lunes, 30 de abril de 2012

Obras maestras #4#: LAS HORAS, de Stephen Daldry


No podía dejar finalizar este mes de abril que ha tenido como protagonista a Stephen Daldry sin hablar de la que es, para mí, su obra maestra hasta la fecha. Si a Billy Elliot,The Reader (El lector) y Tan fuerte tan cerca les puse cuatro estrellas, a Las horas no puedo más que darle la puntuación máxima, porque Daldry alcanzó aquí un cenit cinematográfico. 

Es la historia de tres mujeres en tres momentos diferentes y en tres lugares diferentes. Virginia Woolf, la creadora que se aferra a su obra contra la locura, en Richmond, 1923. Laura Brown, la lectora de esa obra, la mujer y la madre abnegada, en Los Ángeles, 1951. Y Clarissa Vaughan, una Mrs. Dalloway del siglo XXI, la anfitriona que aparenta estar tan segura de sí misma cuando está rota por dentro por el amor que siente hacia otro creador, un poeta enfermo de sida, en Nueva York, 2001. Tres vidas cruzadas, tres líneas convergentes. 

Las horas, bañada de una luz especial, de esa luz y esas sombras que apenas nos dejan ver el rostro de Ed Harris. Las horas, con una de las bandas sonoras más bellas de todos los tiempos, más melancólicas e intensas. Las horas, posiblemente, el drama más contenido que jamás he visto, que evita el sentimentalismo, la sensiblería, pero que consigue abrir un canal de lágrimas entre el corazón y el alma. Las horas, con un guión conmovedor y certero, de ritmo pausado, que va inundando el espacio hasta llenarlo todo de tristeza, y a la vez de felicidad, la felicidad de estar ante una obra maestra. Las horas, que he visto por tercera vez para escribir esta entrada, por vez primera en versión original, revistiendo de nuevos matices las interpretaciones de sus actrices: una Nicole Kidman en estado de gracia, sin signos de bótox, límpida su mirada y la angustia en su voz. Nunca antes estuvo tan profunda, ni nunca después. Ella hace una interpretación portentosa, la mejor de su carrera, que le valió un Oscar. Una Julianne Moore que, en sus miradas, guarda la esencia de la película. Porque nunca se dijo tanto con los ojos, nunca se transmitió tanta tristeza por vivir una vida que no se desea, por no amar lo que estamos obligados a amar. Y una Meryl Streep tan grande como siempre, generosa, que deja brillar a sus compañeras de reparto sin perder un ápice de credibilidad. 

Stephen Daldry dirige una película magistral, valiente. Una película sobre la muerte, sobre la vida, sobre la paz. "No se puede hallar la paz evitando la vida", dice Virginia Woolf. "Alguien deber morir para que los demás valoremos más la vida", añade poco antes de suicidarse. De eso trata esta película, de elegir vivir, de enfrentarse a la vida, de enfrentarse a las horas. 

sábado, 28 de abril de 2012

FESTIVAL DE CINE DE MÁLAGA 2012 (III): PALMARÉS

'Los niños salvajes' y el triunfo del cine de calidad


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Con esta entrada finaliza mi paso por la 15ª Edición del Festival de Cine Español de Málaga que, como sabéis, ha acogido propuestas de calidad, como Los niños salvajes, que seguro que tendrán recorrido hasta los próximos Premios Goya. Han sido unos días de cine y de sol, de cervecitas, de ver juntos en la gran pantalla a intérpretes tan respetados como Verónica Forqué junto a otros jóvenes que ponen voz al presente de nuestra cinematografía, como Nadia de Santiago, madurando, y madurando bien. 

El equipo de "Buscando a Eimish"/Foto: Natalia Pulido
Otro de esos binomios de actores jóvenes y consagrados lo encontramos en Buscando a Eimish, donde Manuela Vellés y Jan Cornet brillan tanto o más que Óscar Jaenada y Emma Suárez. Con una fotografía cuidada y preciosa, Buscando a Eimish es un viaje por Europa en busca de un amor perdido, que sigue siendo amor, y también una búsqueda de la identidad. Un viaje necesario para afrontar la madurez necesaria que requiere formar una familia. En este Festival de Málaga, donde la película ha tenido el primer contacto con el público, la directora, Ana Rodríguez Rosell, afirmó sentirse agradecida a sus actores, "que tienen un alma y un carisma tal que no hace falta nada más". Y puede que sea verdad, porque lo que más engradece a esta película es la interpretación de sus actores, de esa Manuela Vellés que tiene una mirada expresiva y acuosa, que está dotada para el drama a pesar de la sonrisa luminosa que baña su rostro. "A veces el cine español es muy crudo, y esta película es amable, casi como de dibujos animados", contó la actriz. "Creo que Eimish, mi personaje, es una mujer valiente, pero a la vez le cuesta encontrar su lugar en el mundo", añade. Óscar Jaenada, por su parte, quiso destacar que le interesaba mucho el arco del personaje, así como el conflicto que se plantea. "Quizá el amor sea algo naif, y que te paso algo como lo que le ocurre al personaje, con treinta años, puede parecerlo, pero pasa, realmente pasa". Jan Cornet, al que vemos en un papel más liviano que el de La piel que habito, comentó que durante el rodaje sentía la presencia de la directora, pero a la vez una gran libertad. "Ese trabajo es el que a mí, como actor, me interesa". 

