jueves, 12 de febrero de 2009

HACE MIL AÑOS QUE ESTOY AQUÍ, de Mariolina Venezia


Me decidí a leer esta novela por dos razones: la primera, había ganado un prestigioso premio literario en Italia (el Llibreter), y otro del Ministerio de Asuntos Exteriores de España por su traducción. La segunda razón, definitiva: entre los elogios recibidos por parte de los críticos destacaban que Hace mil años que estoy aquí es una novela con toques de realismo mágico que tanto me gusta, y heredera de la mismísima Cien años de soledad de García Márquez.
Craso error. Y para aquellos que no sepan que significa “craso”, adjunto algunos sinónimos: inexcusable, grosero, burdo, inadmisible, garrafal…

No sería justo por mi parte echar por tierra el trabajo de una escritora que se ha documentado y ha trabajado durante seis años en esta novela, pero lo cierto, es que la obra no merece tampoco elogios por mi parte. Es decir, creo que la novela tiene buenas intenciones pero se queda ahí.

Una narración clásica que roza lo soporífero, y una historia carente de interés que no sabe enganchar al lector, que se queda esperando los momentos álgidos de principio a fin. Carente, asimismo, de la frescura, la genialidad y prosa de García Márquez, Hace mil años que estoy aquí no es más que una novela que cuenta la historia de una familia, enlazándola con la Historia de Italia con mayúsculas. Pero la autora fracasa en el intento de hacerlo bien.

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