CISNE NEGRO, de Darren Aronofsky

La nueva película de Darren Aronofsky le consolida como uno de los grandes directores de actores (un apunte: con la nominación de Natalie Portman al Oscar, son cuatro los actores (de cinco películas) que han conseguido estar nominados gracias a su dirección). Además, Aronosky demuestra toda su maestría en el thriller psicológico, haciendo películas cuidadas estéticamente, siempre con una música penetrante y maravillosa. 

Esta vez, nos propone el retrato de una obsesión. Nina (Portman), una brillante bailarina, se enfrenta al reto de conseguir el papel principal para la obra El lago de los cisnes, interpretándo al cisne blanco y también al negro. Su pulida técnica le pone difícil expresar las emociones desgarradas que implican ejecutar el papel del cisne negro. A esto, hay que añadir la presión de Thomas (Vincent Cassel), el director y la frescura de su compañera Lily (Mila Kunis), a quién pronto comienza a ver como una fuerte rival. Nina buscará la perfección y esa será su perdición.

La película engancha desde la primera secuencia, pero va creciendo poco a poco, hasta convertirse en todo un ejercicio inquietante y asfixiante, rodada con exquisito gusto, con el exquisito gusto del ballet. Y una Natalie Portman, protagonista del mes en CAJÓN DE HISTORIAS, en la mejor interpretación de su carrera, sin rivales este año para ganar el Oscar a la Mejor Actriz, por la complejidad de su papel, por la tensión física y psicológica a la que se ve sometida para poder solventarlo, y por hacerlo con tanta elegancia y brillantez. Portman que convence desde el primer minuto, Portman protagonista absoluta, que consigue transmitir tantísimo con pocas palabras y que en los minutos finales deja al espectador mudo y sobrecogido por tal descarga de intensidad.

Portman secundada por un elenco de actores que no defrauda, comenzando por Mila Kunis, que enamora con su mirada y con su frescura, y hace que la odies y la envidies tanto como la envidia Nina; Barbara Hershey en el papel de madre de Nina, llena de fuerza y drama, es la que acompaña a Nina en su decadencia, en su camino hacia el abismo, y la que intenta evitarlo por todos los medios. Tras ellas, Vincent Cassel, correcto, y Winona Ryder, en un papel de artista destronada, como si de su vida real se tratara.

Aronofsky perfila su película más poética y, como ocurriera en Requiem por un sueño, cuenta con unos minutos finales apoteósicos y, aunque no llega al éxtasis paranoico de aquella, consigue hacer una de las mejores películas del año, que merece todos los elogios y con una Natalie Portman que permanecerá en la retina durante mucho tiempo.