El filme se desarrolla entre Berlín y Borghetto. "Son dos puntos contrapuestos: uno, la ciudad más abierta y cosmopolita del mundo, el otro, un pequeño pueblecito de Italia. Son lugares que dicen, para mí, muchas cosas", explicó la directora, que dedica Buscando a Eimish a sus padres: "Es mi primera película y creo que la dedicatoria a mis padres es obligada. Él ha sido mi mano derecha y ella ha sido mi luz. Yo he cambiado mi vida para sacar adelante este proyecto y ellos me han apoyado al 100%". 

El equipo de "El sexo de los ángeles"/ Foto: Natalia Pulido
La última película de Sección Oficial de la que quiero hablaros es El sexo de los ángeles, que llegará a los cines el próximo viernes y de la que os hablaré más detalladamente en otra entrada. Tras la proyección de la película, su director, Xavier Villanueva, quiso destacar que quería una historia natural. "Que fuera sencilla y sincera, que hablara de las emociones". Trata sobre la relación  a tres bandas que surge entre dos hombres y una mujer, y Villanueva confesó que le apetecía hablar explícitamente de una gran historia de amor, entendiendo el amor como la búsqueda de la felicidad de la otra persona, "aunque a veces eso pueda producir dolor". Es una película joven, contemporánea, que tiene lugar en Barcelona. "Los jóvenes viven con intensidad el presente. Esta es una generación más abierta emocionalmente", comentó el director. El sexo de los ángeles es un drama, pero tal y como señaló en la rueda de prensa Ana Maroto, guionista del filme, "eran necesarios momentos de comedia para aligerar la carga emocional".  

En la película el sexo está muy presente, como en la vida, y su director quiso defender que esas escenas son necesarias narrativamente en la película, porque cuentan cosas, porque hablan unas veces sobre el amor y otras sobre el deseo. En este sentido, los protagonistas explicaron que se enfrentaron a estas escenas con naturalidad. "Escenas así se consiguen gracias a la generosidad por parte de los tres", dijo el actor Llorenç González, que destacó que de su personaje le atraía sobre todo la parte más "vulnerable y frágil".  Una película que seguro que conseguirá buenos resultados en taquilla, por el atractivo mediático de sus personajes (sobre todo Álvaro Cervantes) y del sexo, pero que despertó controversia en la rueda de prensa: "Me hubiera gustado más si los personajes se hubieran ido al bosque y un árbol les hubiera matado a los tres", dijo uno de los periodistas allí presentes, mientras que otro defendía que "tiene ritmo, es fresca y funciona". 

El equipo de "12+1"/ Foto: N. Pulido 
Por último, y antes de dejaros el palmarés de la sección oficial, os mencionaré que la película 12+1: Una comedia metafísica, se ha alzado con los premios a Mejor Película y Mejor Dirección para el simpático Chiqui Carabante de la Sección ZonaZine. Es una revisión sobre el viaje de Jesús por el desierto, una comedia bastante lúcida desde la locura y el absurdo, en la que hay una influencia de La vida de Brian.  "Una película con rebeldía, humor y amor", dijo Carabante.





A continuación, os dejo el Palmarés de la Sección Oficial, un palmarés coherente que equilibra el gusto del jurado y el público, donde ha ganado quién tenía que ganar: 

Bizanaga de Oro a la Mejor película: Los niños salvajes



Biznaga de Plata Premio especial del Jurado: Carmina o revienta


Premio de la crítica: A puerta fría


Premio del público: Carmina o revienta






Mención especial: Kanimambo





Mejor dirección: Imanol Uribe por Miel de naranjas





Mejor actriz protagonista: Carmina Barrios por Carmina o revienta

Mejor actor protagonista: Antonio Dechent A puerta fría


Mejor actriz de reparto: Aïna Clotet por Los niños salvajes


Mejor actor de reparto ex aequo Álvaro Cervantes por El sexo de los ángeles y Álex Monner por Los niños salvajes


Mención especial: Ángela Molina por Miel de naranjas

Mejor guión: Los niños salvajes

Mejor guión novel: Remedios Crespo por Miel de naranjas

Mejor música: Wilaya

Mejor fotografía: El sexo de los ángeles 

Mejor montaje: The Pelayos 




viernes, 27 de abril de 2012

FESTIVAL DE CINE DE MÁLAGA 2012 (II)


La defensa de la educación pública engrandece el Festival de Málaga


Texto: Ismael Cruceta
Fotos: Natalia Pulido 


Como ocurre en todos los festivales de cine, la calidad de las cintas puede variar notablemente. En la 15ª Edición del Festival de Cine Español de Málaga algunas propuestas han sido flojas, otras decentes, y alguna muy buena, de esas que otorgan a nuestro cine en general y al festival en particular el prestigio que se merecen.  Y por una de esas obras comienzo hablando hoy: Los niños salvajes (Els nens salvatges) de Patricia Ferreira, que se exhibió en la jornada del miércoles.

