"Piensa en el día que te llamé porque mi gata estaba en el borde de la ventana abierta para dejar entrar el aire fresco y yo, al ver a la gata al borde del suicidio, me detuve en seco y comencé a gritar y a llorar desesperadamente; y Missy, en la ventana, me miraba asustada sin saber por qué lloraba su dueña, por qué gritaba como una desesperada, sin imaginar siquiera que su curiosidad podría arrastrarla al vacío y morir, sin saber que no disfrutaba de siete vidas como dicen. Y te llamé entre sollozos y te pedí que vinieras corriendo para rescatar a la gata. Y tú no hacías más que reírte de mí al teléfono diciéndome que me tranquilizara, que le dijera tranquilamente a la gata que se bajara de la ventana. Missy, desde que me vio, no se movió ni un milímetro; sólo me miraba estupefacta. Y yo le decía 'ven, ven despacito, bonita. No te tires'. Y la muy puta se bajó del resquicio de la ventana y caminó lentamente hacia mí. Vino a mis pies, la abracé llorando y le dije 'mala, mala. Niña mala'.
La lágrima de la India, Ismael Cruceta. Página 53.
jejeje ¿Te he dicho alguna vez lo que me gustan a mi estas entradas?
ResponderEliminarBesitos
Qué bien!! mil gracias!!!! :)
EliminarJajajajaja Ahora tengo un cachorrito, me imagino esa situación y me portaría igual que ella :-)
ResponderEliminarBesos!
jajajaja yo también, lo reconozco!!! :)
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