Esta novelita epistolar de la mexicana Elena Poniatowska, ganadora del Premio Cervantes, narra el profundo amor de la pintora Angelina Beloff, Quiela, por el también célebre pintor Diego Rivera, quien fue su esposo durante diez años y la abandonó para irse a México y no volver jamás.
Aun tratándose de una novela de ficción, Poniatowska se asienta sobre una base de realidad para recrear con viveza y certitud el sentimiento de desconsuelo en el que quedó sumida la pintora en París, no solo por la marcha de Rivera, sino también por la incertidumbre al que este la sometió, algo que, junto con la muerte de su bebé, originó una profunda mella en la protagonista de esta novela breve e intensa. Triste como pocas y hermosa, a pesar de todo.
Por la belleza con la que está escrita.
Porque nos acerca a Diego Rivera para desmitificarlo, para saber que hubo vida y hubo amor antes de Frida Kahlo, o para comprender, quizás, la fuerza de su carácter, un torbellino artístico que dignificó América Latina, con su luz y sus colores, y también capaz de arrollar todo a su paso.
Ya quisieran los pálidos, los arrugados europeos, caminar con la gracia felina del trópico; que un rayo de sol incendiara y coloreara su piel desabrida y lacia. ¡Qué vieja, qué polvorosa, qué herrumbre la de Europa!
Porque de tanta luz uno puede quedarse ciego.
Cuidado los hipersensibles que pueden desbordarse en lágrimas.
Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria
¿Te acuerdas cuando decías que los ojos azules lo son porque no alcanzaron color, que el café es el color de las mujeres de tu tierra y que es rotundo y definitivo como el barro, como el surco, como la madera?
Querido Diego, te abraza Quiela es una historia de amor profundamente desgarradora, un testimonio de necesidad y dependencia, de vida orbitando alrededor de un sentimiento puro y destructivo.
Cuidado los hipersensibles que pueden desbordarse en lágrimas.
Juntos afrontamos la vida y así pasaron diez años, los mejores de mi vida. Si se me concediera volver a nacer, volvería a escoger esos diez años, llenos de dolor y de felicidad que pasé contigo, Diego. Sigo siendo tu pájaro azul, siego siendo simplemente azul como solías llamarme, ladeo la cabeza, mi cabeza herida definitivamente, y la pongo sobre tu hombro y te beso en el cuello, Diego, Diego, Diego a quien tanto amo.
Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria
Oooohhhh es leer "epistolar" y y está, vendida =)
ResponderEliminarBesotes
Coincido contigo: nadie diría que es ficción. En ese sentido recuerda a Memorias de Adriano, ¿verdad?
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