Los niños salvajes es, para CAJÓN DE HISTORIAS, la propuesta más sólida e interesante de esta edición. Es una película que trata sobre la adolescencia pero, sobre todo, tal y como explicó la directora en la rueda de prensa, “es una defensa de  los adolescentes, y una crítica a los adultos. Es también una defensa encendida de la educación pública, que ahora, en tiempos de recortes, no sólo necesita el dinero que el estado hasta ahora le destinaba, sino que necesita el doble”, lo que despertó el aplauso entre los periodistas que allí estábamos presentes.

Patricia Ferreira es una directora con un bagaje que comienza a notarse cada vez más, una experiencia que se refleja en su buen hacer.  Y es que esa solidez que hallamos en la película la encontramos también en el discurso de Ferreira, que tiene muy claro qué es lo que quería y cómo lo quería.  La directora contó que “la labor de documentación fue amplísima” y que tuvieron que empaparse del trabajo de los profesores en la educación pública. También desveló que el proyecto comenzó a fraguarse con anterioridad a La clase:  “cuando se estrenó esa película, me sirvió para darme cuenta de que Los niños salvaje se podía hacer”.

Dos de los protagonistas de "Els nens salvatges" junto a Patricia Ferreira
Con una trama perfectamente construida y bien hilada, la cinta cuenta además con unas interpretaciones cargadas de madurez, a pesar de la juventud de sus actores: Marina Comas, una niña con una mirada grave, de adulta (tiene un Goya en su haber por Pa negre), Albert Baró y Alex Monner, secundados por Aina Clotet y Ana Fernández –a la que tuve delante en una de las proyecciones, riéndose y comiendo palomitas, que es una de las cosas que siempre hacen especiales a los festivales, que acercan a actores, periodistas y público, que en la calle puedes ver a Óscar Jaenada y Jan Cornet mientras te comes unos calamares en una terracita, que puedes ver lo seria que es Clara Lago y la tensión permanente que refleja su rostro cuando está en un sitio público y no está trabajando, como si tuviera miedo a que la gente, de repente, le pida fotos o autógrafos sin parar-. 

Curiosidades aparte y volviendo a lo estrictamente cinematográfico: una de cal, y una y media de arena. Esa arena que tan presente está en Wilaya, visualmente sin “peros”, pero con un guión que no consigue salir a flote entre las dunas. Demasiado lenta, demasiado espesa. Una lástima, por la gran película que pudo ser y no es.

Natalia Erice y Fele Martínez, reparto de "Esperando Septiembre"
Y por último, esta vez dentro de la sección ZonaZine, que entiendo que reúne las propuestas con presupuestos más escasos, que intentan apoyarse en otros factores para despertar el beneplácito del público, como la sonrisa o la empatía, aunque no siempre se consigue el objetivo, obviamente, quiero mencionar el visionado de Esperando Septiembre, una comedia con una factura técnica algo más pobre, pero que consigue entretener  -en mayor o menor medida- y hacer reír al espectador, y con una influencia muy, muy presente del medio televisivo, donde su directora, Tina Olivares, se mueve muy bien. Una película coral que cuenta con la colaboración de Fele Martínez, que alabó la labor de la directora: “Estamos ante un buen ejemplo de lo que supone darle tiempo y respeto al trabajo de los actores. Sin eso, Esperando Septiembre no tendría el brillo y la espontaneidad que tiene”.

El equipo de "Esperando Septiembre"

Hasta aquí la entrada de hoy, en la próxima os hablaré de tres películas más y os desvelaré mi quiniela unas horas antes de que el jurado haga pública su decisión. Aunque, por lo que vais leyendo, ya os podéis hacer una idea de que es lo que más me ha gustado… 


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miércoles, 25 de abril de 2012

FESTIVAL DE CINE DE MÁLAGA 2012 (I)

PRIMERAS JORNADAS DE CINE Y SOL

Texto: Ismael Cruceta
Fotos: Natalia Pulido

Aquí estoy, respirando cine en la ciudad del sol. Un maratón de películas españolas en la 15ª Edición del Festival de Málaga, uno de los más importantes de España -junto con el de San Sebastián y la Seminci de Valladolid- y de referencia en lo que a cine español se refiere. 

Alberto Córdoba, director de Cecilia y Juan, junto al actor y productor.
En dos jornadas he visto seis películas, sí, señores, seis películas. Ahora entenderán aquello de "maratón". Alguna de ellas muy buenas, otras entretenidas, alguna bastante mala. Así es el cine, y así son los festivales: a veces se gana y a veces se pierde. Y en este festival ha tocado comenzar perdiendo. Porque el primer visionado fue Cecilia y Juan, la ópera prima de Alberto Córdoba. Me duele escribir estas letras porque creo que es una película cargada de buenas intenciones, tantas como carencias y errores técnicos y artísticos tiene. Cecilia y Juan pretende ser "una historia de amor como las de antes con personajes de ahora", pero el guión no alcanza el nivel que esperaba de este festival, y los fallos técnicos son demasiado evidentes para el espectador experto y no experto, es decir, los fallos quedan a la vista de todos. Una pena. Puede que con más presupuesto la película hubiera tenido una mejor factura técnica, puede. Pero el guión era de cortometraje, y un largo le viene muy muy grande. 

