viernes, 17 de octubre de 2014

CRÍTICA | LA ISLA MÍNIMA, de Alberto Rodríguez



Un peliculón.

Esta reseña podría resumirse en esa única frase, porque Alberto Rodríguez ha realizado un ejercicio fantástico que conjuga la máxima tensión con la belleza visual. La isla mínima es un exponente del mejor cine español, del cine más oscuro y más sucio que controla hasta el mínimo detalle estético y narrativo. Un derroche de buenas interpretaciones y de precisión técnica. 

Desde ese primer plano cenital, La isla mínima engancha. Esas marismas del bajo Guadalquivir, en Isla Mayor, un pueblecito de la provincia de Sevilla, enamoran a cualquiera. Un entorno espectacular que el director (sevillano) no ha desaprovechado para que su película luciera hermosa. Para llenar de luz una trama oscura cargada de aristas y matices que van cubriéndose y descubriéndose poco a poco, sin prisa, a su debido tiempo, creando la atmósfera pertinente para que la tensión vaya adentrándose en el cuerpo lentamente hasta un final casi irrespirable. Y limpio, muy limpio, sin trampas ni juego sucio. 

Protagonizada por Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez, ambos, en las mejores interpretaciones de sus carreras. Arévalo siempre es efectivo y los años de experiencia le sientan bien. Javier Gutiérrez, con una dilatada carrera de secundario, consigue aquí perfilar a su personaje perfectamente, dotándole de una brutalidad que acongoja y capaz de aguantar la mirada en los momentos más duros de la cinta. Ambos tan contrapuestos y tan bien complementados. Ambos, acostumbrados a registros más cómicos, demuestran solidez apabullante para el drama. Detrás de ellos, Antonio de la Torre (siempre impecable, aunque aquí tenga un papel muy pequeño), Nerea Barros (que hace una buena labor, a excepción de alguna escena algo sobreactuada) y Jesús Castro, el niño, el guapo, con más carisma interpretativo aquí que en el largo que le ha dado la fama.

En definitiva, La isla mínima es el mejor retrato de la calidad cinematográfica del cine español, capaz de realizar un thriller en el que la identidad cultural queda patente, en el que no se renuncia a contextualizar la historia en nuestra Historia. Imprescindible. 

Un apunte extra (e intrépido):
Es la mejor película española que he visto en lo que va de 2014, y mejor que todas las que vi en 2013. El próximo Goya a la Mejor Película debería llevar grabado este título. De hecho, haciendo un repaso rápido de las categorías puede que La isla mínima sea la gran triunfadora y se alce con unos bien merecidos 8 cabezones.

16 comentarios:

  1. ¡Qué buenísima pinta! Tengo que ir al cine a verla pero ya. Muchas gracias por tu recomendación y un saludo. (Mustis)

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  2. Ya me apetecía verla, pero después de esta reseña, perdérmela sería imperdonable. A ver si la traen a mi ciudad, que aún estoy esperando, porque ir a otra ciudad para ver cine, de momento, no lo contemplo. Besos

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  3. Ya tenía ganas de verla, así que ahora con más ganas me dejas aún.
    Besotes!!!

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  4. Al principio no tenía pensado verla, pero son varias las opiniones, como la tuya, que me están haciendo cambiar de opinión... A ver qué pasa. 1beso!

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  5. Jojojojo!!!
    Como te dije en el post de El niño, me flipó la peli.
    Creo que Raúl Arévalo es uno de los mejores actores que tenemos en la actualidad (de los más "jovencitos").
    La historia me mantuvo en tensión como hacía mucho que no me pasaba en el cine, lo cual agradecí =)

    Besotes

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  6. Tal vez vaya a verla en la fiesta del cine, es una de las que más me atraen de las que están ahora en cartelera, y tu crítica me ha dejado con las ganas.
    Un beso.

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