El director Julian Schnabel nos ofrecía en su segunda película un acertado retrato de la vida del escritor cubano Reinaldo Arenas. Un biopic de dos horas desde el nacimiento hasta la muerte del artista que huyó de la isla y luchó contra la revolución castrista que sigue vigente todavía.
Julian Snchabel supera el difícil reto de hacer un recorrido vital interesante, con una narrativa cinematográfica efectiva y dotar a la película de un aire añejo, de los años sesenta, un aire de documental también para hacerla más certera. De la euforia de la juventud revolucionaria a la opresión de la dictadura. Y todo con una banda sonora que recopila algunas de las más míticas canciones de la música tradicional cubana.
Julian Snchabel supera el difícil reto de hacer un recorrido vital interesante, con una narrativa cinematográfica efectiva y dotar a la película de un aire añejo, de los años sesenta, un aire de documental también para hacerla más certera. De la euforia de la juventud revolucionaria a la opresión de la dictadura. Y todo con una banda sonora que recopila algunas de las más míticas canciones de la música tradicional cubana.
Un reparto en el que encontramos cameos de un jovencísimo Diego Luna, una siempre maravillosa Nawja Nimri, un irreconocible Sean Penn y, sobre todo, Johnny Depp en un doble papel: uno de travesti y otro de teniente, siendo el único que consigue captar la atención del espectador debido a que Javier Bardem colma la pantalla en todo momento. Y como secundario a Olivier Martinez en el papel de Lázaro, que acompañó a Reinaldo Arenas en la última etapa de su vida, pero que no consigue destacar.
Arenas, en la madurez de su vida se establece en Estados Unidos y se define a sí mismo como: escritor, anticomunista, anticastrista y homosexual. Todos los ingredientes para ser perseguido, encerrado, maltratado y denostado. A él le da vida Javier Bardem en un ejercicio de mimesis sorprendente. Bardem con acento cubano, con una manera de moverse, de expresarse que resucitan a Reinaldo Arenas. Y para aquellos que ven la película sin saber nada del escritor, lo que van a encontrar es una interpretación de gran complejidad por estar llena de matices, por pasar de la sonrisa a la tragedia. Bardem que consiguió su primera nominación al Óscar hace ahora una década por este papel, que finalmente ganó Russell Crowe (¡tan patéticos los académicos a veces! Bardem merecía mil millones de veces más este premio). Una interpretación luminosa, incluso en los momentos más dramáticos.
Vota en la encuesta de la columna lateral derecha