KAFKA EN LA ORILLA, de Haruki Murakami

Debo reconocer que cuando empecé la novela, más que leerla, la sufrí. Y ahora, miro el teclado y no sé muy bien si escribir que me ha gustado o no. He leído por primera vez, sin recelos ni prejuicios, la obra del escritor japonés más cool de la literatura mundial contemporánea, autor de culto para algunos (entre los que hay que destacar a personalidades de la talla de Sofia Coppola e Isabel Coixet) y odiado por otros. Lo cierto es que no deja indiferente a nadie, imposible.

Kafka en la orilla son dos novelas dentro de una, que se unen inexorablemente. Por un lado, la de Kafka, el niño de quince años que se escapa de su casa huyendo de su destino maldito, que habrá de cumplirse como en la tragedia de Edipo. Por otro lado, la de Nakata, un anciano que emprenderá un largo viaje para dejar de sentirse vacío.

Murakami consigue crear un ambiente "tormentoso y atormentado", tan espeso que el lector siente atracción y repulsión, y a la vez es todo obsesión, tanto es así que por las noches Kafka Tamura se me aparecía en sueños.

Su estilo, indudablemente personalísimo, no me ha gustado, su pluma -que no lo es tal, puesto que escribe directamente al ordenador sus novelas- no es ligera pero sí minuciosa y rica, una narración que baila para mí entre el sopor y la belleza; unos lugares que no son los míos, unos sentimientos que no consigo entender.

Kafka en la orilla es una buena novela, pensada para ser leída dos veces (como mínimo, aunque no lo haré por el momento) llena de símbolos e interpretaciones, con un final inquietante que puede gustar o disgustar, que deja abierto, sorprendiendo, dejándome a mí insatisfecho y loco...

Leeré Sputnik, mi amor y After dark, porque las más de 700 páginas de ésta no han saciado mi curiosidad ni han terminado de forjarse mis percepciones sobre este Murakami.