. Acabo de descubrir que ambos son matrimonio en la vida real, imagino que eso fomenta la complicidad que existe entre ellos en la obra.

Os la recomiendo, no dejéis que se marche del Teatro Amaya sin que la hayáis visto, porque es una obra sobre el sentimiento más universal, que es el amor hacia una madre, porque a mí me ha reconfortado encontrarme con una obra sencilla y hermosa, me ha regalado una tarde de teatro gratificante y emotiva, haciéndome sentir bien en estos tiempos en los que hay demasiados agentes externos que me obligan a sentirme mal.

lunes, 13 de junio de 2011

VILLA DIAMANTE, de Boris Izaguirre



Siendo sincero, Villa diamante se ha visto muy perjudicada por las circunstancias. No suelo compaginar lecturas, prefiero centrarme y volcar toda mi atención en una sola novela, pero con esta no ha podido ser. La comencé a leer de casualidad. En un largo vuelo de Shanghai a Moscú terminé El curioso incidente del perro a medianoche, y una amiga me prestó Villa diamante para el trayecto, pero ella no vive en Madrid y no me lo pude traer conmigo. Cuando llegue a España comencé El tiempo entre costuras, una lectura que me llevo algunas semanas. Y después, decidí ir a la biblioteca para sacar Villa diamante y retomar su lectura. Pero el movimiento del 15M en Madrid hizo que me entraran unas ganas de leer ¡Indignaos!, que leí en nada, pero que, de alguna manera, me hizo interrumpir una vez más la lectura de Izaguirre. Y, por si todo esto no fuera suficiente, por motivos laborales se coló El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez. Lo dicho, Villa diamante ha sido la gran perjudicada del año, he tenido que interrumpir tantas veces su lectura que ahora, las palabras negativas que pueda decir, podrían pareceros injustas. Y es normal.

Lo cierto es que empezó genial, relatando la historia de dos niñas caraqueñas que se quedan huérfanas y son acogidas por Graciela Uzcátegui, quien decide proteger y criar a una de ellas, Irene, como si fuera su propia hija, mientras que a la otra, Ana Elisa, la auténtica protagonista de esta novela, es tratada como una sirvienta. Ana Elisa, la desgraciada, sufrirá además una violación que marcará su vida, y que la llevará a abandonar la ciudad e instalarse en Trinidad, donde conocerá a Joan, una mujer transexual con la que entablará una bonita amistad.

En ningún momento he dudado de la calidad narrativa de Boris Izaguirre (que consiguió ser finalista del Planeta en 2007 con esta novela), que demuestra una madurez creativa y una solidez en su estilo que nada tienen que ver con la imagen que proyecta en televisión. Aquí es Izaguirre, un escritor serio. Allí, un personaje, un show-man. En ambos espacios se desenvuelve muy bien, y eso es, sin duda, por su inteligencia.

Pero la obra, quizá por todas las veces que tuve que pararla, no lo sé, se me ha ido haciendo más lenta cada vez, perdiendo la fuerza inicial hasta un final que me ha resultado de lo más insípido. Y el desarrollo de los acontecimientos deviene en un culebrón venezolano de un calibre insoportable, a pesar de llevarnos a los movimientos políticos y sociales de la Venezuela de alta alcurnia de mediados del siglo XX.

Consigue perfilar muy bien a los personajes femeninos, desde Ana Elisa, que nació madura y madura más todavía, hasta Graciela, un personaje con una fuerza increíble, pasando por Irene o Joan, unos secundarios imprescindibles. Los masculinos, en cambio, flojean más. Si los maridos de Graciela parecen contagiados por la fuerza de ella, con un carácter perfilado y pérfido, el resto, Mariano Uzcátegui, Hugo Hernández o Gio Ponti, no terminan de adquirir la forma necesaria, el nivel que exige la obra.

El sabor de boca que se me ha quedado, agridulce. Porque sé que no he sido justo con Izaguirre, pero, con todo, la novela me ha sobrepasado por rizar el rizo de lo esperpéntico en algunas partes. ¿Si la recomiendo? Bueno, la verdad es que se lee bien, va de más a menos (al menos para mí) pero tiene partes que merecen mucho la pena. Aunque también os digo, por mucho que me cueste, que es una novela prescindible. Al menos para mí lo es.

