INÉS Y LA ALEGRÍA, de Almudena Grandes

 

La última novela de Almudena Grandes, la primera de sus ambiciosos seis Episodios de una guerra interminable, es esta Inés y la alegría, un paseo por un capítulo casi desconocido de la Historia de España que va y viene entre el Valle de Arán, en Lleida, y la ciudad francesa de Toulouse, y el Madrid republicano anterior a la Guerra Civil Española, aquel Madrid despierto y lleno de vida. Pero, sobre todo, Inés y la alegría es la historia de un amor (como no hay otro igual) y la historia de una vida.

Grandes, una de mis autoras favoritas, vuelve a escribir una novela larga (más de 700 páginas) en la que, como ya hiciera en El corazón helado, se adentra en las dos Españas, porque una de las dos te helará el corazón. Aunque esta vez no compagina el presente con el pasado, sino que nos lleva hasta el comienzo de la Guerra Civil para detenerse en los 40 y avanzar después poco a poco. 

La autora conserva su estilo emotivo y cercano, que despierta sensaciones, aunque más que nunca introduce partes noveladas de la Historia y personajes reales como Francisco Franco o La Pasionaria, y, sinceramente, al principio pensé que se le había ido la mano (y la cabeza). Lo pensé también por la cantidad de nombres que cuesta retener al principio, y porque no tenía muy claro si la protagonista era Carmen de Pedro, Jesús Monzón o la propia Inés. Pero después, por fin, se centra en Inés, esa joven idealista, esa joven denostada en un país que no era ya el suyo, esa joven valiente que coge a Lauro, un caballo, y se escapa con un montón de rosquillas y con los ideales intactos. Almudena Grandes vuelve a dar vida a un personaje femenino maravilloso, perfilado con mano maestra, un personaje femenino inolvidable, una mujer que, más allá de sus ideales, es eso, mujer, y siente y ama y pare y llora.

El hombre al que ama es Galán, un personaje admirable, aunque no tanto como el de ella, quizá porque ella lo envuelve y lo ocupa todo. Galán mantiene intacto su amor a lo largo de los años, y a pesar de la distancia y a pesar del Partido y a pesar de las desgracias, lo mantiene siempre, por eso es un personaje admirable.

Y tras ellos, una serie de secundarios, aunque especialmente me han encantado dos: el de Comprendes, compañero de Galán y también de ella, un personaje gracioso y humilde y sincero, que despierta la alegría. Y me ha encantado también el personaje de Adela, la cuñada ingenua de Inés; Adela, la mujer del hermano falangista. Gracias a este personaje supe que la novela de Grandes conservaba la grandeza de su obra anterior, El corazón helado, y que, por encima de las ideas y la polarización descarada que emplea la autora, todos somos personas y podemos querer aunque haya gente que piense de una manera distinta.

Y, hablando de El corazón helado, diré que Inés y la alegría no me ha gustado tantísimo, que era consciente de que eso podría ocurrir, porque aquella es una novela ENORME desde el principio, que no paraba de ponerme el corazón en un puño. Pero Inés y la alegría es una novela necesaria, necesaria para despertar las ideas que mucha gente tiene dormida, una novela necesaria para entender quiénes somos por lo que hemos sido, necesaria para respetar a nuestros inmigrantes de hoy por nuestros emigrantes de ayer.  Y necesaria para bucear, para intentar vivir con esa dignidad que se esconde cada día más, para vivir, sobre todo, con la alegría bendita y necesaria que nos empuja y nos motiva y sin la que no seríamos más que espectros desalmados. Bendita y sencilla alegría. 

Otras novelas de Almudena Grandes reseñadas en CAJON DE HISTORIAS:

• Las edades de Lulú
• Malena es un nombre de tango
• Castillos de cartón
• El corazón helado