Paco León con el equipo de 'Carmina o revienta'.
Una vez pasado ese trance, sabes que todo lo que vas a encontrarte es mejor. Y así ha sido. Ayer se estrenó Carmina o revienta, la primera película que dirige el televisivo Paco León. Y dirige, además, a su madre, Carmina Barrios, y a su hermana, María León. Se trata de un falso documental en tono de comedia que consiguió la ovación del público. Pero es que además la merece, porque Carmina o revienta funciona: hace reír a carcajadas. Es una obra divertida y visceral, de carácter andaluz. Es el esfuerzo de una mujer por sobrevivir. Una mujer que... ¡ozú, vaya tela! Apuesto ya a que ganará el Premio del Público.

Verónica Forqué, Adrián Lamana y Nadia de Santiago.
Durante el día de hoy, además de conocer a Marina del blog Cargada de libros -todo un placer- han sido cuatro las películas vistas, un "cénit cinéfilo" que me ha dejado exhausto. Con las fuerzas justas para compartir esta entrada con vosotros, porque siempre es un placer compartir cine y letras con vosotros. A primera hora de la mañana se ha proyectado Ali, con Nadia de Santiago en su primer papel protagónico, una actriz que está haciéndose su hueco poco a poco pero con paso firme, y que se está consolidando en madurez. La secunda una Verónica Forqué tan grande como siempre. De Ali os diré que es una película sin excesivas pretensiones, que su director, Paco R. Barrios, ha definido como "fresquita, con un aire indie, que emociona y que es algo insolente". Y que deja un poso en el espectador, que invita a una reflexión porque entraña más de lo que ese tono amable hace presuponer en un primer momento. De ella, y de todos los visionados os hablaré más detalladamente. Hoy me interesa más haceros llegar el ambiente que se respira en esta ciudad donde el sol ha apretado -aunque lo he disfrutado poco. Porque entre el Teatro Cervantes y el Cine Albéniz se respira cien, se nota a una ciudad volcada con este festival, con el séptimo arte. 

Pero el plato fuerte de la jornada ha venido de la mano de Los niños salvajes (Els nens salvatges), de la directora Patricia Ferreira. De todos los visionados, es la propuesta más sólida hasta el momento de este Festival de Málaga. De esta película os hablaré en la próxima entrada, porque lo bueno se hace esperar. Y Los niños salvajes es bueno, os lo aseguro. 

martes, 24 de abril de 2012

BUENOS DÍAS TRISTEZA, de Françoise Sagan


Parece que esta es una de las obras imprescindibles de la literatura francesa del siglo XX y que yo, a veces ocurre, desconocía. Hasta que leí una reseña de Shorby en Loca por incordiar. Inmediatamente fui a comprármela y pronto le he hecho un hueco en mis lecturas.

Bonjour tristesse nos lleva hasta 1954. Estamos en una Francia completamente recuperada de la IIª Guerra Mundial. Cécile tiene 17 años, vive con su padre viudo desde hace tres lustros, un hombre atractivo, acostumbrado a  tener una y mil amantes, un bon vivant. Ella disfruta de la vida, del dulce farniente en la Costa Azul. Pero la llegada de Anne, que cuidó de Cécile cuando era niña, desestabiliza su mundo.

Creo que la principal valía de esta novela consiste en marcar un punto de inflexión en la literatura, alejarse del gris de la mayor parte de la primera mitad del siglo XX, y reflejar un signo de recuperación que más allá de la economía: se había consolidado en esa sociedad francesa el estado del bienestar, los jóvenes  vivían preocupados por cosas propias de su edad como el sexo o el vacío de una figura materna.  Cécile es el ícono del charmant petit monstre que escandalizó en su momento y que ahora, a pesar de la atemporalidad de la que goza la novela, no escandaliza a nadie. Es decir, la novela sigue estando vigente porque esa adolescente huérfana de madre que ve en otra mujer la amenaza de destruir su mundo, esa adolescente que empieza a sentir inquietud por algo más que los besos, perfectamente podría ser una chica de hoy, pero nadie se escandalizaría ahora, nadie llamaría a esta niña fría y calculadora “monstruito encantador”. Sin embargo, en 1954 Cécile se convirtió en la imagen de una adolescente/adolescencia desgarrada entre los remordimientos y el culto del placer. Así que quizá no sea tanta su atemporalidad. Ya que seguramente esta novela no hubiera tenido hoy tanta repercusión ni habría escandalizado a nadie. Un buen ejemplo de que algunos libros son necesarios en un momento histórico determinado, en una sociedad concreta, pero fuera de él, su valía difiere.

