LOS PERROS Y LOS LOBOS, de Irène Némirovsky

Tercera novela que leo de Némirovsky, la protagonista del mes en CAJÓN DE HISTORIAS, y, os lo adelanto ya, la que más me ha gustado de las tres. He de reconocer que El ardor de la sangre y El baile me gustaron, me gustó el estilo preciso y cuidado de la autora, pero la historia que nos cuenta en Los perros y los lobos es la que más me ha atrapado.

Es la de Ada Sinner, una niña judía que nació y que pasó su humilde infancia en Ucrania, huérfana de madre, y que creció acompañada por sus primos, Lilla y Ben Sinner. Este último adquiere una especial importancia en su vida, sus maneras de pensar, tan complementarias, entablarán una lucha interior con sus lazos de sangre, uniéndolos y separándolos de manera perpetua. Cuando Ada se instala con su tía y sus primos en París, poco antes de la Revolución Bolchevique, la niña ya está enamorada de un joven con el que comparte apellido, Harry Sinner, un pariente lejano que pertenece a una clase social mucho más alta. Harry es de una familia rica, pero en sus entrañas hay rasgos que les hacen parecerse más de lo que, en el caso del Sinner rico, le gustaría. 

Los perros y los lobos es una historia de amor a tres, amor que va y viene en diferentes direcciones. El amor de Ben por Ada, con la que se casa en su juventud. El amor entre Ada y Harry, marcado por una diferencia social que entre los judíos de aquella época parecía insalvable. Y es sobre esa diferencia de clases sobre lo que versa, sobre todo, esta novela, sobre las diferencias entre los perros y los lobos, tan parecidos y tan diferentes. Una novela que profundiza en lo que nos une a los seres humanos, en los rasgos que nos hacen iguales, en los factores sociales que determinan nuestro destino.

Némirovsky vuelve a hacer gala aquí de su estilo narrativo, que mezcla universalidad épica con minuciosidad, y nos lleva desde los más íntimo, desde la realidad en la Ucrania de principios del siglo XX y la posterior emigración a Francia –hechos que la propia escritora vivió en sus carnes- hasta la universalidad del amor, del amor imposible a veces.

La autora no flojea a la hora de dibujar a los tres personajes principales, Ada, Ben y Harry. Incluso brilla su pluma con los personajes menos importantes, como la tía Rhaissa, o Madame Mimi –con quien la familia Sinner viaja hasta París-.  

Ada es una niña inteligente y soñadora, y estos rasgos de su carácter se acentúan en la madurez, una pintora sombría capaz de reflejar la realidad con hipersensibilidad y marcado desánimo. Es un personaje al que consigues conocer y querer, al que acompañas en su crecimiento, en su enamoramiento, en sus renuncias. En su dicha y en su quebranto. Ben es totalmente contrario a ella, es muy inteligente también, sí, pero la sangre judía que corre por sus venas hace de él una persona pragmática y con habilidades para el comercio, para buscarse la vida, para no encontrar jamás un lugar estable en el que sentirse en casa, tocado por esa maldición que a los de su religión persigue desde el principio de los tiempos. Y Harry es un hombre que jamás ha terminado de crecer, excesivamente protegido  desde la infancia, alejado de todas las realidades, viviendo en un mundo utópico. 

La novela, como las anteriores obras que he leído de Némirovsky, va creciendo en intensidad, con la diferencia de las otras en que en Los perros y los lobos la historia comienza más fuerte. Némirovsky ha conseguido ejecutar una novela madura y universal que ayuda a comprender la complejidad humana a través de unos personajes tremendamente especiales que son de carne y hueso, y sienten, y sufren, y aman. Una gran novela, clásica y atemporal.