Os dejo algunos de los párrafos que más me han gustado:

¿Cuál es el verdadero amor? ¿El que nace de la nada y termina aniquilando el espacio que invade o el que va creciendo, como sus plantas, como sus postres, como el mismo perdón, y conquista territorios vedados, rincones arañados y reacios a cicatrizar?

La única verdad en la cultura, en todo lo que puedas observar en sus vastos confines, es disfrutar con la belleza que provoca. Parece efímera, es generalmente capciosa y se alimenta de sentimientos, pero la belleza es la máxima expresión de las artes, es su destino. 

viernes, 10 de junio de 2011

BEYONCÉ: TRES GRANDES CANCIONES #2#

A la espera de que se confirme si el nuevo disco de Beyoncé, 4, se retrasa a septiembre debido a que se ha filtrado tres semanas antes de su fecha de lanzamiento inicial, os dejo con otras tres grandes canciones de la artista. Esta vez, acompañada por otros cantantes y, una de ellas, en español. Mi particular regalo para este fin de semana. 

Beyoncé y Alejandro Fernández: Amor gitano
Cantada a dúo con el mexicano Alejandro Fernández, y con un español impecable, Beyoncé cantaba esta canción que tiene un toque flamenco con esa guitarra, esas castañuelas y ese quejío del principio, y esa letra de culebrón (fue sintonía de una telenovela, si no me equivoco) que me hace tanta gracia, que engancha y que me trae recuerdos de noches, lejanas ya, de fiesta por Madrid. Por favor, disfrutadla porque no tiene desperdicio... ¡¡¡y engancha!!! (no puedo evitar carcajearme... )


Beyoncé y Shakira: Beautiful Liar
Las dos diosas de las curvas (Beyoncé lo sigue siendo, Shakira las ha perdido, ahora está demasiado delgada, aunque no me extraña, si lo del Piquetón es cierto...) lanzaban un dúo para deleite de sus fans, una canción con un aire árabe que desagrada al principio y va gustando más a cada escucha, y un vídeo en el que, ambas, parecen gemelitas, en un juego de espejos y planos que no tiene desperdicio. 

Beyoncé y Sean Paul: Baby Boy
Cuando se publicó su primer álbum en solitario, Dangerously in love, allá por 2003, estuve fascinado con esta canción cantada con los aires jamaicanos de Sean Paul. Un tema del que tengo especial recuerdo, porque empezó a sonar más o menos a la vez que yo empecé a salir, cuando contaba las horas que faltaban para que llegara el viernes y poder bailar sin parar (bueno, sin parar no, hasta que dieran las dos de la mañana, que era la hora a la que tenía que volver a casa, cual ceniciento). Recuerdo, además, que en el concierto de Madrid de Beyoncé, hace un par de años, la interpretación de este tema fue, como diría Bisbal, increíble.

jueves, 9 de junio de 2011

EL RUIDO DE LAS COSAS AL CAER, de Juan Gabriel Vásquez


La reciente ganadora del Premio Alfaguara de  Novela 2011, que tiene un título precioso y una portada que no lo es tanto, es una obra intimista, que narra la historia de Ricardo Laverde vista a través de los ojos y contada a través las palabras del personaje principal, Antonio Yammara. El ruido de las cosas al caer es, por lo tanto, la reconstrucción de la vida de Laverde para encontrar el sentido, sin sentimentalismos, a la de Yammara.

Es la historia de dos hombres corrientes pero, sobre todo, es la historia de la ingenuidad que llevó a los colombianos al negocio del narcotráfico en los años 70, despertando una de las épocas más negras del país sudamericano, un negocio que reportó mucho dinero y que venía motivado, aunque muchos no lo crean, por las ganas de prosperar, por el amor y por la ingenuidad. Y también es la historia del miedo que vino después, del poco respeto por la vida, de la vulnerabilidad a ser asesinado en cualquier instante.

Vásquez, afincando en Barcelona desde hace más de una década, no pierde el deje colombiano (otros hispanoamericanos que viven en España, como Boris Izaguirre, lo tienen mucho más suavizado en su literatura) y dedica una novela entera a Bogotá, una ciudad que describe como gris y triste, pero a la que el protagonista, Yammara, se siente enormemente vinculado. Y esa relación de amor-odio me gusta.

Los personajes están perfectamente construidos, y me parece hermoso que el protagonista principal conforme la historia de un secundario que es, en realidad, igual de protagonista o más. Porque Laverde está presente en toda la obra y pasa de ser un personaje fusionado con Bogotá (esto es, gris) a ser un personaje lleno de luz por el que terminas sintiendo una profunda admiración.

