2014 ha sido un gran año para el cine español. Se han cansado de repetírnoslo. Una recaudación como nunca y una cuota de pantalla del 25%. Lo que no han mencionado tanto y deberían haberlo hecho es que, cifras aparte, realmente ha sido un gran año de cine español. Hemos visto producciones de una gran calidad, el cine español se ha apartado de narrativas manidas para demostrar, una vez más, una solidez cinematográfica digna de todos los elogios. Y todo ello, en un momento de crisis prolongada en el que el gobierno no ha puesto las cosas fáciles ni a los espectadores ni a los profesionales, manteniendo el IVA desproporcionado y recortando las ayudas que funcionan como el balón de oxígeno para que las películas, que conforman nuestra identidad cultural, nazcan. Por eso, el acto de apertura de la XXIX Edición de los Premios Goya, con nuestros actores y actrices cantando Resistiré, ha sido el mejor inicio que se recuerda en muchos años. Resistiré para seguir viviendo... y aunque los sueños se me rompan en pedazos, resistiré.
La gala fue de más a menos. Con un Dani Rovira que comenzó brillante y se fue desinflando poco a poco, cansándose, y ni siquiera cuando recibió el inmerecido galardón como Mejor Actor Revelación del Año pudo levantar el vuelo de una ceremonia eterna y cada vez más tediosa. Tediosa especialmente cuando un Alex O'Dogherty, que merece irse exiliado de España, realizó la actuación más patética de la noche.
El palmarés, como era de esperar, coronó a La isla mínima. Pero lo hizo incluso por encima de lo esperado, inflando a la película de premios, 10 en total. Y, alguno de ellos, como el de Nerea Barros, que rechinó especialmente. ¿De verdad, señores académicos, ustedes creen que Nerea Barros está mejor en La isla mínima que Natalia Tena, Yolanda Ramos e Ingrid García Jhonsson? ¿De verdad creen que su interpretación forzada que pone en jaque una película brillante merecía, incluso, la nominación?
Ese fue el primer enfado de la noche. Pero hubo dos más. Dos errores garrafales e imperdonables (hasta el año que viene, al menos) de una Academia que ha demostrado poca profesionalidad y poca madurez. Premiar a Karra Elejalde antes que a José Sacristán y a Dani Rovira antes que a David Verdaguer, Israel Elejalde y Jesús Castro no hace más que evidenciar que este año los académicos han visto muy poco cine español. De hecho, da la sensación de que han visto únicamente los dos bombazos taquilleros del año: La isla mínima y Ocho apellidos vascos. Un despropósito dejar a la obra maestra que es Magical Girl solamente con el premio a la Mejor Actriz Protagonista para Bárbara Lennie. Y obviar, además de al mencionado Sacristán, ese guión sobresaliente.
La verdad es que todo hacía prever que "la fiesta del cine español" quería conectar con el gran público. De hecho, que Antonio Banderas recibiera el Goya de Honor no era más que una señal de eso. Sobre todo cuando hay personalidades de nuestro cine, como Carlos Saura o incluso José Luis Cuerda o Asunción Balaguer, presentes en la ceremonia, que no tienen ese galardón.
En definitiva, un año maravilloso para nuestro cine, por lo bien que han funcionado las películas en taquilla, sí, pero sobre todo por la calidad de algunas de las producciones, por La isla mínima y Magical Girl, por Carmina y amén y Musarañas, por 10.000 km que es la esencia del cine arriesgado y joven y posible (justicia, al menos, con Carlos Marques-Marcet). Alegría, entonces, por ese talento de nuestros cineastas para contar historias que merece la pena sentir. Lástima que ayer la Academia no estuviera a la altura. Una vergüenza. Con todo, me uno entusiasmado a las voces que dijeron, ayer, y que lo repiten cada vez que compran una entrada para ver una película nuestra, ¡viva el cine español!
La mejor frase, la del maestro Pedro Almodóvar, con su eterna lucidez: "Gracias amigos del cine español: Wert, usted no está incluido en esto".
El mejor discurso de agradecimiento, el de Carmen Machi, que recordó emocionada a Amparo Baró.
Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria
No ví la gala así que no puedo opinar sobre ella. Y de las pelis tampoco mucho. Ocho apellidos vascos la he visto y para mí es una peli más. La isla mínima la ví precisamente ayer y me gustó mucho. Pero no he visto aún las demás, así que no puedo opinar sobre si son merecidos todos sus premios o no.
ResponderEliminarBesotes!!!
Se han decantado por las pelis más comerciales del año, cuando en 2014 se han hecho películas maravillosas con menos producción. La Academia debería ser más madura.
EliminarYo tampoco vi la gala, pero coincido contigo en que cada vez son más largas... Comienzan fuerte, pero se van desinflando. En fin, a ver si el año que viene al menos veo el comienzo.
ResponderEliminarCreo que sería mejor que el año próximo volvieran las galas a los domingos y fueran un poquito más cortas, por ejemplo, de 22h a 24 h.
EliminarBesos