El estilo de Françoise Sagan es sencillo, ameno. Se lee muy fácil y está descargado de florituras. Podría perfectamente tratarse de una novela juvenil si no fuera por la carga psicológica adulta que entraña, que es bastante, pero no suficiente como para poder afirmar con rotundidad que estamos ante una novela de peso. Con todo, algunos de los párrafos hacen gala de una belleza y una musicalidad límpida. Y la coherencia literaria de la obra, con un estilo perfectamente definido, la elevan a la categoría de recomendable. Algo que es digno de profundos elogios porque Sagan la escribió con 18 años.

Bonjour tristesse es una novela íntima, narrada en primera persona, que se lee muy rápido y fácilmente, con un personaje femenino principal perfectamente dibujado, que me ha gustado por el aire de displicencia y de espontaneidad, sí, pero del que esperaba más, más belleza y más profundidad. 

lunes, 23 de abril de 2012

¡FELIZ DÍA DEL LIBRO 2012!


Un año más quiero felicitaros hoy, a vosotros, lectores, que llenáis el mundo con palabras leídas y escritas, que llenáis mi mundo con vuestras impresiones y vuestras letras. Porque la lectura es un viaje que consigue enriquecerte, que consigue hacer aflorar tus sentimientos, y no quiero que se acabe este viaje. Feliz día del libro a todos.
 Ismael Cruceta

Este año, mi pequeño regalo para vosotros son algunas frases que he recopilado de mis lecturas. Espero que os gusten tanto como a mí:


"También los idealistas aciertan de vez en cuando".
Juan Gabriel Vásquez en El ruido de las cosas al caer

"El mundo es grande, pero la amistad es inmensa"

"No hay sosiego en el mundo, ni para los muertos ni para los vivos, Entonces dónde está la diferencia entre unos y otros, La diferencia es una sola, los vivos aún tienen tiempo, pero el mismo tiempo lo va acabando, para decir la palabra, para hacer el gesto, Qué gesto, qué palabra, No sé, se muero de no haberla dicho, se muere de no haberlo hecho, de eso se muere, no de enfermedad, y por eso le cuesta tanto a un muerto aceptar su muerte"

"Si quieres ser escritor, es tu elección. Nunca discutiré por lo que alguien quiere hacer en la vida. Mi familia lo hizo conmigo y fue terrible. Una cosa terrible. Algo que nunca acabas de superar. De manera que si crees que quieres ser escritor, entonces intenta serlo. Yo nunca te desanimaré. Pero tendrás que ganarte la vida mientras lo intentas. Eso también es muy importante. Ser escritor no es ningún hobby. Es una profesión". 
Rafael Yglesias en Un matrimonio feliz


Y por último, quiero animaros a comprar hoy, Día del libro, mi primera novela, Luz de libertad, que está disponible en Amazon por sólo 1,96€. Para vosotros es un pequeño gesto comprarla, un sólo click, un gasto pequeño, más pequeño que un billete del Metro de Madrid. Pero para mí es un gran apoyo, un gran apoyo literario. Muchas gracias a todos y... ¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!

sábado, 21 de abril de 2012

BILLY ELLIOT, de Stephen Daldry


Hay películas que se convierten en clásicos al instante. Esta es una de ellas. Con los revisionados puede que haya perdido algo del glamour visual que alguna vez tuvo, ya saben, ha adquirido un tono añejo que hace que el espectador sepa, con solo ver un par de planos, que no es una película actual. Pero el mensaje y la calidad de su guión siguen intactos doce años después. Así que, sí, en el sentido narrativo, es actual. Hoy más actual todavía que ayer. Cosas de la recesión social a la que nos pretenden arrastrar.

En 1984, durante la huelga de mineros del condado de Durham, el padre de Billy Elliot se empeña en que su hijo reciba clases de boxeo. Pero lo que realmente él quiere es bailar ballet, porque es lo que quiere y porque sabe que puede hacerlo bien. Para ello, el niño tendrá que enfrentarse a su padre, a los clichés de una sociedad encorsetada,  sin más apoyo que el de la señora Wilkinson, su profesora de ballet.

Stephen Daldry, protagonista del mes en CAJÓN DE HISTORIAS, llegaba al panorama cinematográfico internacional pisando fuerte, con una ópera prima que fascinó a crítica y público. Una película emotiva, que mezcla con maestría el drama y la comedia, y que goza de la sinceridad espontánea de las primeras obras, siempre ocurre, en la literatura, en el cine, en la música. Puede – de hecho suele ser así – que el artista después se refine con el tiempo, que su estilo se consolide y vean la luz obras excelsas, mejores, pero seguramente carecerán de esa espontaneidad, de esa sinceridad e incluso de la pizca de ingenuidad que suelen contener las óperas primas. Porque todo late al pulso del corazón. Y Daldry hizo seguramente la película que quiso hacer, y no lo pudo hacer mejor.

En Billy Elliot pudimos comprobar ya el buen hacer de este director desconocido para sacar lo mejor de sus actores: el niño Jamie Bell hizo el mejor papel de su carrera, nunca ha vuelto a estar tan carismático. Y Julie Walters estuvo a punto de rozar el Oscar por el papel de la señora Wilkinson, uno de esos personajes entrañables. Una tragicomedia absolutamente efectiva, que consigue captar la atención del espectador gracias a su ritmo alegre.