Vásquez ha conseguido el equilibrio perfecto para que todos los personajes de esta novela encuentren su lugar y tengan la importancia adecuada para el desarrollo de la obra. Por eso, Elena o Elaine Fritts, que sólo es nombrada en los recuerdos, es uno de personajes más importantes y bonitos de El ruido de las cosas al caer, un título que me intrigaba pero que Vásquez justifica desde casi el principio: en la vida, a veces, ocurren una serie de accidentes que provocan que las cosas y los cuerpos emitan un sonido al chocar contra el suelo y morir, quedándose para siempre dentro de uno este sonio, como un recuerdo del que es imposible deshacerse, por mucho que pase el tiempo.

Estamos ante una novela dramática, que en algunas partes llega a ser incluso trágica, por su crudeza, y a la vez, con pasajes llenos de hermosura en los que florecen sensaciones vivas, como pueden ser el amor limpio, el sexo joven sin pudor o el alumbramiento de una hija.

Me ha gustado más que bastante, por lo bien escrita que está, con algunas partes poéticas sin ser pedantes, por hacer sencillo lo complejo, por la acertada profundización en las emociones, en los miedos que se quedan dentro y por el retrato de una generación, la de los jóvenes anónimos que nacieron en Colombia en los años 70 y que lucharon por seguir adelante en una sociedad que la que, sobrevivir, se preveía más difícil que nunca.  

miércoles, 8 de junio de 2011

BEYONCÉ: TRES GRANDES CANCIONES #1#

Halo
Incluída en su tercer álbum en solitario, I am... Sasha Fierce, Halo es una de las mejores canciones de 2009, una balada pop con un toque R&B, ganadora del Grammy en la categoría de Mejor Interpretación Vocal Pop Femenina. Una canción de amor místico, sobre todo lo que la persona amada puede llegar a significar. 


Scared of lonely
Perteneciente a la reedición de su tercer álbum, Scared of lonely es uno de sus temas que más me gustan, por el beat que emociona, que demuestra porque es la reina del R&B.

Dangerously in love
El tema que dio nombre a su debut en solitario y la mejor canción de ese álbum, la más emocionante y en la que, en la parte final, despliega todo su derroche de voz. Un corte que es toda una declaración de amor, que habla del miedo a perder a la persona amada cuando el amor es tan grande, y tan peligroso, que te sientes sometido. 

lunes, 6 de junio de 2011

Javier Marías en la Feria del Libro de Madrid 2011


Era la primera vez que me acercaba a la Feria del Libro en fin de semana, cuando los autores más importantes firman sus obras.

Pasé por delante de las casetas donde estaban firmando mis admirados Almudena Grandes o Antonio Muñoz Molina, pero tenía las cosas claras: quería acercarme a la de Javier Marías, por mis ganas de leer Los enamoramientos, su última novela, porque considero que es uno de los mejores autores de este país y porque, ya que, antes o después me haría con el libro, ¿qué mejor oportunidad para tenerlo firmado por el autor?

Así que me lo compré, esperé la fila (bastante tiempo, por cierto) y cuando llegó el turno, me encontré con un Javier Marías estirado, prepotente y arrogante. Sabedor de que es muy bueno, más culto y cultivado que el resto de los mortales, me recibió con una media sonrisa que era más una mueca.

Le conté que había publicado una novela hace algún tiempo, y que sería genial que alguien de su categoría, con su experiencia, pudiera leerla. Y su respuesta, insulsa, fue que tiene “demasiadas cosas por leer”, demasiados libros pendientes.

¿Quién me he creído yo para solicitar al grandísimo y todopoderoso Javier Marías que lea una novela de un autor novel sin un respaldo editorial importante?
¿Quién me he creído siquiera para confesarle que he tenido la osadía de publicar una obra?

Mensaje a Javier Marías:
La verdad es que tiene que ser durisisisisisisimo estar firmando libros durante dos horas, buff, solo con pensarlo me dan vértigos, me siento ya agotado… sólo imaginarme dos horas intentando ser algo más que cordial con las personas que se han gastado casi 18 euros en una novela y que han esperado con ilusión a recibir una firma, una sonrisa y una palabra amable, y me dan ganas de… ¿vomitar? Así que, majestad, comprendo su animadversión por esta serie de eventos en los que la masa lectora sin criterio se agolpa para obtener una mísera firma de un académico y reputado autor.

