
La barcelonesa merecía un reconocimiento así, el más importante de las letras hispánicas. Por su dedicación y su amor por la literatura, por el rico mundo de fantasía, de cuentos y de palabras que sirvieron para, entre otras cosas, callar aquella guerra entre hermanos que partió España por dentro y por fuera. Y también despojó de la inocencia a aquella niña que ella era entonces y que se refugiaba en un mundo mágico para no escuchar los bombardeos.
Ana...