RESEÑA | EL DISPUTADO VOTO DEL SEÑOR CAYO, de Miguel Delibes

Siempre vuelvo a Miguel Delibes, un valor seguro. Este año, le ha tocado el turno a El disputado voto del señor Cayo, una novela publicada en 1978 y cuya acción se sitúa tan solo un año antes, en 1977, cuando tuvieron lugar en España las primeras elecciones democráticas tras la muerte del dictador Franco. 

Durante la campaña electoral, un grupo de jóvenes de izquierdas (bueno, del PSOE, entiendo, que entonces era de, quizás, algo más de izquierdas) viaja desde la capital hasta un pueblo de Castilla, uno de esos lugares ya entonces condenados al olvidado, donde el desarrollo quedó paralizado y a los que el capitalismo dio la puntilla final. En ese pueblo viven únicamente el señor Cayo, su esposa, sordomuda, y otro vecino con el que el señor Cayo está enemistado. Durante la estancia, éste les cuenta cómo es su día a día, cómo ha sido su vida, una vida profundamente rica en conocimientos, unida a la tierra, a la naturaleza, a los animales. 

La novela, con profunda ironía, es capaz de diseccionar la pobreza del mundo contemporáneo, que solamente sabe tener en cuenta el valor del dinero. Una crítica a la clase política que ha malogrado este país desde la transición, una clase política ignorante y vulgar, en contraposición al señor Cayo, que es un personaje al que se respeta, al que se quiere y al que se admira. El señor Cayo es la dignidad y la integridad moral, plasmada en un personaje con la mano maestra de Delibes. 

El disputado voto del señor Cayo es una fotografía de la España de la "sacrosanta" Transición Española, que el sabio Delibes ya supo ver con ojos desconfiados por sus pilares endebles que no serían capaces de sostener un sistema que ahora se ve que ha hecho aguas. Os sacará sonrisas y será capaz de despertar en vosotros un sentimiento de ternura infinita. En definitiva, tristemente vigente y profundamente necesaria.

El extracto:

- Ahora es un problema de opciones, ¿me entiende? Hay partidos para todos y usted debe votar la opción que más le convenza. Nosotros, por ejemplo. Nosotros aspiramos a redimir el proletariado, al campesino. Mis amigos son los candidatos de una opción, la opción del pueblo, la opción de los pobres, así de fácil.- el señor Cayo le observaba con concentrada atención, como si asistiera a un espectáculo, con una chispita de perplejidad en la mirada. Dijo tímidamente:

- Pero yo no soy pobre. 

Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria

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