Billy Elliot es una de mis películas favoritas. Porque trata sobre un sueño, un sueño complicado pero por el que un niño peleó a golpe de plié y demi plié. Porque el ballet es para niñas, eso dicen, pero no le importó, él quería bailar y se le iban los pies. Billy Elliot no es una película sobre la homosexualidad, porque ese niño no era homosexual. Sino que es una película sobre los clichés que nos impone la sociedad, sobre lo políticamente correcto y lo estándares que solo los valientes se atreven a romper. Pero sobre todo, es una película sobre las convicciones, porque con ellas el mundo se convierte en un lugar habitable. Así que gracias, Stephen Daldry, por este regalo tan dulce.  

jueves, 19 de abril de 2012

SHAME, de Steve McQueen


Estamos ante una de las películas más inquietantes de los últimos tiempos, imposible que deje indiferente a nadie: Shame, que tantas ganas tenía de ver y que tan poco recorrido ha tenido en las salas comerciales. Aunque en los cines donde siguen creyendo en películas alejadas del mainstream su vida ha sido larga, más incluso de lo que creía.

Para algunos controvertida, para otros, atrevida.  La cinta empieza con el desnudo integral de Michael Fassbender, ganador de la Copa Volpi al Mejor Actor en el pasado Festival de Venecia. Él interpreta a Brandon, un ejecutivo de éxito que vive obsesionado con el sexo, sexo con prostitutas, sexo a través de Internet, en cualquier lugar, a cualquier hora. Pero cuando su hermana Sissy se instala en su casa desestabiliza su vida y su orden, imposibilitando sobre todo sus hábitos sexuales.

Shame es una película negra teñida de azul.  Shame es el retrato de dos animales heridos, de un hombre enfermo y una mujer frágil. Dos de las mejores interpretaciones del año que, inexplicablemente, se han quedado sin nominación a los Oscars, lo que pone de manifiesto el conservadurismo que sigue intrínseco a la Academia de Hollywood. Es la exhibición de una soledad pegada a la piel, hiriente. Fassbender demuestra que es un actor de los grandes, soberbio en sus miradas, en su contención y en transmitir sensaciones sin palabras, Fassbender valiente por hacer frente a un papel de extrema complejidad, tan complejo que creo que pocos,  muy pocos actores en activo, se habrían atrevido a interpretar a este Brandon obsesionado con el sexo, tan obsesionado que es capaz de indagar en un submundo cargado de sordidez y altamente destructivo, tanto física como mentalmente, pero incapaz de mantener una relación afectiva. Y Carey Mulligan es hábil como pocas para alargar la belleza de un primer plano. Sus ojos acuosos y su tristeza hacen de la pausada y larga escena en la que canta New York New York una de las mejores de la película: 


El director inglés Steve McQueen ha conseguido ejecutar una película íntima y redonda, brillante en la fotografía y en la música, dos elementos artísticos que elevan más, si cabe, la cinta. Y junto a la también brillante dirección de actores, Shame se convierte en una de esas películas que permanecen en la mente del espectador durante días, porque a la salida del cine la sensación va y viene entre la belleza, el asco y la angustia, pero el poso final que deja esta película es el de la soledad y el del vacío.

En definitiva, una película que ahonda en lo cruel que puede llegar a ser la adicción al sexo, como cualquier otra adicción, que te hace convierte en vulnerable y te desnuda –en este caso también literalmente- de sensatez. Shame crece tras el visionado y estalla en brutalidad y dolor, pero lo hace con un buen gusto y con una elegancia que merece la atención absoluta del espectador adulto (en sentido cinematográfico). Absténganse seres sensibles y personas que busquen cine de entretenimiento, que busquen sonrisas o que busquen luz. Me reitero: Shame es una película negra teñida de azul. 

martes, 17 de abril de 2012

LA NOCHE DE LOS TIEMPOS, de Antonio Muñoz Molina


La noche de los tiempos es, sin duda, una de las obras más monumentales de Antonio Muñoz Molina y, probablemente, de la literatura española contemporánea. Una novela ambiciosa y meticulosa que roza las mil páginas para contar la historia de amor entre Ignacio Abel y Judith Biely en el Madrid de mediados de los años 30 del siglo XX, cuando España estaba a punto de resquebrajarse y la Guerra Civil a punto de estallar. Una historia que se prolonga durante los primeros tiempos del conflicto, cuando Madrid deja de ser. 