Y, dejando la mordaz ironía a un lado, señor majestad Javier Marías, aunque usted no lo tenga en cuenta, creo que es consciente, dada su sabiduría, de que la amabilidad con los lectores durante determinados momentos forma parte del trabajo del escritor, al menos de alguien como usted que edita en Alfaguara, una editorial que no deja de ser una empresa y que, si no genera beneficios, le mandará a tomar… el aire.

Fin del mensaje.

Bueno, como habréis podido notar, estoy “algo” decepcionado. Creo que cuesta tan poco ser amable… que es tan sencillo ser humilde y sonreír…

Eso sí, la dedicatoria fue bastante elaborada (hace solo unas semanas otro autor me firmo su obra con un irrisorio “A Ismael, con un cordial saludo”):

Leeré la novela cuando le llegue el turno, que será relativamente pronto, la leeré sin prejuicios y sin que este hecho, algo desagradable, me condicione. Incluso diré que tiene bastantes papeletas, si la obra me convence lo suficiente, para convertirse en el Protagonista del mes. 

domingo, 5 de junio de 2011

Mis canciones del mes de Junio

10. Niña Pastori:  Y para qué... (Asere) (N)
Este tema aparece dos veces en el nuevo álbum de Niña Pastori: lo abre y lo cierra, en un viaje que va desde el flamenco hasta la salsa. No le temas al desprecio si tú nunca despreciaste, no le temas a la mentira, si jamás tú me engañaste... Para mí, la mejor canción del disco La orilla de mi pelo, por el sentimiento con la que la canta, por el mensaje positivo que transmite y por algunas de sus frases, que bailan con la nostalgia... Y si me acuerdo de ti, lo hago siempre riendo, porque fuiste pa' mí alguien que llevo muy dentro, y si me acuerdo de ti, no dejo de sonreír...


9. Lady Gaga: Judas (N)
La polémica artista acaba de publicar su esperado tercer álbum: Born this way, que ya es número 1 en medio mundo (en España se ha tenido que conformar con ser número 2, la posición de honor se la ha llevado Extremoduro). Este tema es el segundo single, que en un mes ha conseguido unas 47 millones de visitas en YouTube. Es una canción pegadiza, aunque no tanto como otras de sus canciones, y el vídeo, eso sí, de lo más rococó, como siempre, con una producción impecable. 


8. Mariah Carey: Angels Cry (N)
Este mes he decidido escoger este tema de Mariah Carey, que forma parte de su último álbum de estudio (sin tener en cuenta el de villancicos que editó las pasadas navidades) Memoirs of an imperfect angel, y en el que habla de la ruptura de una relación que fue maravillosa pero, como los rayos nunca caen dos veces en el mismo sitio, cuando nos despedimos sentí a los ángeles llorar, y es que el amor verdadero es un regalo, pero lo dejamos a la deriva en medio de la tormenta... La canción que más me gusta de ese disco, porque me recuerda a la Mariah que consigue emocionar por su voz y su plenitud.




7. Vanesa Martín (con Malú): Trampas (-1)
Vuelvo a traeros esta canción de Vanesa Martín un mes más, pero esta vez, con un vídeo en el que la canta a dúo con Malú, durante uno de los conciertos de ésta última en Puertollano. La incluyo, espero, por última vez, porque de pronto una canción me lleva a ti, y yo sigo con mis trampas en la cama, echándome agua a la cara cada vez que oigo tu nombre... 




6. Adele: Rolling in the deep (-1)
La cantante que más éxito está teniendo en lo que va de 2011 sigue sonando en mi playlist con fuerza. 


viernes, 3 de junio de 2011

PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA, de Guillaume Canet


El actor Guillaume Canet se pone detrás de la cámara por tercera vez para dirigir esta película que consiguió más de cinco millones de espectadores en Francia durante 2010, más incluso que Origen.

Y es que Canet, del que están enamoradas tantas jóvenes y no tan jóvenes francesas (y franceses), consigue con esta película consolidarse como director tras la complejísima Ne le dis à personne y aquella ópera primera Mon idole, que dirigió hace ya casi una década. Y lo consigue por su acercamiento a las vidas cotidianas, a gente normal, con manías, con inseguridades, algo inestables anímicamente. Y besos, muchos besos en la cara entre amigos que se quieren.

