El regreso de Andrés Neuman a la gran novela tras El viajero del siglo. Así promocionó la editorial esta obra. Y, aunque aún tengo pendiente aquella (será una de mis lecturas de 2020), sí que puedo afirmar con rotundidad que efectivamente estamos ante una obra mayúscula, una gran novela.
Esta es la historia del señor Watanabe, un superviviente de la bomba atómica de Hiroshima que decide viajar a Fukushima tras el accidente nuclear de 2011. Será a través de sus grandes amores que le conoceremos, que descubriremos su afán por el trabajo, por permanecer en constante huida y, en una hermosa metáfora, por intentar reparar las heridas como si de la técnica del kintsugi se tratara la vida: dejando de una manera visible las cicatrices del tiempo, encontrando la belleza en ellas.
Estamos ante una novela brillante protagonizada por un hombre cualquiera al que las circunstancias le hicieron excepcional. Yoshie, que siempre fue un migrante, un extranjero incluso en su Japón natal, porque la vida le hizo ser ni de aquí ni de allá, como cantaba Facundo Cabral, y en su voz se mezclaron los acentos de los diferentes lugares en los que vivió. Y con cada nuevo destino regresaba esa sensación de empezar de nuevo, de desaprender lo aprendido y comenzar nuevamente el proceso de adaptación e integración en el nuevo lugar.
En Yoshie Watanabe está impregnado el carácter nipón anterior a la bomba atómica, la dignidad de seguir adelante en cualquier circunstancia y ante cualquier adversidad, no podemos dejar de vivir porque haya guerra, como le dijo su padre justo antes de morir.
Alrededor de él, cuatro grandes personajes femeninos secundarios: las mujeres que lo amaron y contribuyeron a conformar su carácter. Fractura es además la historia de varias ciudades. La francesa Violet y París. La estadounidense Lorrie y Nueva York. La argentina Mariela y Buenos Aires. Y la española Carmen y Madrid. Cuatro mujeres, cuatro ciudades, cuatro estaciones de la vida y, lo que hace magnánima esta obra, la historia del siglo XX en la que el mundo se transformó tanto y tan rápido.
Andrés Neuman derrocha maestría narrativa, convirtiendo en alta literatura los pequeños detalles de la vida, manejando el ritmo de la novela con un pulso que está vivo y que brilla. Obra maestra.
Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria
Con esta reseña es imposible no querer leer la novela. No he leído nada del autor, pero me han entrado muchas ganas. Besos.
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