Mujeres de negro es la continuación de Historia de una maestra, el relato de la vida de Gabriela y Juana, madre e hija, esta vez en la voz de la segunda. Una novela que debe su título a los años en los que está ambientada: la dictadura franquista. Esa dictadura anodina y gris que paralizó un país durante cuatro décadas y que obligó a mucha gente a marcharse, a labrarse un futuro fuera de España, tal y como está ocurriendo ahora. ¿Estaremos ahora de nuevo en una crisis profunda de la democracia? Sí, sin duda alguna.
Ella, Gabriela, maestra de la República a la que le quitaron el trabajo pero jamás pudieron quitarle la dignidad, decide emprender después de la guerra un exilio voluntario que la llevará hasta México y donde volverá a contraer matrimonio con un adinerado burgués mexicano, Octavio, después de que su marido fuera asesinado durante los primeros días de conflicto. En la Hacienda en la que se instala crea una pequeña escuela para enseñar a leer y a escribir a los inditos, a los niños de los empleados de la Hacienda.
Una novela en la que es palpable esa negrura que invadió España en contraposición al color entre luces y sombras que tiñe México. Josefina Aldecoa hace un retrato certero de un país en la posguerra que seguía doliendo en el corazón incluso con un océano de por medio. El ritmo es ágil y vivo, y su pluma denota una calidad apabullante, nuevamente.
Me ha sorprendido el cambio de narrador, porque si en Historia de una maestra era la propia Gabriela la que relataba los acontecimientos, ahora es Juana, su hija, la que toma la voz de los recuerdos para transmitir al lector su visión de una España en la distancia, primero, y una España a la que regresa después en plena dictadura para estudiar una carrera universitaria, un país que no es del todo el suyo y que deberá aprender a amar de nuevo. Al pasar Gabriela a un segundo plano encontramos en la novela una serie de huecos en blanco que el lector deberá rellenar por sí mismo, al menos provisionalmente porque en la tercera parte de esta trilogía de mujeres y de maestras, La fuerza del destino, se llenarán esos agujeros con lucidez.
La autora consigue una penetración psicológica total en el personaje de Juana, y a través de ella es como percibimos ahora los sentimientos de su madre, Gabriela, y eso hace en cierto modo que se transfigure el personaje de la maestra que nos conquistó en la primera parte. En otras palabras: vemos a Gabriela con nuevos matices en los ojos de su hija, y es normal, porque Juana da voz a su memoria adolescente y juvenil para configurar el perfil de su madre recia y castellana, de su madre marcada por la negra guerra.
Una novela sobre la pérdida: la madre anciana de Gabriela a la que se la llevó la pena; el marido fusilado; el país en la distancia. También sobre el recuerdo que se instala en el corazón, sobre el poso de cariño por un país al que le cortaron las alas. Y también sobre las ganas de que las cosas cambiaran en los 50, en los que el movimiento estudiantil cobraba fuerza contra esa dictadura opresora. Unos años cargados de ilusión y de ganas de abrirse al mundo que se veían truncadas una y otra vez por el franquismo que no acabó nunca, que se murió de viejo. Pero sobre todo es una novela de mujeres: mujeres que amaron, mujeres que creyeron que cambiar el mundo era posible, mujeres cuya fuerza trascendía fronteras.
Y yo que hago sin leer nada de esta autora! Nada, me lo voy a plantear como un reto personal para el 2014.
ResponderEliminarBesotes!!!
Siii Bieeeeen!! tienes que leerte esta trilogía, Historia de una maestra es maravilloso y el resto no se queda atrás!!
Eliminarun besote!!
Pues aquí otra que no ha leído a esta autora... habrá que ponerle remedio.
ResponderEliminarMe llevo este =)
Besotes
Te digo lo mismo que a Margari!!! esta trilogía es muuuuuuuy bonita!!
Eliminarun besote!!!!
Apunto ambas novelas. Me atraen sus argumentos.
ResponderEliminarUn abrazo
Merece mucho la pena leerlas!!
Eliminarun besote!