martes, 18 de septiembre de 2012

CINCO HORAS CON MARIO en el Teatro Arlequín de Madrid


Sin saber muy bien por qué, se nos hizo tarde. El tiempo se nos pasó volando y cuando quisimos darnos cuenta estábamos corriendo por la Gran Vía, esquivando a la multitud que paseaba la tarde del domingo. Cuando nos sentamos en la sala, acalorados, estábamos sudando. No tuvimos tiempo de aclimatarnos, pero no hizo falta, ya que fue la actriz Natalia Millán, sola en el escenario, quien, metida en la piel de Carmen Sotillo, Menchu, la que se encargó de llevarnos hasta esa habitación casi en penumbra para velar a su esposo Mario, fallecido a los 49 años. Mario no estaba ya, y sí estaba.  Sí estaba todavía, su cuerpo caliente y sus ideas y su forma de pensar, y su cuerpo enjunto y su mal carácter a veces. ¿Pero cómo no iba a enfadarse si el padre de uno de sus alumnos le llevo un cordero de cuatro kilos? Eso, así lo entendía Mario, es corrupción. Aunque a Menchu no se lo pareciera, aduciendo que al niño Jesús le llevaron queso los pastores y muchos más regalos, y ¿acaso él los rechazó? Pues eso. 

Y para entonces estábamos ya tan dentro de la obra, llevábamos tanto tiempo sonriendo, riéndonos en bajito incluso porque una señora con el pelo canoso estaba muy seria a mi lado, no sé de que pie cojearía. Igual no entendía la obra... En fin, tantos minutos disfrutando del monólogo de Carmen, del monodiálogo diría yo. Porque esa mujer no hablaba sola. Disfruté igual que hace años disfruté con la novela.  Un texto imprescindible, una obra que no nació para ser representada sobre un escenario y que, sin embargo, ha madurado vinculada irremediablemente a los escenarios. 

Es curioso como Miguel Delibes consiguió que este libro viera la luz en 1966, o los censores eran muy tontos -que lo serían- o él era ya tan famoso y tan querido que se lo perdonaban todo. Es curioso, además, porque no la publicó desde el exilio, no, sino desde su Valladolid natal, de la que apenas salió. Y es curioso, sobre todo, porque con esa  ironía es capaz de hacer una crítica feroz a un régimen totalitario que se sustentó en los pilares de la iglesia. No deja títeres con cabeza. Y lo más gracioso, o lo más triste, es que alguna de las sentencias parecían estar todavía hoy vigentes, quizá con una vigencia renovada tras unas cuantas buenas décadas. Como decía Menchu, adónde vamos a llegar, a un país en el que todo el mundo pueda estudiar, los ricos y los pobres. Venga hombre... Si siempre ha habido clases... además, si no hubiera pobres, ¿cómo los ricos ejercerían su solidaridad?

Miguel Delibes no pudo ver a Natalia Millán interpretar a uno de los personajes más carismáticos que parió el escritor, pero estaría orgulloso de la interpretación, sin duda. Estaría orgulloso por la versatilidad, por la fidelidad al texto, y por darle ese aire tan de señorona que tenía Carmen, ese aire de mujer criada en plena dictadura, bajo las ideas y los preceptos que impuso ese monstruo dictador y asesino que fue Francisco Franco y que paralizaron España durante cuatro décadas. Estaría orgulloso por ver cómo es una dignísima sucesora de Lola Herrera, por ver cómo es capaz de la risa al llanto, de la alegría por los recuerdos felices al enfado por los momentos en los que se sintió humillada. Por imprimir a sus palabras la naturalidad y el tormento de una mujer que acaba de perder a su marido y que todavía necesita contarle cosas. Necesita estar a solas con él, reprocharle aquello que no tuvo de él, como el Seiscientos, que todo el mundo tenía ya y que su marido se empeñaba en decir que no lo necesitaban, y seguramente tenía razón, y por eso jamás lo compraron. En definitiva, necesitaba sus cinco horas con Mario.

No dejen de leer el libro. No dejen de ver esta obra en el Teatro Arlequín, donde solo estará hasta el 12 de Octubre. Porque cuando uno va a ver una buena obra de teatro, la sensación a la salida es tan grata que todo lo demás, incluso lo malo, al menos durante un rato, no importa, se lo digo en serio.

13 comentarios:

  1. Me han recomendado encarecidamente esta obra de teatro, que el año pasado se presentó en otro local de Madrid. Por tus impresiones, veo que merece realmente la pena. ¡Gracias! Un abrazo.

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    1. Sí, el año pasado estaba por Huertas. Tienes que verla, o leerla, pero adentrarte en la ironía que alcanzó Delibes aquí y en ese personaje maravilloso de Carmen.
      Un besoteee!!

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  2. Siempre me ha llamado la atención esta obra y sin embargo ni la he leído ni la he visto representada. A ver si le pongo remedio. Muchos besos.

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    1. Sí, Goi, para verla en teatro es una oportunidad. Y después de haberla visto merece la pena leerla también, de verdad ;) un besote!

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  3. El libro me encantó en su día, que conste, y me gustaría releerlo algún día. Con respecto a la obra, es que a mi no me gusta Natalia Millán, no puedo con ella desde que la vi en el musical "Cabaret". Sin embargo, Lola Herrera lo clavó y si hay alguien capaz de personificarse en una señorona producto de una dictadura, esa es ella.

    Un beso.

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    1. Kayena, jolínes, a mí me encantó en Cabaret, me impactó muchísimo, y es que esa tristeza mientras cantaba que la vida es un alegre cabaret... buff, los pelos de punta se me ponen todavía!
      Lo de Lola Herrera no hay quien te lo discuta, jajaja. un besoteee!!!

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  4. El libro es uno de mis favoritos de Delibes, pero aún no he podido verla en el teatro. Y a no ser que venga por aquí cerquita...
    Besotes!!!

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    1. Ojalá que vaya por allí, porque merece la pena... El libro es una delicia, un imprescindible!!
      un besoteee!

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  5. Qué buena obra!
    La vi en su día con Lola Herrera en el papel, me enamoré, me encanta esta mujer =)

    Besotes

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    1. Yo con Lola me la perdí, pero Natalia lo hace estupendamente. Aunque está claro que Lola lo ha hecho durante tantos años que es fácil imaginarla en el papel, escuchar su voz...
      un besote!

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  6. A mi Natalia Millán me encantó...hay veces que en 5 segundos pasas de estar riendo a sentir tristeza (pero manteniendo la sonrisa en la cara porque no ha dado tiempo de borrarla)...es una sensación muy curiosa...

    Más facil lo tendría la señora de pelo blanco que como nunca reía...pues podía pasar a la tristeza en un plis jejeje.

    Y una cosilla...cuando te refieres a que esquivó la censura y luego añades... "Es curioso porque no lo escribió desde el exilio sino desde su Valladolid natal"... detecto una cierto mensaje subliminal de mal gusto ejem ejem...:-)

    Y al grano, yo también recomiendo esta obra. Aunque no había leído el libro de Delibes, la obra me pareció de una intensidad tal que me lo voy a apuntar. 1 hora y media de monólogo que se pasa volando.

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    1. Jajaja, no hay ningún mensaje subliminal!! ;) Que Ciudad Real es Castilla!! me refiero a que no salió de España...
      un besotico!

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    2. Ains, qué envidiaaaa!!! ,me encantaria verla, y verla con Lola Herrera habria sido genial también. Un besote!

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