La película empieza con una escena en una discoteca, la música alta, el color rojo saturando la pantalla, un hombre bailando, bebiendo. Sale de la discoteca y se monta en su moto: un plano secuencia maravilloso, de los que ya no se hacen, que recorre un París desierto al amanecer y que pone en tensión al espectador. Y después, un accidente.

Este es el intenso “prólogo” de Les petits mouchoirs, que narra las aventuras y desventuras de un grupo de amigos treintañeros, alguno ya cuarentón, que se van de vacaciones a una casa cerca de Bordeaux. Canet sabía que lo más importante de su película, cuyo guión ha escrito él mismo, confesando que incluye retazos de su propia vida, era que los actores otorgaran credibilidad a sus personajes, por histriónicos que pudieran parecer, porque sin tal premisa, un largometraje que dura 2 horas 40 minutos, caería en el tedio, algo que no ocurre en ningún instante.

Una obra coral en la que François Cluzet y Marion Cotillard (la mujer de Canet en la vida real, acaban de ser papás, por cierto)  tienen más peso. Pero todas las interpretaciones son frescas, cargadas de matices, y si Cluzet no puede más que despertar la risa con su estrés y su tensión, y Cotillard interpreta a una de esas mujeres independientes y sencillas, con las cosas aparentemente claras y una armadura que cubre su gran fragilidad  (una de esas mujeres a las que admirar a pesar de todo), el resto del reparto no se queda atrás en su buen hacer: Gilles Lellouche y Valérie Bonneton (ambos nominados al César por sus papeles), Benoît Magimel y Laurent Lafitte en sus papeles de hombres inmaduros que evitan enfrentarse a su realidad, y después, en papeles más pequeños, Pascale Arbillot,  Jean Dujardin (tan ausente y con tanto peso durante todo el filme, Dujardin es el ganador del Premio al Mejor Actor en el último Festival de Cannes por The artist)  o Anne Marivin. Todos espléndidos.

Una película que consigue mantener la atención del espectador de principio a fin y consigue, que es más difícil aún, hacer cambiar su estado de ánimo, pasando de la risa al llanto, de la risa limpia y sonora al llanto inevitable, y hacerlo con elegancia y naturalidad, parce que la vie est un peu comme ça, risas y llantos.

Maravilloso retrato de una generación de hombres que se niegan a crecer, que aman la vida y la belleza, que cierran los ojos ante las adversidades del destino y en los que la amistad, con sus buenos momentos, con sus etapas de distanciamientos, es el motor que les da fuerza para seguir adelante, a pesar de algunas pequeñas mentiras sin importancia.

miércoles, 1 de junio de 2011

Protagonista del mes... Beyoncé


Vuelve Beyoncé.  Una de las solistas femeninas más relevantes de los últimos tiempos publica nuevo álbum, 4, que es, lógicamente, el cuarto de su carrera en solitario, el cuarto desde que se desvinculara del grupo Destiny's Child. 

La cantante, ganadora de 16 premios Grammy (13 en solitario y 3 con Destiny's Child) posee una de las voces más potentes del panorama musical. Consolidada como artista, admirada por artistas de la talla de Bono de U2, Stevie Wonder o Lady Gaga, consigue captar la atención de los medios de comunicación en cada una de sus apariciones públicas, está claro que es una de esas mujeres carismáticas e infatigables que no pueden parar de hacer cosas y, además, hacen la mayoría bien.

Beyoncé en directo no tiene desperdicio, no sólo por su voz, también por su espectáculo, por su manera de bailar, por su conexión con el público, por ser una gran diva de excesos, barroca en su vestuario, pero sin ser repelente en su carácter, al menos siempre ha derrochado simpatía cuando estaba bajo los focos, y eso, en mi opinión, es lo que deberían hacer todos los personajes públicos.

Y además, actúa: es cierto que ha tenido más descalabros que aciertos, pero ha participado en producciones  como Dreamgirls (que consiguió ocho nominaciones a los Oscars) o Obsesionada, que aunque es muy mala consiguió ser Número 1 de la Taquilla estadounidense. 

Pero si es protagonista es por su música, por sus canciones que repasaré a lo largo del mes en CAJÓN DE HISTORIAS, y, sobre todo, por su nuevo disco, cuyo primer single, Run the world (Girls), no me ha gustado demasiado, pero estoy seguro que el disco tendrá otros temas mejores y que estén a la altura, como mínimo del anterior.

¿Os gusta Beyoncé?