Emilio Martínez Lázaro entreteje en su último largometraje una trama que carece de peso dado que el espectador conoce de antemano la historia de las 13 rosas. Para el espectador que no cuenta con esta información lo que encuentra es un argumento previsible desde el principio: un grupo de chicas jóvenes de izquierdas que son detenidas y juzgadas al final de la Guerra Civil.
Sin embargo, el director es consciente de que esta historia de los primeros tiempos de la posguerra ya ha sido contada una y mil veces (una historia más de la Guerra Civil) por eso sabe que para elevar el film tiene que apoyarse en otros recursos:
El primero y más importante: las actrices a las que dirige con profesionalidad, y ellas solventan sus papeles con naturalidad e incluso rozando la ternura, si bien es cierto que tanta alegría en las cárceles lo único que hace es evidenciar el exceso de drama para emocionar al espectador y arrancarle una lágrima fácil. Exceso de drama subrayado además por una música triste que acelera el proceso que lleva a las mencionadas lágrimas.
El segundo recurso, y no menos importante, es conseguir recrear el ambiente de Madrid en aquellos años: sus calles, sus ropas, sus casas, su gente. El director realiza un tratamiento real de la imagen para poder transportar al espectador hasta el lugar y la época deseada. Y consigue su objetivo con éxito.
Mencionar también que la película está bañada de una luz especial, de tonos crudos que la dan un aire antiguo y que se vuelven tenues y oscuros en la última parte cuando las chicas son metidas en prisión., momento en el que Madrid desaparece y todo se reduce a la cárcel. Y la luz oscura no impide sin embargo que se desplome la credibilidad para mostrarnos una cárcel amable en la que se baila claqué y se cantan canciones.
A pesar de todo, Las 13 rosas es cine en estado puro: es una historia de ficción y el espectador debe ser consciente de ello. Martínez Lázaro no pretendía ni mucho menos realizar un documental sobre la historia de aquellas mujeres, sino que se ha basado en esa historia real para crear una película subjetiva que no pretende contar unos hechos verídicos, sino que el objetivo principal es hacer llegar al espectador las emociones que produce el buen cine, cine español en este caso, mediante una historia dramática, apoyándose en una magnífica dirección artística y en unas actrices que son conocidas y que, en general, gustan al público.
Sin duda, estamos ante una película que ha cuidado los detalles al mínimo para conseguir transportar al espectador al Madrid de 1939. Las 13 rosas emociona e incluso hace llorar, pero un exceso de drama a veces puede resultar peligroso y lo que consiga es empachar hasta producir una desagradable indigestión.
la vi en el cine al lado de una señora mayor, que la pobre no paro de llorar en toda la pelicula, cosa que me contagio, por que esto es drama en estado puro, drama real que es el peor.
ResponderEliminarNunca me he atrevido a verla por pereza. Pereza de saber que voy a llorar y sufrir de principio a fin, y es en los momentos en los que estoy de mejor humor cuando me atrevería a ver un film así pero pienso en lo comentado y me echa para atrás... ¿Qué hago?¿La veo o no la veo?
ResponderEliminarYo la ví en el momento de su estreno, y a pesar de haber leído el libro en el que está basada, debo decir que me emocionó bastante. Como dices, no es la historia real de las chicas que componían ese grupo, sino que cada uno de los personajes es una síntesis del conjunto de las 13 originales, más de otras presas iguales a ellas. En cuanto a lo que se ha comentado de que los bailes y la alegría de las presas restan credibilidad a la historia y son un recurso fácil para el lagrimeo, basta leer la relación de otras ex-presas, para conocer que eran algo habitual, para evadirse de aquellas durísimas realidades, y que a menudo eran toleradas por las autoridades carcelarias.
ResponderEliminarLolo, yo también lloré, lo reconozco!! y eso que ya sabía el final, pero que angustia!! cómo tú dirías: zasca!! a llorar!! jajaja!
ResponderEliminarDavid, pues yo te la recomendaría pero no para un día que estes de buen humor, porque lo más seguro es que te de el bajón, mejor para un día frio de invierno y triste, que te metes una panzá a llorar y te quedas tan a gusto!! jajajaja
Hola Antonio, pues perdona mi incultura y mi incredulidad pero me sigue pareciendo tan raro que unas presas se pusieran a jugar a las palmas en el patio de la cárcel, como si fuera el patio del recreo. No digo que no sea cierto, que no lo sé, pero creo que aunque lo viera con mis propios ojos me quedaría alucinado.
Un abrazo!!!
bueno isma ten en cuenta que eran muy jovenes casi todas, algunas tenian hasta 13 o 15 años y lo de los juegos era una manera de evadirse
ResponderEliminarHe escuchado (y leído) sobre esta película, pero de este lado del mundo no la he encontrado. Tengo ganas de verla. Ya te diré si lo consigo.
ResponderEliminarUn beso,
Ale.