Carmen Martín Gaite, protagonista del mes en CAJÓN DE HISTORIAS, cultivó diferentes géneros: escribió una veintena de novelas y varios ensayos (entre ellos, Usos amororos de la Postguerra Española, una de las obras clave del siglo XX en España). También escribió poesía, teatro y artículos. Caperucita en Manhattan es literatura juvenil que se lee con gusto a cualquier edad. Su particular revisión de la fábula clásica.
Sara Allen, la maravillosa protagonista, vive en Brooklyn, y desea ir sola a casa de su abuela a llevarle la tarta de fresa que hace su madre cada semana. Las primeras páginas de la novela son exquisitas, realmente genuinas. Disfruté mucho conociendo a esa niña inteligente y madura para sus diez años, y a los personajes de su familia: su padre resignado con la vida, su madre desquiciada y su abuela, Gloria Star, una antigua artista.
En mi opinión el libro va de más a menos, y el argumento va siendo cada vez más forzado, lo que me dio mucha pena porque la novela habla de sentimientos universales y, especialmente al principio, uno es capaz de involucrarse con el anhelo de libertad que tienen todos los personajes, los cuales viven insertos en una especie de melancolía febril.
Carmen Martín Gaite fue una narradora maestra y Caperucita en Manhattan es un cuento delicioso con sabor a fresa. Una novela sobre la imaginación infantil, tan frágil. Y sobre la importancia de gritarle al mundo, de vez en cuando ¡Miranfú!
Sin duda, un clásico muy recomendable.
La frase:
No hay que mirar nunca para atrás. En todo puede surgir una aventura. Pero ante las ansias de la nueva aventura, hay como un miedo por abandonar la anterior. Plántale cara a ese miedo.
Texto: Ismael Cruceta @CajondeHistoria
Una adaptación peculiar de un cuento popular, que como dices está dirigido a todas las edades. Una lectura recomendable.
ResponderEliminarUn abrazo
No lo he leído aún, pero en algún momento caerá seguro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Lo recuerdo, en esa roja portada. Fue una de esas lecturas de adolescencia que perduran en mi memoria. Y aún recuerdo ese mismo canto a la libertad que tú también destacas en tu reseña.
ResponderEliminarUn abrazo!