Ignacio Abel es el arquitecto encargado de las obras de la Ciudad Universitaria, está casado con Adela, con la que tiene dos hijos. Pero de repente un día la vida le pone en el camino a Judith Biely, una mujer rubia y hermosa mucho más joven que él, una mujer inquieta que se enamora de España y que se convierte en el gran amor de la vida de Ignacio Abel. El estilo minucioso de Muñoz Molina va calando en el lector de a poquito, hasta que de repente te das cuenta de que conoces al protagonista en cuerpo y alma, que puedes intuir incluso cómo va a actuar. Un protagonista absoluto el de esta historia. Pero en algunos momentos llegué a preguntarme las razones del autor para ser tan cruel con él, para convertirle, a medida que las páginas avanzan y se toman determinadas decisiones, en un antihéroe. Es fácil vislumbrarlo: la humanización de Ignacio Abel hace que sus decisiones puedan parecer cobardes o incluso viles, pero son las más sinceras. Y él se convierte en culpable. En culpable de enamorarse en el momento menos oportuno, culpable de sentir miedo. "Maldito seas, Ignacio. Maldito seas. Tú no has tenido nunca corazón. Ni para ser rojo, ni para ser hombre". Y esa culpabilidad llega al lector, que es capaz de comprender que, en la vida, el amor a veces es devastador, como la guerra, y eso le ocurrió al protagonista, arrasando con un matrimonio estable. Y se siente entonces una profunda pena por Adela, la esposa enamorada y abnegada. Un personaje perfilado con intensidad, con el desgarro de saberse traicionada. 

Se nota la influencia que Estados Unidos está teniendo sobre el autor, donde vive desde hace algunos años. La presencia de la lengua inglesa en esta obra es una constante, puesto que Judith Biely es una norteamericana instalada en Madrid, y porque la historia de amor del libro nace entre juegos de palabras, entre expresiones en uno y otro idioma. Una historia inspirada en el romance real que vivió Pedro Salinas y la hispanista Katherine Withmore y que sirvió para parir una de las obras poéticas más importantes del siglo pasado: La voz a ti debida. 

La mayor parte de la historia se desarrolla en Madrid, que se presenta ante nuestros ojos de una manera tan diferente a la de hoy. Un Madrid provinciano, un híbrido entre la ciudad y el campo, en la que la burguesía y los obreros y lo rural se mezclan llenando de matices una capital europea única, que no es la capital de hoy, que perdió la identidad durante la Guerra Civil y que resurgió entre luces de colores cuatro décadas después.

Muñoz Molina no se ha resistido a escribir sobre la Guerra Civil, como tantos y tantos escritores que siguen teniendo ganas en explorar esa parte de nuestra Historia. Y cada vez que leo sobre este tema, me pregunto, ¿Por qué otra novela sobre la Guerra Civil? Supongo que, en esta ocasión, no había más remedio, porque la historia conduce a Ignacio Abel al exilio, porque le saca de su patria -por la puerta de atrás, además- y tan sólo un conflicto de tal magnitud es premisa para salir y salir así. Desde ese tren que le lleva al que será el destino de su vida, el protagonista nos cuenta su historia y también parte de la Historia de España. 

He tardado prácticamente un mes en leer este libro, es una novela extensa que requiere la atención total del lector. Antonio Muñoz Molina no escribe sólo para entretener, no es uno de esos autores descafeinados, y su estilo es, para mí, el más depurado y el más inteligente de la literatura española actual. La noche de los tiempos es una gran novela en la que se nos cuenta una historia de amor hermosa y triste y difícil, pero sobre todo es una novela que profundiza en la memoria, en el recuerdo, en las ideas y en la barbarie. Pero sobre todo es una novela que nos hace ser conscientes del espacio que ocupamos en el lugar en el que nos hallamos, y cómo lo que ocurre a nuestro alrededor, incluso poniéndonos vendas en los ojos, afecta a nuestra vida y a nuestra historia. A Ignacio Abel le tocó vivir una guerra. Él no la quería. Él sabía que no era la solución a los problemas, pero nada pudo hacer un ente individual para frenar la destrucción. Somos lo que vivimos, en dónde vivimos y en el momento preciso en el que lo vivimos. 



Más novelas del autor en CAJÓN DE HISTORIAS:
 - Plenilunio (elegida Mi Mejor Lectura de 2010)


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domingo, 15 de abril de 2012

'LUZ DE LIBERTAD' YA ESTÁ DISPONIBLE EN AMAZON


Hoy quiero daros una buena noticia. Y, en contra de lo que dice el periodismo (good news no news), las buenas noticias, en tiempos de crisis, SÍ son noticias. Porque cada vez que empieza el telediario, como decía hace unos días en Twitter Pilar del Río, la viuda de José Saramago, "hay que tomarse un valium". Y como sigamos a este ritmo de desastre lo que vamos a tener que tomarnos es un Prozac... 

En fin, la buena noticia es que mi primera novela, Luz de libertad, ya está disponible en Amazon, a un precio IRRESISTIBLE: 1,96€. Sí, sí, has leído bien, 1,96€. Y, claro, siendo tan poquito lo que cuesta, no puedo más que invitaros a comprarla AQUÍ, y a leerla, como ya han hecho algunos bloggers que se hicieron con ella en la versión papel, y que dijeron, entre otras cosas, palabras tan bonitas como estas:

Crítica en Arte Literario:
Creo que las mejores novelas son las que te llegan al alma, las que te hacen experimentar algún tipo de sentimiento, y las que, de una manera u otra, ya sea de tristeza, rabia, felicidad o emoción, te hacen llorar, y Luz de libertad lo ha conseguido.
Crítica en Aqui que quedé:
Me atrevo a recomendar la obra de este autor novel, una historia emotiva y llena de sentimientos que no te deja indiferente, esperando que muy pronto Ismael nos sorprenda a todos con la publicación de su próxima novela.

