La chilena que evoluciona tras sentir y sufrir la magia del amor
La cantante chilena Javiera Mena acude a la cita con Sí con la cara lavada, derrochando dulzura y sencillez, para hablar de su segundo disco, Mena, que se editó a finales de 2010 y que está presentando en directo por España estos días.
Tras Esquemas juveniles, con el que se dio a conocer hace un lustro, la artista sentía cómo los ojos, tanto de fans como de expertos musicales, estaban puestos en ella, y aunque se define como una persona insegura, lo cierto es que enseguida reconoce que no saca a la luz ninguno de sus temas hasta que el resultado final le convence. Y es que sentirse satisfecha con el trabajo le resulta imprescindible. “El primer álbum es mucho más inocente, como un primer acercamiento a la música, una recopilación de las canciones que había escrito desde los 15 hasta los 21 años”, explica la santiaguina, que acaba de cumplir 28 años.
También incluyó en esa ópera prima una versión de Yo no te pido la luna, un clásico que le gustaba a su mamá y que se convirtió en la canción más exitosa de su debut discográfico.
Fueron cuatro años los que tardó en publicar Mena, todo un proceso de madurez en los que ha adquirido un
enorme bagaje y en el que, en todo momento, ha estado implicada con el proceso de creación del álbum.
“Ahora ya tengo un proyecto musical sólido, más electrónico y más maduro, después de haber sentido y sufrido el amor". Porque este sentimiento es el leitmotiv de sus canciones. Aunque sea un tema del que se ha hablado tantas veces, le gusta expresarlo con su propio lenguaje. “Es lo más mágico que puede sentir un ser humano”, cuenta esta chilena.
Pero Javiera Mena se inspira en todo: en lo natural, en las nubes y la naturaleza o en lo cotidiano, para dar forma a sus canciones y a su música, que definen como “electropop pegadizo, melancólico y bailable”.
Melómana en directo
La cantante se defi ne como una persona muy melómana, una adicta al pop de Madonna, de Michael Jackson o del grupo sueco Abba. “Aunque también escucho cosas más indie y oscuras, como My bloody Valentine”, repasa. “Y en cuanto a la música en español, desde el grupo Los Prisioneros hasta Camilo Sesto o Jeanette. La música romántica me pegó por mis papás”, dice divertida con su acento chileno.
En el Dcode Festival
Todos estos artistas han influido en su evolución musical, pero sigue aprendiendo cada día. Ahora está especialmente emocionada con su participación en el Dcode Festival de Madrid, donde actuó el pasado 25 de junio, un evento en el que compartió cartel con grupos como The Ting Tings o Kasabian. “Es súper alimenticio para mí”, afirma entusiasmada.
Su concierto fue muy bailable y electrónico, pero con alguna balada también, en la que desenchufa el ordenador y se queda a solas con la guitarra para mostrar su lado más introspectivo, provocando diferentes cambios en el estado de ánimo de sus seguidores. “Lo más importante para mí es que la energía que yo quiero plasmar con mis canciones llegue a la gente como algo verdadero y grato”, afirma.
Mena considera que es precisamente en los conciertos donde se puede llevar a cabo el negocio de la música. “Yo nací artísticamente con la era digital, iTunes, Spotify..., por lo que jamás me sentí herida por las descargas. Nunca tuve un apego enorme por las ventas de discos”, dice. “Pero considero que es necesario que se legisle de alguna manera la forma en que la gente debiera descargar digitalmente los discos con precios asequibles”, añade la artista, antes de invitar a todos los chilenos que andan por España a conocer su música, “porque les puede acercar a las plazas de allá, al barrio Brasil y al barrio Yungay de Santiago de Chile”, donde Mena se crió, termina diciendo, con una pizca de nostalgia en la voz.
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