martes, 16 de abril de 2013

CONCIERTO DE SILVIO RODRÍGUEZ EN BOLIVIA


Treinta años han tenido que pasar para que Silvio Rodríguez regresara a Bolivia. Y la casualidad ha querido que justo me encuentre en el corazón de Latinoamérica para poder asistir a este concierto mítico en una oportunidad única. 

Silvio, acompañado con su guitarra como un fusil cargado de balas que son flores rojas aterrizó en la ciudad de Santa Cruz ante un público de 30.000 personas que había llegado de diferentes partes del país: paceños, cochabambinos, tarijeños... todos unidos en la música y en las historias de este trovador que ha cantado durante tantos años a la Revolución que tachan de vieja y a mí, no se por qué, me parece renovada cada noche de luna. Silvio, fiel a sus ideas, fiel a sus reclamos, a ese saber no puede ser lujo, quiso comenzar cantando Segunda cita, el tema más apropiado para este reencuentro que se ha hecho esperar demasiado tiempo, toda una vida.

Con nuestras credenciales. 
El cubano cantó y cantó... y emocionó con su voz especial, intacta después de tantos años, cuando cantó La maza, esa pequeña obra de arte que habla de la dignidad. Acompañado por un grupo de músicos increíbles, que dejaron boquiabierto al público cuando en el intermedio interpretaron el tema instrumental Chan Chan de Compay Segundo.  

Y en la última parte el viejo marinero del Playa Girón se quedó él solo ante el público. Solo con su guitarra. Fueron los temas más emotivos: Ojalá, probablemente su tema más conocido, con esa letra que es un rechazo desde el más profundo amor; cantó Unicornio, una oda a la creatividad, a la inspiración perdida, quizás a la amistad; y cantó Te doy una canción, una de las que más hermosas, te doy una canción hago un discurso sobre mi derecho a hablar, te doy una canción y digo patria... te doy una canción como un disparo, como un libro, una palabra, una guerrilla...

Antes de acabar quiso regalar al público y dedicar al presidente Evo Morales, allí presente, El necio, una de las que más me gusta, cuya letra es todo un ejemplo de dignidad, de la fidelidad que mencionaba antes, que escribió como referencia a esa Revolución que ha apoyado durante toda su vida y de la que, en los años noventa, decían que había decaído tanto, pero yo me muero como viví.

Y después de que el público boliviano coreara su nombre una y otra vez regresó al escenario y tocó Pequeña serenata diurna. "Soy feliz, soy un hombre feliz", dice su letra. No podía concluir mejor la noche. 

Un concierto de los que conforman tu pequeña historia, de esos para recordar y contar cuando pasen los años, cuando quizá, algún día triste, la Revolución se venga abajo... aunque ojalá que eso nunca ocurra, que siempre nazcan nuevas revoluciones que tiñan de claveles y música y amor a los pueblos que ansían ser libres. Ojalá una Revolución inunde España de color y alegría, la que tuvo un día y que ya no tiene más.



4 comentarios:

  1. La cara que tienes en la foto es fiel reflejo de lo que escribes. Lo que habrás disfrutado ¡¡¡Ya me imagino cuando llegara el turno a te doy una canción!!! Para la ronquera ya sabes, bebe bien de agua jejeje.
    En España de momento esa revolución que dices no llega...¡¡¡tengamos fe!!!
    Besitos

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    1. Síii estaba muy feliz de poder estar allí!!! Tengo el vídeo pero pesan mucho y la conexión no es muy buena y no me deja subirlo al youtube, pero con paciencia lo conseguiré!!!!
      un besote!!!

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  2. Que envidia más grande, la de canciones que habré tatareado del maestro Silvio.
    El disco que más admiro es "al final de este viaje" una joyita, que veo que sigue sonando en sus conciertos.
    Me ha encantado la forma en que lo has narrado.
    Un abrazo :)

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    1. jajajaja hay unos cuantos que se están muriendo de envidia, me consta!! muchas gracias por la visita y el comentario, un abrazo!!!! :)

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