Se nota el amor del autor por las palabras y hay extractos del libro con mucha belleza.

El libro emociona de principio a fin por la riqueza narrativa del argumento, el lenguaje preciso en cada parte de la novela, esa invitación profunda a una reflexión vital y la capacidad de hacernos entender los pensamientos de Julio Silva a lo largo de casi toda la novela. Porque casi llegamos a amar del mismo modo que lo hace él.

Para mí la obra ha sido algo más que seducción, ha sido enamoramiento, pasión, amistad, miedo, necesidad, dependencia (...) Una novela inteligente de un escritor novel que ha puesto todo el corazón en ella.
La primera y la segunda parte de la novela son buenas, pero es que la tercera es maravillosa. Es tan emotiva que es imposible no llorar a medida que el libro se va terminando.

viernes, 13 de abril de 2012

TAN FUERTE, TAN CERCA, de Stephen Daldry


A veces es difícil ir a contracorriente. Soy consciente de ello. Pero Tan fuerte, tan cerca, que ha tenido unas críticas negativas en general, algunas tibias, es una película que me ha gustado bastante. Incluso más que bastante, porque me gusta la narrativa cinematográfica de Stephen Daldry, protagonista del mes en CAJÓN DE HISTORIAS. Os digo también, pese a todo, que es la que menos me ha gustado de las cuatro de este director. Pero es que las otras me parecen, prácticamente, obras maestras. 

Tan fuerte tan cerca (Extremely Loud Incredibly Close) es la búsqueda de una cerradura que una llave puede abrir. La llave que tiene Oskar, que le dejó su padre antes de morir en los atentados del 11-S. Oskar es un niño hipocondríaco, inteligentísimo, metódico, pacífista, inventor y, por qué no decirlo, algo pedante (muy pedante, de hecho). Traumatizado por la trágica muerte de su padre. Porque en esta película la tragedia tiene un peso indiscutible, el dolor se expande por la pantalla y lo recubre todo de una amarga hiel. 

Si hay algo que Daldry sabe hacer bien es dirigir a actores. Por eso esta película, que han tachado de sensiblera, manipuladora y cursi, que podría no ser más que un telefilme de sobremesa de Antena 3, se convierte en una película de cine con entidad propia y una calidad indiscutible gracias a la interpretación de Thomas Horn, el niño protagonista. Después del desagrado que me produjeron los niños de La invención de Hugo, llegaba con mucha desconfianza ante este actor infantil. Pero no, no hay sobreactuación, y la complejidad del papel era muy elevada. Con todo, eso no significa que Horn vaya a ser un buen actor en el futuro, todavía es demasiado joven. Pero aquí, sin duda, lo hace bien. 

También tengo que destacar a Max Von Sydow, que consiguió una nominación al Oscar como Mejor Actor de Reparto por esta interpretación en la que no dice ni una sola palabra, pero en la que expresa toda la ternura y todos sus miedos con la mirada. Maravillosa Viola Davis, que en unos pocos planos consigue tanta emoción, por su fuerza y por el agua de sus ojos. A Tom Hanks le he encontrado algo mejor que en Larry Crowne (aunque eso era fácil), pero sigo creyendo que está en bajísima forma interpretativa, y que poco o nada queda de lo grande que fue durante la década de los noventa del siglo XX. 

Pero lo que más rabia me da, lo reconozco ya, lo que me produce un enorme fastidio y hace que se me revuelvan las tripas -excepto mi apéndice, que ya no tengo- es confesar aquí, en mi CAJÓN DE HISTORIAS, que Sandra Bullock me ha gustado. Sí, me ha gustado. Yo, que tanto he criticado a esta actriz mediocre, de la que dije que "nunca ha sido buena actriz ni nunca lo será", a pesar de esa Oscar inmerecido que consiguió no sé ni quiero imaginarme cómo. Porque en su papel hay un dolor contenido, porque perder un marido al que amas y de una manera tan cruel hace que tu vida se parta en dos, pero ni siquiera puedes dar rienda suelta a ese dolor porque tu hijo, aunque lo niegue, te necesita. Y le amas. Bullock hace un papel de madre mucho más creíble que en The blind side, por la que ganó el Oscar, quizá porque ahora ella es madre y le ha sido más fácil transmitir ese sentimiento.

La solidez de sus planos y el color descarnado hacen que, junto a las interpretaciones, la película merezca, en mi opinión, las cuatro estrellas que le doy. Son cuatro estrellas pequeñitas, que no brillan como brillarán las cuatro de Billy Elliot o las cuatro enormes y luminosas que en su momento le di a The Reader. Pero las merece por volver a hablar del dolor y de la perdida sin tapujos, de una manera depurada, que reverdece la pena y también la ternura. Y eso es difícil y hermoso. Stephen Daldry, a mí, no me ha decepcionado nunca hasta ahora.