Volver a Delibes es siempre una apuesta segura. Volver a Delibes es bucear en la lengua española, en un ejercicio infinito de aprendizaje de mecanismos de escritura, un vivo ejemplo de como el idioma, las palabras, pueden retorcerte a su antojo con una inmensa fuerza, en una demostración de poder.
Las ratas nos lleva de viaje en el tiempo, puede que parezca un viaje a un pasado muy lejano, cuando en realidad hace apenas medio siglo de esa Castilla desnutrida, desnuda, demasiado fría o demasiado cálida, como hoy, pero sin recursos para enfrentarse a sus caprichosos antojos climáticos.
Es un viaje a una Castilla pobre, de costumbres arraigadas que parecen ancestrales, una Castilla de gente sencilla, de niños sabios, de alcaldes corruptos (parece que hay cosas que nunca cambian), una Castilla de tonos amarillos y marrones, y grises, porque gris es el alma de los protagonistas, que son sabios porque aprendieron todo lo que saben (a repetir los refranes que jamás fallan, a descifrar el color del cielo y de las nubes) de sus padres, y sus padres, a su vez, de los suyos, y así sucesivamente hasta la noche de los tiempos.
Por eso, leer a Delibes, leer Las ratas (el título del libro viene de la costumbre de los habitantes del pueblo de comer ratas) es, ademas de un despliegue estilístico de maestría, un ejercicio de memoria, una manera de recordar lo que fuimos los castellanos y ya no somos más porque el capitalismo y el "desarrollo" lo ha borrado de un plumazo.
Quizá este libro sea uno de los más difíciles de leer de Delibes, no tiene la ternura eterna de El camino, ni el personaje increíble de El hereje, no tiene el brillo de la dignidad de Señora de rojo sobre fondo gris ni la ironía mordaz y absoluta de Cinco horas con Mario. Y, sin embargo, tiene destellos de todo eso, de la ternura y el coraje de un persona niño que es más sabio que muchos, que casi todos los adultos, tiene la dignidad del que no quiere abandonar su casa y tiene el toque mordaz y crítico con un sistema que quedó sepultado bajo las piedras.
Por eso, por todo, no puedo más que recomendarlo. Porque Delibes, Miguel Delibes, es el maestro. Y eso es lo que queda tras leerle de nuevo, la inmensa gratitud de estar ante un auténtico y total señor de las letras.
No he leído esta novela pero estoy cometa mente de acuerdo contigo en que Delibes es siempre una apuesta segura.
ResponderEliminarSí, yo he leído ya unas cuantas de Delibes y volveré a él. Un abrazo fuerte!
Eliminar"Cinco horas con Mario" es el que más me apetece, en parte debido a la pieza que ocupó recientemente la cartelera cultural de la ciudad. Y tus palabras me animan. Por cierto, ahora sí parece que las páginas están funcionando a la perfección. Un abrazo,
ResponderEliminarCinco horas con Mario es genial, te recomiendo el libro y si puedes tambien la obra de teatro, que Natalia Millán está inmensa!!! Bueno, y Señora de rojo sobre fondo gris y El camino, etc... ainsss Delibes es GRANDE!!
EliminarMe encanta Delibes, aunque me quedan por leer varios de sus libros todavía...
ResponderEliminarBesotes
A mí también me quedan, por suerte!!! jejej
Eliminarbesoteees!